jueves, 30 de diciembre de 2010

Desvariando

Nunca llegaras a conocerme, ni siquiera sabrás quien fui.

No recordaras mi cara, mi nombre, mi voz. No te preguntaras como era, a quien amaba, por que sufría, que me hacia derramar lagrimas en silencio o el porque de esa sonrisa prendida en mi rostro.

Y sin embargo, si el destino nos hubiera unido, habrías dado sin dudar tu vida por mí. Y yo te habría imitado, detestado, querido, irritado, te hubiera amargado la existencia…te habría hecho existir. O más bien, tú a mí.

No es cuestión de lamentarse. Hay tanta gente caminando sobre la tierra, que uno no sabe si realmente hubiera merecido la pena…No es por despreciarte, se que eres buena persona, algo demasiado ingenuo, algo demasiado blando. Pero no creo que tus genes fueran precisamente un depósito de genialidad. Seguramente habrías pretendido transmitirme esos valores caducos que te gastabas, honradez, respeto por lo que haces y a los demás, no dañar a nadie sin motivo, lealtad… ¿te sirvieron realmente de algo, alguna vez? ¿Estar en paz con tu conciencia era premio suficiente? Seguramente si yo estoy donde estoy, o mejor dicho, no estoy donde estas, en parte es debido a esos absurdos tabus que te impones…pero no te culpo, casi debo agradecerte tu falta de voluntad.

Nunca tuve demasiadas opciones, así que tampoco albergué ilusiones excesivas. Quien sabe, puede que las cosas hubieran salido bien, o tal vez, como en la mayoría de los casos, simplemente hubieran salido. Ni siquiera apostaré por cuanto hubiera vivido…porque, ¿Cuánto vivís realmente? ¿Llamas vivir a esa eterna repetición de dormir, comer, trabajar? Uno, desde aquí fuera, casi apuesta más por la calidad que por la cantidad. Pero tampoco nos pongamos a discutir por tan poca cosa.

En el fondo, tal vez sea mejor así. Tú allí, yo aquí. Tu enfrentándote al mundo y sobre todo a ti mismo, yo aguardando a que mi tiempo se acabe. Cada día que pasa queda menos, y uno ya se huele el final. Y si, a nadie le amargar un dulce, correrse unas juergas, disfrutar del amor y gozar de la vida…pero visto lo visto, seguramente no compensa perder tanto tiempo por unos pocos instantes de felicidad…o de algo mínimamente parecido, que uno se conforma con poca cosa…Y total, no veo que en tu mano este hacer demasiado por mi.

Pero oye, que en serio, no te culpo. De hecho, hasta te deseo suerte. Rebobinando la cinta de tu existencia (por cierto, menudo tostón, todo sea dicho sin animo de ofender), creo que la vas a necesitar. Si fuera tú probaría hasta con alguna medallita de Santa Rita.

En fin, me quedo algo más tranquilo, dejando las cosas claras. Que te vaya bonito, nos vemos…o no.

Firmado:

Del hijo que nunca fue al padre que nunca tuvo…

lunes, 27 de diciembre de 2010

El fín

Sueñas.

Desde el primer pensamiento que tu mente logra recordar, atrás, perdido en la memoria de una infancia cada vez mas lejana, junto a ti, despierto o dormido, han estado presentes esos retales de una realidad paralela que tantas veces hubieras deseado que fuera menos paralela y más real.

En ocasiones has sido mero espectador de la fantasía desatada por tu cerebro, en otras, has intentado dirigirlos, creando imaginarias construcciones mentales, tan hermosas como frágiles, rotas una y otra vez en mil pedazos.

Has soñado con el amor, con el triunfo, con el futuro e incluso con el pasado. Has viajado por el mundo y por el interior de tu mente, has escalado las mas altas cimas, esperando que al otro lado se encontrara, por fin, el paraíso.

Y siempre, el final, fue el mismo. Un despertar repentino, un postrero e inútil intento de conservar los últimos destellos del sueño, aferrándote a su recuerdo, intentando que no se perdiera del todo y para siempre.

Y a pesar de caer derrotado una y otra vez, conservabas la esperanza de que en algún momento, aunque fuera tan solo una vez, tus sueños se convirtieran en realidad.

