jueves, 30 de junio de 2011

Camino a la gloria(La final)

Por fin, ahí estábamos, el Unión al completo, el gato Merino, el macho Díaz, el Negro Cabrera, paquete Montijo, Galleta Cabral, el chato Quintana, Mauricio “el pancho” Rivera, Ariel” el ruso” Fachinetti, el zorro Barragán, chupete Núñez y el Canario Wandosell. Sobre el césped reluciente, en medio del “Cielo”…

No es extraño que a la cancha del nacional la llamen así, por los albos uniformes que lucen sus jugadores, y por haber disfrutado tanto tiempo con el juego irrepetible de Santos Lapiedra, Ángel Monteiro y Juan de Dios Marcuzzi, el equipo “Divino”… y justo allí, pisando el mismo verde, nosotros. Casi era un sacrilegio, pero como lo nuestro era casi un milagro…

Si, lo supe ese día que jugábamos la primera ronda con Ferrocarriles Del Norte, íbamos a hacer algo grande, aún recuerdo la jugada, Mauricio Rivera avanzaba solo, al frente, como siempre (como siempre, parece que nunca entendió que este era un deporte de equipo, y que los diblings no están prohibidos), pero en ese momento se detuvo, miró hacia delante, me vio desmarcado, y me pasó.

A pesar de que el arbitro pitó offside, no importaba, El Pancho había pensado, tal vez por primera vez en su vida deportiva (no, fuera de la cancha tampoco usaba la testa para otra cosa que aplastar latas de cervezas...), y eso era algo grande, cualquier cosa podía suceder.

Perdimos aquel partido 5 a 0, pero nos sobrepusimos, y pasamos ronda (claro, la alineación indebida y la sanción que les cayo a Ferro ayudó).

Después nos tocó en suerte Rio chico. Y si que fue una suerte, no digo que la epidemia de gripe que tenían en la zona no nos ayudara un poquito, ni que el que presentaran un ocho, que no un once, y que de portero tuvieran al del equipo Benjamín no nos diera cierta ventaja, pero esa épica clasificación por penales que obtuvimos, siguió sabiendo a gloria.

Ah, que recuerdos me trae, como resuenan en mi mente aun los gritos del “Canario”Wandosell, “Denle caña al muñeco, que es de goma”, mientras un balón contra otro se estrellaba contra el arquero rival (tirábamos a gol, pero el chaval parecía la araña Yashin, siempre estaba en medio). Acabo llorando el chiquito, pobre….Por cierto, que lo de Canario, ya que me lo preguntan, es por el nombre, Pío. Y el Wandosell es curioso, en una provincia minera como esta, con tanta colonia extranjera , al abuelo del chico se le ocurrió inventarse un apellido más rimbombante e internacional. Cosas de la época.

Y después…si, después la revolución. Fue una lastima que el equipo contrario fuera el Real de pueblo nuevo, cuando se proclamo la república y el nuevo régimen decreto la desaparición de todo vestigio de la caída monarquía, lo sentimos mucho por ellos.

Y con esas llegamos a octavos, ante nosotros el temible Huracán. Realmente lo fue, devastó tan completamente la ciudad de nuestros rivales, que del estadio el cacho mas grande que quedó fue el muro del aseo de caballeros. Tuvieron que retirarse de la competición, con gran pena por nuestra parte.

Cuartos, habíamos hecho historia, pero aun no nos rendíamos, pensábamos que estaba en nuestras manos seguir avanzando. Y así fue, cuando Ariel “El Ruso” Fachinetti consiguió colar su segunda diana, con la derecha (la anterior había sido con la izquierda), y el arbitro, un sabio, no apreció infracción alguna (total, en el baloncesto están todo el día introduciendo la pelota en la red con la mano y no pasa nada), el publico de Independiente, grosero y violento, se encrespó de tal modo que tuvimos que abandonar el césped con rapidez. El árbitro suspendió la contienda, y el comité sancionó a nuestros rivales con la eliminación. Para que digan que no hay justicia deportiva.

Las semifinales estaban ahí. Nunca nos hubiéramos imaginado llegar tan lejos, pero ya que estábamos…en frente, el Deportivo Minero, con todas sus estrellas.

