martes, 23 de noviembre de 2010

El yo pasado

Cualquier aficionado a la ciencia ficción conoce y disfruta del tan gastado como apasionante subgénero de los viajes en el tiempo.

Pocas de las posibilidades y paradojas relacionadas con el tema no han sido tocadas por la pluma de los escritores del pasado.

Lo que va a continuación tiene pues poco de original, me temo…cosas de no ser más que una minúscula gota en mitad del rio de la humanidad.

Presta atención. Mira a la pantalla. Comenzamos.

Si, ese pequeño punto azul oscuro es tu hogar, el tuyo y el de miles de millones de seres más. Un poco atestado, es difícil sentirse solitario en un mundo así, ¿no? Y sin embargo tu casi siempre lo has conseguido…no sabría si felicitarte o llamarte imbécil.

Espera, vamos a acercarnos mas, mucho mas. Traspasamos las nubes, sobrevolamos los campos, penetramos a través de los tejados, y ahí, reclinado sobre la mesa del ordenador…estas tú.

Si, ese eres tu, con algunos años de menos, cierto. Obsérvate. Mira ese brillo apagado de su (¿tu?) mirada, esa especie de huidiza tensión de su cuerpo, esa tristeza que parece rezumar de su alma.

¿Te da pena, te das pena? En el fondo estas sintiendo compasión, te conozco. Sabes lo que vas a sufrir y crees que no lo mereces, que no eres mala gente…Y no, seguramente no lo seas, pero la vida es así, ni justa ni injusta, simplemente, es. Llámara cruel, llámara insensible. No lograras cambiar nada.

Sigues mirándote. Ahora con un punto de desprecio. Por un instante casi sientes odio por esa pequeña criaturita indefensa, cobarde, miserable, perdida entre sus múltiples miedos y sus diminutos problemas. Te dan ganas de agarrarlo, golpearle, gritarle. Quisieras verle reaccionar, atacar de frente a sus temores, en lugar de intentar ignorarlos. Si, lo odias, lo odias por lo que se va a hacer, por lo que te va a hacer. Años perdidos, innumerables días tirados por la borda, un tiempo que por entonces creías infinito desperdiciado para siempre…tus mejores años pasaran, sin haberlos apenas vivido.

Pero no puedes hacer nada. Y aunque pudieras, de nada serviría. Tu no eres el…o el no eres tu, aún. Puede que sea el mismo envase, pero el contenido no es igual. Se tiene que ir llenando, y ninguna frase, ningún consejo, puede sustituir a lo que las experiencias, los malos tragos, las humillaciones y los desengaños irán añadiendo.

Vuelves a contemplarte. Ahora sientes piedad. Lo has comprendido. El no sabe lo que tiene por delante, ni conoce todas esas cosas que has aprendido ahora. Y a pesar de todo, saldrá adelante…arrastrándose, mirando hacia el suelo, dejando que su timidez le cierre el mundo, y que su temor amuralle su corazón. Y al final… ¿Pero…Cuál es el final?...Si, lo entendiste. Puede que justo ahora, tú te estés observando, desde allá adelante… ¿lo harás con ira, indulgencia, orgullo? Gracias a Dios, tendrás que esperar para saberlo…el futuro no desvela sus secretos hasta que se convierte en pasado…eso es la vida, tu vida. Y solo a ti te toca vivirla. Juega, que tengas suerte, la vas a necesitar…

viernes, 12 de noviembre de 2010

La undécima hora del undécimo día del undécimo mes

A la distancia, el incansable martilleo de los obuses continuaba inundando las trincheras con su lluvia de metal, como había venido sucediendo los últimos cuatro años, toda una vida ya. Los soldados aguardaban, refugiados en sus oscuras y deprimentes madrigueras, confiando en que el destino no decidiera hacerles participes de una ultima y cruel broma.

Nadie hablaba, nadie parecía querer interrumpir el monologo de plomo que caía sobre sus cabezas. Su atención, cuando no era distraída por alguna explosión demasiado cercana (y en esos momentos todas parecían caer demasiado próximas), estaba centrada en el reloj, colgado en la pared.

Sus manecillas, conocedoras de ser las estrellas de la función, parecían querer dilatar el tiempo, paladeando su momento de gloria. Mas de uno de los observadores jurarian después que le había parecido que en lugar de avanzar retrocedían.

Y sin embargo, por fin, dieron las Once.

Y de repente, todos lo notaron.