Y sucedió. Lo recuerdas con claridad, de hecho lo haces constantemente, retrocediendo una y otra vez al instante exacto en que la frontera entre ficción y realidad saltó por los aires, y lo que pensabas que nunca podría llegar, lo que parecía reservado al terreno de la quimera, se convirtió en historia.

Por fin habías coronado las montañas y si, allí, al otro lado, el edén se abría ante ti. Ya no quedaban barreras que superar…

Pero con el tiempo, te diste cuenta. A veces cuando lo ganas todo, lo pierdes todo.

Ojala el tiempo te devuelva la ilusión, pero hoy por hoy no confías en el futuro, no crees que nada pueda ir a mejor, tan solo empeorar. Y cuando recuerdas aquella noche de Julio, ya no quieres volver la vista hacia delante, prefieres quedarte para toda la eternidad justo en el segundo antes de que tu sueño se cumpliera y la esperanza muriera para ti.

domingo, 12 de diciembre de 2010

treinta y cinco

Hace un año, por estas fechas, escribía esto…(13 de diciembre del 2009)

“Nació con el don de la risa, y la intuición de que el mundo estaba loco…”

Así comienza Scaramouche, en lo que es uno de los mejores principios de la historia de la literatura. De hecho hay muchos libros (y vidas), que no llegan a poseer en todo su extenso (y baldío) contenido una chispa de genialidad semejante.

¿Pero…cuando comienza algo, realmente?

Generalmente las historias que vemos o leemos, se limitan a mostrarnos un periodo limitado de la vida de una persona (o sociedad, o época). Fijémonos en el Quijote. Nos encontramos con un protagonista de edad avanzada, y conocemos sus peripecias a lo largo de un cierto tiempo, muy reducido. Pero todo lo que fue su vida anterior queda definida en unos pocos párrafos.

En cierto sentido, si seguimos el hilo del pensamiento, podríamos decir que no importa lo larga que sea una vida, sino lo que en ella se viva. Que alguien puede tirar quince o veinte años de su existencia, perdido en la inanidad, y luego vivir en seis meses experiencias suficientes como para escribir varios libros (o al menos uno delgado con letras gordas). Y esas vivencias pueden ser hermosas, o terribles, pueden llenar el corazón de gozo, o rasgarlo con cicatrices indelebles. Porque no existe día sin la noche, como no puede existir la alegría sin el dolor.

Pero…el día que de verdad entendemos que es mejor arriesgarse y fallar (ese manoseado “mejor haber amado y perdido, que nunca haber amado” no por repetido menos cierto) que encerrarse en una concha intentado no sufrir (y con ello de paso negándonos el acceso a la felicidad), ese día, seguramente volvemos a nacer. Y tal vez ese nuevo comienzo sea mucho mas verdadero que aquel lejano momento del que nunca podremos acordarnos porque la consciencia de nuestro ser llega siempre con unos años de retraso.

Nunca, nunca, es demasiado tarde para volver a empezar, y a veces es necesario un traspiés, una dolorosa caída, para volver a levantarse y arrancar de nuevo. Lo que nos hizo a los humanos lo que somos fue nuestra facultad de adaptación, nuestro cambio perpetuo. Porque si algo nos caracterizas, es que no somos (y malo del que si que lo sea), la misma persona a los 20 que a los 30, de que el recorrido vital que hacemos va sumando experiencias, que a modo de ladrillos nos ayudan a seguir construyéndonos continuamente a nosotros mismos. Y aunque pensemos que no podemos hacer algo, aunque seamos incapaces de imaginarnos haciendo ciertas cosas, muchas veces nos llevamos la sorpresa, años después, de que tales cosas las hicimos. Y no es que nos convirtiéramos en superhombres, ni magia alguna nos tendió la mano para ayudarnos. Solo nosotros somos capaces de derrotar a nuestro mayor enemigo, nosotros mismos, y el peligroso conformismo que nos atenaza. Nunca digamos “No podemos”, al decirlo plantamos la primera piedra para el desastre.