Creo que mejor que mis palabras, entenderán lo que fue el partido en la crónica del prestigioso Oswaldo “Tato” Menéndez, para la gaceta:

“Las acometidas del minero llegaban una tras otra, como las olas del mar rompiendo contra la playa. Tiro tras tiro, bombardeaban la portería de Unión, con el ímpetu de un Stuka, la agilidad de un Hurricane y la precisión… de una apisonadora. Parecía que la portería se había empequeñecido, y que el Gato Merino ocupaba toda ella…toda no, pero si buena parte, impresionante la panza que lucia el arquero. 75 disparos conté, 75, si alguna vez me mandan fusilar, pediré que ellos formen el pelotón de ejecución. Posiblemente, yo mismo me tenga que disparar el tiro de gracia. Y en esas, en un pase hacia atrás de un defensa minero, el portero se trastabilla, cae, y el balón entra mansamente en la red…que gran razón tenia ese filósofo del esférico que es Lillo, cuando dijo aquello de que el fútbol es incientifico…total, no merece la pena quemarse, siempre hay alguien al que le toca la lotería, hoy, en vez de en un bombo, el sorteo fue en la cancha”.

Aunque algo injusta en mi opinión respecto a nuestros méritos, creo que sirve para explicar como logramos el pase.

Y como decía al principio, ahí estábamos, el Unión al completo, el gato Merino, el macho Díaz, el Negro Cabrera, paquete Montijo, Galleta Cabral, el chato quintana, Mauricio “el pancho” Rivera, Ariel” el ruso” Fachinetti, el zorro Barragán, chupete Núñez y el Canario Wandosell. Sobre el césped reluciente, en medio del “Cielo”…En la final de la Copa provincial para amateurs, un hito histórico, no creo que cuando los reds o los blues llegan a la final de Inglaterra, puedan sentir lo que nosotros en ese momento…

Sabemos que es casi imposible que venzamos, Instituto es fuerte, algún desgraciado que no sabe que es el Sport nos dijo que deberíamos comprar al arbitro, miserable, vergüenza debería darle semejante propuesta (sobre todo por que el colegiado tiene fama de integro e incorruptible).

Pero perdón, que empiezan el partido, discúlpenme, me esperan mis compañeros…-Eh, pelotudo, pasa acá la bola, que la reviento…

Posdata: Si,ganamos la copa, expulsaron a dos de nuestros contrarios, nos pitaron tres penaltis a favor…fue un triunfo del deporte, un bello rayo de luz en medio de la oscuridad y la falta de deportividad que vive actualmente nuestro juego. Las malas lenguas dicen que el referí nos pito a favor, debido a su indignación por un intento de compra, al parecer alguien le envió un jamón, con los saludos de Instituto…que falta de ética…disculpen que llaman a la puerta…-¿Si, que trae una factura de la Charcutería? Ah, perfecto, ahora mismo se la abono…


martes, 21 de junio de 2011

La orgía

Discúlpenme si no les digo mi nombre. Entenderán que en una sociedad aun tan escasamente liberada en lo sexual como la nuestra, que me relacionen con este tipo de practicas poco “corrientes” no seria lo mejor para mi carrera. Prefiero pues mantener el anonimato, protegiendo mi reputación de persona de orden…

Sin embargo, lo que a continuación les contaré, es el relato fidedigno de lo sucedido en la noche de un viernes de invierno en la remota casa de campo de un lugar olvidado y olvidable.

No se lleven una falsa imagen de mí. Uno no es demasiado entusiasta del exotismo erótico. Cierto, he hecho mis pinitos, en parejas, tríos y una ocasional doble pareja (y no, no hablo de Poker, aunque alguna escalera hubo de por medio en cierta ocasión...).

Pero fue la casualidad la que me llevó a aquel paraje escondido. La casualidad y mi amigo Alberto, que decidió ofrecerme un regalo de cumpleaños muy diferente…

No se crean. El asunto de las orgías esta muy mitificado. Tanto cine porno no ayudó demasiado a mantener ese trozo del cerebro masculino dedicado al sexo (que no debe ir más allá del 95%, por mucho que digan), dentro de los límites de la realidad. Seamos serios. En el mundo en donde nos movemos, la gente normal tiene panza, los pechos grandes están caídos, y las jóvenes exuberantes no pierden el tiempo tonteando con señores de edad, menos si se llaman Silvio. Así que lo que nos encontramos por allí estaba más cerca del bingo de los sábados de cualquier casino de pueblo que de la mansión Playboy.