El silencio. Sus oídos, acostumbrados al perpetuo repicar de la metralla, aun no daban crédito a esa ola de quietud que avanzaba a lo largo del frente. No es que ya no rugieran los cañones, ni que las ametralladoras hubieran cesado de emitir su mortal y monótona melodía. Es que parecía que el mundo entero hubiera decidido detenerse durante un minuto, conteniendo la respiración, callando en memoria de todos aquellos que jamás volverían a hablar, a respirar, a sonreír…

Y después, volvió. Primero con suavidad, elevándose lentamente, la algarabía formada por centenares, por miles de voces, quebró la pausa. Se terminó, la pesadilla había acabado. Y sobre los ensangrentados campos, se escuchó únicamente un suspiro de alivio, el de los supervivientes. Para más tarde quedaría el recuerdo a los amigos que quedaron en el camino, entre las alambradas y los cráteres. Pero ahora solo prevalecía una sensación, estaban vivos, y nadie mas, nunca mas, estaría esperándoles desde el otro lado de la colina para exterminarlos…

O eso creían.

Posdata: Ayer, once del once de 2010, se cumplieron 92 años del final de la que por entonces se denominó “La gran Guerra”. Quede este texto en homenaje a los caídos en ese absurdo conflicto, y especialmente en honor de George Lawrence Price, el desdichado soldado que tuvo la desgracia de ser la ultima victima de la contienda, dos minutos antes de las once del once de mes once

Y no puedo evitar que me asalten ciertos pensamientos...¿que pasaría por la cabeza del soldado que mató a George, sabiendo que la guerra iba a acabar, que de nada servia su acción? ¿porque, conociendo que ya carecía de sentido, ambos bandos continuaron disparándose entre si a lo largo del frente hasta que se cumplió la hora? supongo que la respuesta es la misma que a la pregunta de por que gente normal y corriente que jamas mataría a una mosca es capaz de, en una guerra, acabar con la vida de otro ser humano. Y reconozco que casi prefiero evitar escuchar la respuesta...

lunes, 8 de noviembre de 2010

Mirando la vida por el retrovisor

Yo conduzco.

Supongo que para la mayoría, gente al que el hecho de conducir le parece algo mecánico y cotidiano, esta afirmación le sorprenderá por su trivialidad, tanto como si hubiera dicho yo como o yo respiro.

Para mi, sin embargo, que pertenecía hasta hace escasas fechas a ese reducido sector de la sociedad al que el solo hecho de pensar en llevar un automóvil por mitad de una ciudad ponía de los nervios y llenaba de temor, resuena en mis oídos como una especie de magia verbal, como una confirmación de que no hay nada realmente imposible, de que las barreras mas difíciles de superar no son las que están ahí fuera, sino en el interior de tu propia mente.

Nueve años. Y medio. Ese es el tiempo que permaneció un inútil carnet en mi cartera, a punto de caducar, sin que en mi cabeza atravesara siquiera la idea de subirme a un coche. Ni tenia ganas ni fe en mis posibilidades. Hace un año, tan solo un año, si alguien me hubiera dicho que estaría llevando mi propio vehículo y que incluso estaría disfrutando haciéndolo , le hubiera tachado de loco.

Y sin embargo, lo hago. Y cada vez que me subo a el y agarro el volante, siento una corriente recorrer mi cuerpo, recargando mi autoestima. Soy capaz. Lo hice. Y si logré lo que hubiera creído imposible, ¿Por qué no conseguir otras cosas que creía tan lejanas como si un universo me separara de ellas?

He cambiado. Y si algo me lo hace ver, me lo demuestra de una manera fehaciente, es verme contemplando el mundo a través del retrovisor.

Porque lo hago. Cada vez que algún semáforo detiene mi caminar, no puedo evitar posar la mirada sobre el espejo, ejerciendo de improvisado Voyeur, invadiendo la intimidad de quien se coloca tras mis pasos…observo los rostros al volante, el de quienes les acompañan…imaginó sus vidas, como les fue la jornada o como se disponen a afrontarla. Y no suelen ser historias hermosas, porque lo que cristal suele desvelar son semblantes serios, caras preocupadas, cansadas, en ocasiones con un poso de amargura en sus ojos…no, el mundo que diviso a través del espejo no es alegre, o al menos no lo aparenta. Pero no puedo evitar pensar, con tristeza, que tal vez es el mas real de los mundos. Porque lo que veo son personas sin mascara, aisladas dentro de sus corazas móviles, de esa especie de artificial caparazón que es un auto, que no tienen que ocultar sus emociones a otras personas, que se muestran tal y como son, tal y como se sienten.

Y lo que demuestran es que no se parecen sentirse demasiado bien…

Tal vez por eso, por un inútil espíritu de lucha, por llevar la contraria, o simplemente porque me cuesta lo mismo y me apetece, cuando un semáforo me detiene, yo sonrío. Tal vez nunca nadie me mire, pero si lo hace, igual le hago preguntarse algo, aunque sea el porque ese imbecil de atrás parece tan feliz…

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Wilmor y Fankunter (Presentación)

Algo más sobre estos personajes, en este artículo anterior.