Y al tiempo, debemos dejar de vivir el pasado (porque no podemos vivir algo que esta muerto por definición), y pensar que siempre mañana será otro día, con 24 nuevas horas esperando que las usemos para lo que queramos. Y nadie más que nosotros seremos responsables de nuestros actos y nuestras decisiones, de nuestros fracasos, pero también de nuestros éxitos. Porque esa libertad nuestra que tanto temor causa a casi todo el mundo (si existen los totalitarismos es por el miedo que la gente se tiene entre si, y en el fondo, a si misma) es lo que nos hace ser una especie de dioses a pequeña escala.

Ayer cumplí 34. En los últimos tiempos, cada cumpleaños era para mí un trago amargo, un paso más hacia el final del camino, un estar mas cerca del adiós, un ver como la juventud se me escurría entre los dedos, como los granos de arena de la playa. Y eso, el pensar más en el final que en el recorrido, me impedía disfrutar de todo lo que la vida ofrece.

Ayer sin embargo, estaba contento. He cambiado, me encuentro mas vivo que jamás en mi vida, intento superar día a día los miedos que me atenazaban, y arriesgarme donde antes me retiraba, hacer cosas nuevas, descubrir nuevas experiencias. Nada esta escrito, y aunque el amargo fruto de la derrota sea más de una vez el único premio que me aguarda, prefiero cosecharlo antes de ser un mero espectador de mi propia existencia.

Si alguien me hubiera dicho tres meses atrás que vería el mundo con estos ojos, le habría tachado de loco. Para mi entonces solo se abría por delante un tenebroso y oscuro túnel sin final. Descubrir que tenia salida, y que tras él el sol brilla mas fuerte que nunca, es seguramente lo mejor que me paso jamás.

Nunca rendirse, nunca bajar los brazos, siempre tener esperanzas, pero al tiempo poner el esfuerzo necesario para que esas esperanzas no sean mera quimera. Y si, sin duda, tener suerte, y que los hados sean benignos contigo. Pero una cosa es que la suerte influya, y otra dejar a nuestro destino únicamente en los cambiantes designios de la diosa fortuna.

Me despido de vosotros, deseándoos que mañana sea otro día…que es mucho más de lo que parece….

Volvemos al presente, 12 de diciembre del 2010.

…Y pasó un año. Y ahora, conduzco, en uno de esos pequeños milagros cotidianos que nada parecen y todo lo son. Y tras un principio de otoño frenético, estrené coche, trabajo, y piso. Me dio tiempo a sentir dolor, alegría, esperanza, desilusión, a estar en una nube y a caerme de ella, a creer que me ahogaba y a respirar al fin, a andar un trozo más del camino…en suma, a vivir. Y ahora, en una especie de truco lingüístico, las palabras se trastocaron, dejé de ser un joven maduro, para pasar a ser un maduro joven…

Releo ahora lo que escribí en mi anterior cumpleaños, y en cierto sentido, y por una vez, me siento orgulloso. Este año cambio mi vida, y en muchos casos sin que por entonces hubiera podido imaginar lo que iba a suceder. He hecho cosas, me he arriesgado, me he atrevido, he cambiado. Y si, algunas veces salió cara, otras surgió la cruz. Pero al menos la moneda giró, estuve en el juego, deje de ser espectador, para protagonizar mi propia historia. Y aunque la sonrisa de mi rostro sea amarga en ocasiones…sigue siendo una sonrisa.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Insomnio

Debería estar durmiendo. Acaba de sonar el reloj. Las dos de la madrugada. Pero no tengo sueño, y sin ganas de dormir, acostarme solo es una invitación a dejar vagar sin rumbo la mente. Y se a donde lleva. O a donde no lo hace. Dando vueltas sobre los mismos temas, alzando castillos en el aire, que sabes que caerán al primer soplo de realidad, sintiendo los minutos pasar, atrapado por el insomnio. Cierro los ojos, pero ningún interruptor es capaz de detener mi cerebro. Estoy cansado, pero mi cabeza burbujea, en plena actividad.