Mucho señor de pelo en pecho (el que les faltaba en la cabeza), mucha señora tintada con master en Telecinco y una abundancia general de carne que hablaba de ríos de cerveza y un excesivo amor por el cerdo.

El asunto es complicado. Acostumbrados a esas coreografías de gráciles cuerpos desnudos de tantos filmes de culto (de culto entre los amantes del cinco contra uno), no nos hacemos a la idea de lo complicado que es ajustar el ritmo de una docena de personas desconocidas entre si y con escaso desarrollo atlético, sin que aquello parezca un puzzle de embutidos. Y todo eso sin meternos en el asunto de las reglas.

Porque allí los conceptos no estaban demasiado claros, y había algunos a los que les daba igual carne que pescado.

Así que hubo que formar una improvisada asamblea donde entre ciertas tiranteces y referencias cinéfilas de alguno (“la revolución no entra por el culo"), se atajó el intento de abrir nuevas vías…

Ya metidos en faena, surgió el siguiente problema. Y es que si, hacer el amor salvajemente en el suelo puede parecer muy excitante, pero teniendo ya una edad los riñones no tardan en quejarse y los músculos piden a gritos un lugar más blando donde desarrollar su actividad. Y es que hay mucho insolidario, de esos que agarraban un sofá y de ahí no los movía ni la guardia civil.

Por otra parte, uno, que es un caballero, ve algo precipitado el conocer bíblicamente a otra persona sin al menos una escueta presentación. Lamentablemente, eso parece romper el ritmo. Así que tras el tercer “jo tío, que me cortas el rollo”, me resigne a introducirme en faena sin el consabido intercambio de tarjetas…

Todo se desarrollaba pues de aquella manera, con poco espacio, escasa conversación y cierto trajín, cuando se fue la luz.

Bueno, me dije, para lo que hay que ver, lo mismo es hacerlo a oscuras. No caí en ese momento en la cuenta de que en la penumbra un agujero es un agujero, y de que algunos de los opositores a las barreras arancelarias intentarían aprovechar la coyuntura para borrar ceros de su cuenta.

Y así, mientras tenia la boca ocupada en un agradable intercambio lingüístico con una Choni a la que no le abandonó el chicle de su boca en toda la velada, note una actividad no permitida en donde la espalda pierde su casto nombre. Si estuviéramos hablando de Rugby, aquello se había convertido en una melee con introducción trasera. Y aunque con rapidez contuve la invasión antes de que me hicieran ciudadano del país del sol naciente, el daño ya estaba hecho en parte. Fue un error, me dijeron. Si, si que lo fue, me dije al día siguiente, cuando tenia la sensación de que mi caminar había adquirido el aspecto de el de un cowboy cabalgando por la pradera…sin el caballo debajo.

En resumen, el asunto del sexo en grupo estará muy bien teóricamente, pero uno es partidario de la calidad por encima de la cantidad, y como con los pechos, dos es la cantidad perfecta, más es vicio…

sábado, 18 de junio de 2011

Ojos de gata

Grises como la vida, con un toque de esperanza en verde. Así son los ojos con los que descubres tu alma al mundo.

Son espejos que reflejan el daño recibido y las cicatrices de viejas heridas.

A veces tristes, otras esquivos, encierran tras la muralla de los parpados el esplendor de su belleza.

En ocasiones los miro y no veo el fondo, como abismos mi mirada se pierde en su negrura.

Otras se vuelven vulnerables, y descubren ese interior tierno que proteges con celo.

Tiemblo cuando se convierten en nubes de tormentas, molesta por las injusticias del mundo o esa pasividad que te desespera en mí.

Al tiempo, son el faro que ilumina mi vida y dirige mi rumbo, la mirada que acaricia mi piel con su dulzura, y la fuente que derramó océanos en el pasado.

Son como tu, llenos de contrastes, imposibles de enmarcar, a la vez lejanos y cercanos, atrayentes y huidizos, con miedo y deseo, alegres y melancólicos…

Es hora de decirles adiós. Toca bajar el telón y dejar que el sueño relaje tu espíritu. Mientras duermes, el mundo es un lugar más oscuro, pero…siempre habrá otro amanecer, cuando lo primero que vea al despertar sean esos dos soles que calientan mi alma.

viernes, 17 de junio de 2011

El anillo

Ayer, como por casualidad (pero… ¿aun crees en ellas?) una pieza de tu pasado volvió a ti.