Para aquellos de nuestros lectores que no conocen a los protagonistas de esta aventura(vergüenza os tenia que dar, panda de ignorantes) efectuaré una pequeña descripción de los mismos y del hábitat en el que se mueven(o se quedan parados, o duermen, o...).

Empezando por el comienzo, en el principio estaba el verbo...ejem, perdón, esto es otro libro. Bien, como decíamos en primer lugar hablaremos de nuestro querido Wilmor.

¿Qué quien es Wilmor? Definir a un personaje de su calibre no es tarea fácil, pero haciendo un pequeño intento podríamos decir de el que poseía genes de Eistein, Picasso y Nobel. El inconveniente es que de Eistein había heredado el pelo blanco y despeinado, de Picasso su tacañez y de Nobel su capacidad destructiva.

Nacido en un ambiente acomodado(su padre era fabricante de colchones y su madre de almohadas), sobresalió siempre por su gran cabeza(no, cerebro no, cabeza).
Ingreso en la universidad donde era mas conocido por sus combinados que por sus notas, lo cual conociendo sus notas era bastante sorprendente.

Al graduarse, consiguió no se sabe como un puesto de investigador en el colegio de ciencias sagradas(no es que no se sepa, es que es mejor no hablar de ello, en serio), curioso puesto para un agnóstico como él, aunque a los dioses de esta tierra no le importaba demasiado lo que pensaran sus fieles(o sus infieles) ,les fastidiaban igual.

Y ahí entraba Fankunter.

Fankunter ocupa el puesto en el ecosistema humano que en otros lugares se ve rellenado por las urracas o las hienas. No es que le gustara llevarse cosas, es que ellas se deslizaban misteriosamente en sus bolsillos. A diferencia de Wilmor, su familia carecía de cualquier tipo de refinamiento social(de hecho hasta los parias les daban de lado).

Su infancia transcurrió dentro de lo que podríamos calificar de intenso intercambio intelectual, ya que las peleas estaban al orden del dia en su barrio, que no por nada se llamaba la Jungla.
El curioso sistema de ascensión social que regia allí no dejaba de tener un intenso parecido con el de los gallineros, sustituyendo los picotazos por puños y el maíz por... bueno, por lo que hubiera, no era cosa de ser demasiado selectivos.

Al igual que Wilmor, también Fankunter acudió a la universidad, solo que no como alumno, sino en calidad de alivio(de aliviar las cargas monetarias de los sufridos estudiantes).
Así por casualidad un dia coincidieron (mas que por casualidad por las manos inquietas de Fankunter), y como por ese entonces Wilmor necesitaba un ayudante, le propuso entrar a su servicio(en realidad le dijo "o te conviertes en mi ayudante o conocerás lo que sucede en la cárcel si se te cae la pastilla de jabón").
Desde entonces ambos han proseguido sus investigaciones(tan misteriosas que ni ellos mismos saben en que consisten) y provocado infinidad de catástrofes de pequeña intensidad.

Y nos queda hablar de Twinky Winky. ¿Qué se puede decir de ella que no hayan comentado ya los poetas? Bastantes cosas, porque no se sabe por que capricho del destino los poetas no han sido muy pródigos en alabar sus bellezas(tal vez porque la niebla pertinaz y el mal olor permanente no son el entorno ideal de los mismos).
Si quisiéramos en pocas palabras comentar que sensaciones producía la ciudad a los visitantes tendríamos que usar palabras como Escalofríos, pánico y una melancolía instantánea de sus lugares de origen.

Pero eso a la ciudad le daba igual, no era una ciudad para los visitantes, sino para sus habitantes(solamente que no para los humanos, sino para las ratas, los mosquitos...).

A pesar de carecer de atractivos(excepto para aquellos turistas que califican de pintorescas las casas viejas llenas de grietas, o los barrios en los que la policía evita entrar, que de todo hay en la viña del señor), sus ciudadanos sentían una extraña(patológica seria mas acertado)fascinación y orgullo por la misma, no en vano decían que algo como ella no se construía en un dia(ni en muchos, generaciones de arquitectos incompetentes, alcaldes corruptos y clientes con un sentido del gusto estrafalario habían colaborado en crear una urbe única en su genero, gracias a los dioses).
Si las ratas no habitaban en miríadas sus alcantarillas no se debía a su limpieza, sino a su inexistencia. Pero algo bueno tenia la ciudad, era una ciudad de un dinamismo y una vida interior exuberante, si uno se quedaba quieto lo más probable es que en un minuto le hubieran robado en 6 idiomas distintos.

Pues bien, en este entrañable lugar(por lo lleno de vísceras que esta), es donde comienzan las aventuras de nuestros dos héroes (si hasta Bill gates es un héroe, ¿por qué no estos dos?). Estad atentos, o sufriréis las consecuencias.