Es una condena que cumplo cada noche, y que parece no tener fin. Aun intento encontrar el crimen que me hizo merecedor de tal castigo. Envidio a aquellos que conjugan casi de inmediato los verbos acostar y dormir. Ese intervalo que para algunos es cuestión de minutos y que para mi se mide por horas.

Es inútil. Por mucho que dilate el momento, este llegará. Se lo que va a pasar en las próximas horas, con una certeza absoluta. Apagaré la luz, caeré sobre la cama, y…me dejare llevar. Saltare de aquí para allá, imaginando que sueño, mientras la mente me amarga con paraísos prohibidos, amores vedados y deseos imposibles. Intentare dirigir mi destino… y fracasaré en el intento. Supongo que es mi sino, que ni en sueños sea capaz de atrapar el mañana y hacerlo mío.

Pero…al menos ellos ya se marcharon. Esos terrores invisibles, oscuros, que aprovechaban la vigilia para atormentar mi alma, acuchillándola sin misericordia con hojas sin filo, que no traspasaban la piel pero herían con mortal dolor, se fueron. O, si por una vez quiero ser amable conmigo mismo, los vencí. Tal vez aún estén esperando ahí fuera, buscando una rendija en la muralla para volver a entrar…pero esta vez, estoy preparado.

Es el fin, toca ceder al cuerpo el derecho a intentar presentar batalla a la mente…ojala logre derrotarla con prontitud, y si no…solo queda esperar el nuevo amanecer.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

La emperatriz y el banco

La emperatriz paseaba por los jardines, solitaria, con apenas media docena de damas de compañía girando a su alrededor, como planetas en órbita alrededor de una estrella.

Aburrida, de si misma y de la insulsa conversación de sus frívolas acompañantes, un impulso le hizo cambiar el rumbo. Abandonando los senderos conocidos, se internó en zonas del parque jamás holladas por sus delicados zapatos.

Y allí, bajo la cortina de verdor que una hilera de centenarios árboles tejía en el horizonte, divisó un banco.

Y junto a el, marcial como solo sabe serlo un soldado de la guardia, un recio muchacho, arma al hombro, vigilaba.

El que, era un misterio.

La emperatriz se acercó, mientras el militar se cuadraba (aun más). Curiosa, le preguntó el motivo de su presencia en aquel escondido rincón, a lo que el enrojecido joven solo pudo responder con un balbuceante: Cumplo órdenes, su alteza.

Nada más. No entraba en su deber cuestionarlas, solo sabia que existía un puesto de guardia en el parque, junto al banco, y que hoy le había tocado a el guarecerlo. Desconocía el motivo, pero al menos desde que el entró en el destacamento el lugar siempre estuvo protegido.

La noble dama siguió su camino, pero en su pensamiento aun perduraba la desazón. Quería resolver el misterio, y así, cuando por la noche, en la cena, se encontró con su imperial marido, le transmitió su inquietud.

El, galante, encargó a su Edecán que encontrara la solución del enigma. El Edecán, un militar de alto cargo, transmitió el deseo del emperador al chambelán de palacio. El chambelán pasó las órdenes del Edecán a su ayudante…el cual al menos tomó la sabia decisión de hablar con el archivero. El pobre hombre tuvo que trabajar a destajo, durante un par de días, hasta que por fin encontró la respuesta…que rápidamente fue pasando de mano en mano hasta que a la hora del desayuno llegó a la del monarca, que, tras leer el mensaje sin apenas prestarle atención se lo paso a su reina.

Y por fin, la dulce soberana pudo respirar tranquila…Lo que decía la nota, era lo siguiente. Medio siglo atrás, durante el gobierno del primer Napoleón, el banco del parque había sido pintado. Para evitar que las princesas de la corte, distraídas, pudieran sentarse en el, manchando sus ropas, alguien había mandado colocar un centinela que advirtiera del peligro…

Pero, errores de la burocracia, nunca jamás, nadie, había pensado en cancelar la orden. Así que, día tras día, año tras año, un valeroso soldado permaneció apostado junto al peligroso banco, para evitar quien sabe que malignas intenciones por parte de tan malévola pieza de mobiliario. Porque ya se sabe, nunca hay que fiarse de los bancos…

Posdata: Lo que he contado aquí es, básicamente, verídico. Es una historia que cuenta Luis Carandell en su libro “Anécdotas de la política”, y la emperatriz protagonista es Eugenia de Montijo, que fuera esposa de Napoleón III, emperador de los franceses.

martes, 23 de noviembre de 2010

El yo pasado

Cualquier aficionado a la ciencia ficción conoce y disfruta del tan gastado como apasionante subgénero de los viajes en el tiempo.