En el interior de uno de esos cajones que sirven de almacén (o quizás de cementerio) de objetos olvidados y olvidables, entre un mar de recuerdos prefabricados que acumulamos sin demasiado sentido pero que nos resistimos fieramente a desechar (porque hacerlo implica borrar una parte de nuestro pasado), allí, estaba el anillo.

Plateado, finas líneas entrelazadas serpenteaban a lo largo de su circunferencia. Apenas entraba en tus dedos. No, en realidad ya no era tuyo, seguía siendo de aquella lejana niña que fuiste.

Sonreíste, y a pesar de su difícil encaje, te lo pusiste. Por un segundo, retrocediste en el tiempo, y volviste a ser esa chiquilla inocente con todo el mundo por delante.

Salimos a pasear. Tu mano, cálida, aferraba a la mía mientras caminábamos juntos bajo el sol, con tu perro corriendo entusiasmado entre las dunas. Siguiendo el sendero, ese camino de baldosas amarillas de tu imaginación, llegamos a la orilla de ese mar que no lo es. Comenzaste a arrojar piedras, como si quisieras rellenar el océano.

Y entonces ese anillo que ya no te pertenecía escapó en busca, no de la libertad, sino de un nuevo dueño a quien robarle el corazón.

Y aunque lo buscamos, el y su brillo gris habían desaparecido, de nuevo, de tu vida, perdido esta vez en el fondo del mar.

No te pongas triste. Ayer no perdiste el anillo, hacia años que lo habías hecho, junto a la inocencia y la juventud. Lo de la tarde pasada fue una despedida, la última visita de un viejo amigo al que nunca volverás a ver, que vino a decirte adiós. Fue un adiós eterno, pero al menos, fue un adiós.

Dentro de un tiempo, cuando alguien recupere la joya de su reposo entre las arenas, su historia continuará. Date por satisfecha, formas parte de ella, y seguirás presente en cada uno de los dedos a los que acoja con su frío abrazo.

No sientas añoranza, a ti no te hacen falta anillos que te aten, solo alas que te hagan volar como siempre soñaste…

domingo, 12 de junio de 2011

Cuando nacen las islas

-Capitán,¡se nos echa una isla encima¡
-¡Piloto,las islas no se mueven, si no se llamarían barcos¡
-Pues capitán…¡se nos echa encima un barco jodidamente grande¡

Las nunca contadas aventuras de fankunter y wilmor

Lo más curioso de narrar una historia como esta es la paradoja permanente en la que nos moveremos, por la cual, lo mas sorprendente e irreal es lo realmente cierto, y lo que mas real parece, lo que la imaginación creó.

Retrocedamos atrás en el tiempo, unos 150 años.

Nos encontramos en un mundo que avanza cada vez mas deprisa, entre el denso y pestilente humo procedente de las calderas de vapor de ferrocarriles, barcos e industrias. Las minas se hunden en la tierra por millares, extrayendo de la misma un incesante caudal de minerales. El hierro y el carbón son los motores de una sociedad dinámica, llena de miserias pero plena de esperanza. La fe en el progreso, la seguridad de que el futuro será mejor no es un mito fenecido, sino algo lleno de actualidad. Gente como Verne era fruto de la era que le tocó vivir, y así lo demostró en sus escritos.

Y no solo la industria y el comercio multiplican su actividad, los exploradores (seguidos rápidamente de los militares y los mercaderes) terminan de dibujar el mapa de un planeta cada vez más pequeño, ceñido por los delgados hilos del telégrafo.

Europa, mientras ve desbordarse fuera de sus fronteras a millones de sus habitantes en busca de una vida mejor, extiende sus tentáculos sobre medio mundo. El colonialismo blanquea sus excesos en nombre de la extensión de la civilización occidental. Al tiempo, el auge de los nacionalismos hace morir a pequeños estados y renacer a viejas naciones…

Y es al sur de una de estas recién llegadas al tablero continental, donde comienza nuestra historia.

Italia, Junio de 1864. Tres años antes, Víctor Manuel II, el rey del Piamonte, se había convertido, de la mano de Cavour y Garibaldi, en el monarca del nuevo estado Italiano, una nación en la que aun se echaba en falta a Roma (donde el Papa intentaba inútilmente resistir lo inevitable) y el Veneto (ocupado por los austriacos).

Cuando los cañones apenas habían acabado de rugir (y tratándose mas, como se comprobó apenas dos años después, de una pausa momentánea que de un definitivo adiós) la naturaleza tomo su relevo.

Pequeños terremotos perturbaron la tranquilidad de los habitantes del sur de Sicilia. Durante varios días, el suelo no paró de temblar, y a lo lejos, en el mar, una columna de humo se elevaba cada vez más el cielo, como si se tratara de una inmensa hoguera.

El 25 de Junio llegaba al puerto de Palermo una pequeña goleta procedente de Malta, la “Berenice”, con una noticia sensacional.

A 30 kilómetros del pequeño puerto de Sciacca, del fondo del mar había surgido una nueva isla, aun humeante. Un volcán submarino, sin duda el responsable de los temblores, había hecho ascender hasta la superficie, gracias a los materiales expulsados en sus erupciones, una pequeña extensión de terreno. Pocos imaginarían por entonces que esa miserable roca en mitad del mediterráneo se iba a convertir en los meses siguientes en uno de los principales focos de interés dentro de la política continental.

La erupción prosiguió su curso, hasta que un mes después, al parecer ya aplacada, había hecho crecer la extensión del islote hasta poco más de 4 kilómetros cuadrados, con una altura máxima de 60 metros.

Para entonces, sobre la isla se llevaba discutiendo semanas en la prensa internacional (y en los gabinetes ministeriales), desde a quien pertenecía hasta su mismo nombre.

Y es que a la lógica reclamación italiana (Isola reunificazione) se le anticipó la británica (Graham Island), alegando su soberanía sobre Malta. Los franceses tampoco perdieron el tiempo en bautiza a la roca (Ille Julia) ni en solicitar su propiedad, acogiéndose a sus intereses comerciales y financieros en Túnez. España (que ni se molestó en renombrar el terrenillo), fue la ultima potencia que hizo constar su interés sobre la nueva parcela, en base a que la ultima vez que había estado emergida (rápidas visitas a olvidados archivos revelaron a los preocupados geógrafos que como mínimo en cuatro o cinco ocasiones, desde la época de las guerras púnicas, la zona había estado sobre el nivel del mar) el territorio pertenecía a la corona española.

Curiosamente, ninguno de estos nombres arraigo en la memoria colectiva, y si lo hizo en cambio el de Ferdinandea. Y es que a todas estas alegaciones soberanistas se le agregó la del depuesto rey de las Dos Sicilias, Francisco II, que desde el exilio quiso con el nombre escogido homenajear a su padre, el detestado Fernando II. Ya que reclamaba la devolución de su reino por parte de los Saboya, tenía su lógica que también solicitara la propiedad de la isla neonata.

Una vez estabilizada (más o menos) la actividad volcánica, estaba claro que el siguiente paso de las potencias implicadas era pasar del papel al terreno.

A lo largo del mes de Agosto, llegaron a las costas ferdinandeasianas el crucero protegido HMS Warrior , de la royal Navy, el acorazado Napoleón, de la marina imperial francesa y la fragata acorazada Principe di Carignano, de la regia Marina. La marina española no se digno en enviar barco alguno, y el ex rey de Las Dos Sicilias no tenia buque alguno que enviar.

Tras la flota, el ejército. De cada uno de los navíos desembarcaron pequeños destacamentos, que procedieron a izar sus respectivos pabellones nacionales en señal de soberanía. La considerable (y molesta) presencia de vapores volcánicos deslució desgraciadamente las ceremonias, dada la casi imposible visión de las banderas desde la lejanía. De hecho, se dio el caso de ver como el acorazado francés tributo honores al izado…de la bandera italiana. Al menos tenían la excusa del parecido…

Poco a poco, la rutina se hizo dueña de los hombres estacionados en tan desolado paraje. Con poco que ver, al menos que uno fuera un amante de las rocas volcánicas y del azul del mar, y “disfrutando” de la temperatura típica del mes de agosto en el mediterráneo (sazonada por el calor que emanaba del propio terreno), la vida en la isla se deslizaba lentamente, entre la instrucción, guardias eternas (¿Qué había que guardar realmente, ¿no es que nadie se fuera a llevar la isla, no? Se preguntaba mas de un ingenuo recluta), baños de mar para aliviar el calor y diversos entretenimientos para evitar el aburrimiento y mantener la forma.