Pocas de las posibilidades y paradojas relacionadas con el tema no han sido tocadas por la pluma de los escritores del pasado.

Lo que va a continuación tiene pues poco de original, me temo…cosas de no ser más que una minúscula gota en mitad del rio de la humanidad.

Presta atención. Mira a la pantalla. Comenzamos.

Si, ese pequeño punto azul oscuro es tu hogar, el tuyo y el de miles de millones de seres más. Un poco atestado, es difícil sentirse solitario en un mundo así, ¿no? Y sin embargo tu casi siempre lo has conseguido…no sabría si felicitarte o llamarte imbécil.

Espera, vamos a acercarnos mas, mucho mas. Traspasamos las nubes, sobrevolamos los campos, penetramos a través de los tejados, y ahí, reclinado sobre la mesa del ordenador…estas tú.

Si, ese eres tu, con algunos años de menos, cierto. Obsérvate. Mira ese brillo apagado de su (¿tu?) mirada, esa especie de huidiza tensión de su cuerpo, esa tristeza que parece rezumar de su alma.

¿Te da pena, te das pena? En el fondo estas sintiendo compasión, te conozco. Sabes lo que vas a sufrir y crees que no lo mereces, que no eres mala gente…Y no, seguramente no lo seas, pero la vida es así, ni justa ni injusta, simplemente, es. Llámara cruel, llámara insensible. No lograras cambiar nada.

Sigues mirándote. Ahora con un punto de desprecio. Por un instante casi sientes odio por esa pequeña criaturita indefensa, cobarde, miserable, perdida entre sus múltiples miedos y sus diminutos problemas. Te dan ganas de agarrarlo, golpearle, gritarle. Quisieras verle reaccionar, atacar de frente a sus temores, en lugar de intentar ignorarlos. Si, lo odias, lo odias por lo que se va a hacer, por lo que te va a hacer. Años perdidos, innumerables días tirados por la borda, un tiempo que por entonces creías infinito desperdiciado para siempre…tus mejores años pasaran, sin haberlos apenas vivido.

Pero no puedes hacer nada. Y aunque pudieras, de nada serviría. Tu no eres el…o el no eres tu, aún. Puede que sea el mismo envase, pero el contenido no es igual. Se tiene que ir llenando, y ninguna frase, ningún consejo, puede sustituir a lo que las experiencias, los malos tragos, las humillaciones y los desengaños irán añadiendo.

Vuelves a contemplarte. Ahora sientes piedad. Lo has comprendido. El no sabe lo que tiene por delante, ni conoce todas esas cosas que has aprendido ahora. Y a pesar de todo, saldrá adelante…arrastrándose, mirando hacia el suelo, dejando que su timidez le cierre el mundo, y que su temor amuralle su corazón. Y al final… ¿Pero…Cuál es el final?...Si, lo entendiste. Puede que justo ahora, tú te estés observando, desde allá adelante… ¿lo harás con ira, indulgencia, orgullo? Gracias a Dios, tendrás que esperar para saberlo…el futuro no desvela sus secretos hasta que se convierte en pasado…eso es la vida, tu vida. Y solo a ti te toca vivirla. Juega, que tengas suerte, la vas a necesitar…

viernes, 12 de noviembre de 2010

La undécima hora del undécimo día del undécimo mes

A la distancia, el incansable martilleo de los obuses continuaba inundando las trincheras con su lluvia de metal, como había venido sucediendo los últimos cuatro años, toda una vida ya. Los soldados aguardaban, refugiados en sus oscuras y deprimentes madrigueras, confiando en que el destino no decidiera hacerles participes de una ultima y cruel broma.