Y aquí, justamente aquí, vemos aparecer el motivo que nos llevó a recuperar esta historia del olvido. Las fuentes nunca se han puesto de acuerdo sobre la fecha exacta, pero debemos localizar el evento entre finales de agosto y principios de septiembre.

Los británicos, tan amantes del sport, habían traído consigo diversos artefactos e instrumentos para practicarlo. A las carreras atléticas y la gimnasia, le acompañaban torneos de esgrima y combates de boxeo. Pero…un día, italianos y franceses, que observaban con curiosidad las actividades de los hijos de Albión, notaron un cambio. Alguien había delimitado un curioso terreno de juego, de grandes dimensiones, de forma rectangular, dividido en dos mitades. En el centro de cada uno de los extremos cortos se alzaban un par de postes, con una cuerda sirviendo de larguero. Poco después vieron llegar al campo a veintidós jugadores, que se dividieron en dos equipos. Alguien coloco en el centro del campo una esfera de cuero y…

Y ahí, en ese instante, comenzó todo.

Sin apenas entender las reglas, los espectadores no pudieron evitar sentirse impresionados por el brío y la intensidad de los deportistas. Cada vez que alguien introducía el balón entre los palos, un “goal” prolongado se escuchaba entre los jugadores del conjunto que lo había anotado. Al tiempo, el “Goalll”, se había extendido entre el publico, con los italianos apoyando a los “soldados” y los franceses a los “marinos” (ya que de tales armas eran los componentes de cada uno de los equipos en liza).

Para cuando los agotados players dieron por concluido el match, la fiebre del football había sido inoculada entre los asistentes.

Primeros los italianos y luego, con mas reticencias, los franceses, comenzaron a acudir al campamento británico para primero comprender y luego practicar el nuevo sport. Al poco tiempo, se concretó un encuentro, amistoso por supuesto, entre los combinados italiano y francés (los ingleses deportiva, y al tiempo altivamente, adujeron su innata superioridad para negarse a enfrentarse a alguno de ellos por el momento).

Y así, un 22 de septiembre, dos combinados con los mejores deportistas de cada uno de los dos destacamentos se enfrentaron, en un campo de cenizas, en el que fue el primer partido internacional de la historia, ocho años antes del que, según la historia oficial posee dicho honor, un Escocia-Inglaterra disputado en Partick (curiosamente en lo que ahora es un campo de Criquet) en noviembre de 1872.

Lo que nadie recogió desgraciadamente es el resultado del lance. Es casi seguro que fueron los italianos los vencedores, pero…según cuentan algunas crónicas, la escuadra gala se retiró antes del final de la contienda, agraviada por la excesiva dureza de los transalpinos. Pronto empezaban, dirá alguno

Debemos volver ahora al otro campo de juego, al de la política internacional, donde también se dirimía en esos momentos un apasionante encuentro.

Por suerte, la serenidad fue la nota predominante durante la crisis. Aunque Italia deseaba la isla como muestra de la fortaleza de su nueva personalidad y de la no aceptación de ocupación extranjera alguna en tierras que considerara como propias, no deseaba en modo alguno una guerra contra potencias de mucho mayor calibre, y a la que les interesaba tener de su lado en su inevitable enfrentamiento contra los Austriacos. A Francia básicamente lo que le interesaba de la isla es que la deseara Gran Bretaña, así que su codicia era limitada. Por su parte, los británicos casi se veían obligados a reclamar la isla por razones de prestigio, cosas de la grandeza imperial.

A lo largo de octubre, diversas personalidades visitaron la isla. El jefe de royal navy en el mediterráneo, Almirante Seaman, desembarcó, escaló la cima mas alta y plantó allí la Union Jack, en nombre de la Reina Victoria. El príncipe heredero al trono italiano, Umberto Rainerio Carlo Emanuele Giovanni Maria Ferdinando Eugenio, hizo lo propio con la tricolore, días después.

Por ultimo, a finales de mes, el ministro de exteriores francés, el profesor Prevost (un geólogo de gran prestigio) fue el que alzó la enseña tricolor en lo alto de una colina que se asemejaba por entonces al lomo de un toro repleto de banderillas. Se dice que fue en el mismo momento de colocar la bandera cuando pronunciara su mítica frase, inmortalizada mas tarde al dar nombre a una no menos mítica (aunque por otras razones) canción. Lo que el canciller galo dijo fue lo siguiente:

"Je t'aime... moi non plus"

Aunque nadie entendió por entonces tan exclamación (algunos hablarían posteriormente del gusto del mandatario por la absenta), la explicación llegó poco después. Como experto geólogo, el profesor había adivinado lo que el destino deparaba a la isla.

La escasa consistencia del material arrojado por el volcán, unida al incesante oleaje, estaba haciendo desaparecer el islote, al principio con relativa lentitud, a partir de noviembre con una rapidez creciente. El 1 de diciembre, los británicos, los primeros en llegar, fueron los últimos que arriaron su bandera, cuando el terreno emergido había quedado reducido a un centenar de metros cuadrados. Pocos días después, la isla desaparecía bajo las olas.

Dicho hecho aparece reproducido en la canción de la que antes hablábamos, en esta bella estrofa: "Tu es la vague, moi l'île nue"(Tu eres la ola, yo la isla desnuda).

A partir del 2000 la zona comenzó a elevarse de nuevo, y en el 2002 la roca sumergida se encontraba a tan solo cinco metros bajo el nivel del mar. Se habló de nuevo en los periódicos de la “isla”, aunque pronto volvió a caer en el olvido…como cayó lo sucedido el 22 de septiembre de 1964.

En una ceremonia casi privada, lejos de la publicidad de los medios, el patrullero italiano “Andrea Doria” navegando sobre el lugar donde cien años antes se alzó el islote, lanzó al mar un balón, atado a un peso de plomo. En breves segundos, el esférico se perdió en las profundidades…eso fue todo.

Y fue bastante.

Documentación Adicional

.Si os interesa conocer mas sobre Ferdinandea y su historia, podéis recurrir a la Wikipedia o, mejor aun, leer este delicioso artículo de un blog tan absolutamente recomendable como es el de Cabovolo. Por cierto, tal vez la isla reaparezca en el 2020...

Y si, esto es un cuento (aunque basado en buena medida en hechos reales, aunque en muchos casos trasladados en el tiempo), pero… ¿a que hubiera sido bonito que fuera verdad?

sábado, 4 de junio de 2011

El artillero número seis y el Conde de Montecristo

Releyendo viejas revistas (y cuando digo viejas hablo de ejemplares de los años 50), descubro de cuando en cuando pequeñas joyas en forma de anécdotas que, sean o no ciertas, son sin duda dignas de darse a conocer. Lo que viene a continuación son un par de estas historias en minuscula...

La primera sirve para entender lo absurdo que es en ocasiones mantener tradiciones, usos o costumbres, cuando las circunstancias que las hicieron nacer han variado...

Cuestion de fechas(publicada primeramente en United nations world, posteriormente en el reader digest de agosto de 1953).

El Manual ingles para el servicio de los cañones de 15 cm. tuvo que ser sometido a revision a causa de que en la exhibicion de una pelicula de adiestramiento, hecha de acuerdo con lo prescrito en ese manual, aparecio que el artillero Nº 6 se mantenia elegantemente en posicion de Firmes durante todo el ejercicio, sin efectuar operacion alguna.

Despues de laboriosas indagaciones, los oficiales del estado mayor dieron con un veterano de la guerra de los boers que les pudo explicar la funcion encomendada al artillero numero 6.

Recordó el veterano que la mision del artillero Nº 6 en aquel tiempo , era la de sujetar los caballos que arrastraban el cañón.

En cuanto a la segunda (publicada en el Selecciones del reader digest de Enero de 1957), creo que alegrará el dia a cualquier amante de la novela de aventuras...

Alejandro Dumas Padre se imponía la obligación de escribir determinado numero de paginas diariamente, y no se detenía hasta terminar la última linea de la última pagina. En la mitad de una página, al final de cierta jornada, acabó de escribir los tres mosqueteros.

Trazó una raya divisoria, y a continuación estampó estas palabras:

El conde de Montecristo,novela por Alejandro Dumas, y seguidamente escribió la primera pagina de la novela en la misma pagina en la que habia terminado la anterior.

Quién sabe...se non é vero, é ben trovato.