Nadie hablaba, nadie parecía querer interrumpir el monologo de plomo que caía sobre sus cabezas. Su atención, cuando no era distraída por alguna explosión demasiado cercana (y en esos momentos todas parecían caer demasiado próximas), estaba centrada en el reloj, colgado en la pared.

Sus manecillas, conocedoras de ser las estrellas de la función, parecían querer dilatar el tiempo, paladeando su momento de gloria. Mas de uno de los observadores jurarian después que le había parecido que en lugar de avanzar retrocedían.

Y sin embargo, por fin, dieron las Once.

Y de repente, todos lo notaron.

El silencio. Sus oídos, acostumbrados al perpetuo repicar de la metralla, aun no daban crédito a esa ola de quietud que avanzaba a lo largo del frente. No es que ya no rugieran los cañones, ni que las ametralladoras hubieran cesado de emitir su mortal y monótona melodía. Es que parecía que el mundo entero hubiera decidido detenerse durante un minuto, conteniendo la respiración, callando en memoria de todos aquellos que jamás volverían a hablar, a respirar, a sonreír…

Y después, volvió. Primero con suavidad, elevándose lentamente, la algarabía formada por centenares, por miles de voces, quebró la pausa. Se terminó, la pesadilla había acabado. Y sobre los ensangrentados campos, se escuchó únicamente un suspiro de alivio, el de los supervivientes. Para más tarde quedaría el recuerdo a los amigos que quedaron en el camino, entre las alambradas y los cráteres. Pero ahora solo prevalecía una sensación, estaban vivos, y nadie mas, nunca mas, estaría esperándoles desde el otro lado de la colina para exterminarlos…

O eso creían.

Posdata: Ayer, once del once de 2010, se cumplieron 92 años del final de la que por entonces se denominó “La gran Guerra”. Quede este texto en homenaje a los caídos en ese absurdo conflicto, y especialmente en honor de George Lawrence Price, el desdichado soldado que tuvo la desgracia de ser la ultima victima de la contienda, dos minutos antes de las once del once de mes once

Y no puedo evitar que me asalten ciertos pensamientos...¿que pasaría por la cabeza del soldado que mató a George, sabiendo que la guerra iba a acabar, que de nada servia su acción? ¿porque, conociendo que ya carecía de sentido, ambos bandos continuaron disparándose entre si a lo largo del frente hasta que se cumplió la hora? supongo que la respuesta es la misma que a la pregunta de por que gente normal y corriente que jamas mataría a una mosca es capaz de, en una guerra, acabar con la vida de otro ser humano. Y reconozco que casi prefiero evitar escuchar la respuesta...

lunes, 8 de noviembre de 2010

Mirando la vida por el retrovisor

Yo conduzco.

Supongo que para la mayoría, gente al que el hecho de conducir le parece algo mecánico y cotidiano, esta afirmación le sorprenderá por su trivialidad, tanto como si hubiera dicho yo como o yo respiro.

Para mi, sin embargo, que pertenecía hasta hace escasas fechas a ese reducido sector de la sociedad al que el solo hecho de pensar en llevar un automóvil por mitad de una ciudad ponía de los nervios y llenaba de temor, resuena en mis oídos como una especie de magia verbal, como una confirmación de que no hay nada realmente imposible, de que las barreras mas difíciles de superar no son las que están ahí fuera, sino en el interior de tu propia mente.

Nueve años. Y medio. Ese es el tiempo que permaneció un inútil carnet en mi cartera, a punto de caducar, sin que en mi cabeza atravesara siquiera la idea de subirme a un coche. Ni tenia ganas ni fe en mis posibilidades. Hace un año, tan solo un año, si alguien me hubiera dicho que estaría llevando mi propio vehículo y que incluso estaría disfrutando haciéndolo , le hubiera tachado de loco.

Y sin embargo, lo hago. Y cada vez que me subo a el y agarro el volante, siento una corriente recorrer mi cuerpo, recargando mi autoestima. Soy capaz. Lo hice. Y si logré lo que hubiera creído imposible, ¿Por qué no conseguir otras cosas que creía tan lejanas como si un universo me separara de ellas?

He cambiado. Y si algo me lo hace ver, me lo demuestra de una manera fehaciente, es verme contemplando el mundo a través del retrovisor.

Porque lo hago. Cada vez que algún semáforo detiene mi caminar, no puedo evitar posar la mirada sobre el espejo, ejerciendo de improvisado Voyeur, invadiendo la intimidad de quien se coloca tras mis pasos…observo los rostros al volante, el de quienes les acompañan…imaginó sus vidas, como les fue la jornada o como se disponen a afrontarla. Y no suelen ser historias hermosas, porque lo que cristal suele desvelar son semblantes serios, caras preocupadas, cansadas, en ocasiones con un poso de amargura en sus ojos…no, el mundo que diviso a través del espejo no es alegre, o al menos no lo aparenta. Pero no puedo evitar pensar, con tristeza, que tal vez es el mas real de los mundos. Porque lo que veo son personas sin mascara, aisladas dentro de sus corazas móviles, de esa especie de artificial caparazón que es un auto, que no tienen que ocultar sus emociones a otras personas, que se muestran tal y como son, tal y como se sienten.

Y lo que demuestran es que no se parecen sentirse demasiado bien…

Tal vez por eso, por un inútil espíritu de lucha, por llevar la contraria, o simplemente porque me cuesta lo mismo y me apetece, cuando un semáforo me detiene, yo sonrío. Tal vez nunca nadie me mire, pero si lo hace, igual le hago preguntarse algo, aunque sea el porque ese imbecil de atrás parece tan feliz…

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Wilmor y Fankunter (Presentación)

Algo más sobre estos personajes, en este artículo anterior.

Para aquellos de nuestros lectores que no conocen a los protagonistas de esta aventura(vergüenza os tenia que dar, panda de ignorantes) efectuaré una pequeña descripción de los mismos y del hábitat en el que se mueven(o se quedan parados, o duermen, o...).

Empezando por el comienzo, en el principio estaba el verbo...ejem, perdón, esto es otro libro. Bien, como decíamos en primer lugar hablaremos de nuestro querido Wilmor.

¿Qué quien es Wilmor? Definir a un personaje de su calibre no es tarea fácil, pero haciendo un pequeño intento podríamos decir de el que poseía genes de Eistein, Picasso y Nobel. El inconveniente es que de Eistein había heredado el pelo blanco y despeinado, de Picasso su tacañez y de Nobel su capacidad destructiva.

Nacido en un ambiente acomodado(su padre era fabricante de colchones y su madre de almohadas), sobresalió siempre por su gran cabeza(no, cerebro no, cabeza).
Ingreso en la universidad donde era mas conocido por sus combinados que por sus notas, lo cual conociendo sus notas era bastante sorprendente.

Al graduarse, consiguió no se sabe como un puesto de investigador en el colegio de ciencias sagradas(no es que no se sepa, es que es mejor no hablar de ello, en serio), curioso puesto para un agnóstico como él, aunque a los dioses de esta tierra no le importaba demasiado lo que pensaran sus fieles(o sus infieles) ,les fastidiaban igual.

Y ahí entraba Fankunter.

Fankunter ocupa el puesto en el ecosistema humano que en otros lugares se ve rellenado por las urracas o las hienas. No es que le gustara llevarse cosas, es que ellas se deslizaban misteriosamente en sus bolsillos. A diferencia de Wilmor, su familia carecía de cualquier tipo de refinamiento social(de hecho hasta los parias les daban de lado).

Su infancia transcurrió dentro de lo que podríamos calificar de intenso intercambio intelectual, ya que las peleas estaban al orden del dia en su barrio, que no por nada se llamaba la Jungla.
El curioso sistema de ascensión social que regia allí no dejaba de tener un intenso parecido con el de los gallineros, sustituyendo los picotazos por puños y el maíz por... bueno, por lo que hubiera, no era cosa de ser demasiado selectivos.

Al igual que Wilmor, también Fankunter acudió a la universidad, solo que no como alumno, sino en calidad de alivio(de aliviar las cargas monetarias de los sufridos estudiantes).
Así por casualidad un dia coincidieron (mas que por casualidad por las manos inquietas de Fankunter), y como por ese entonces Wilmor necesitaba un ayudante, le propuso entrar a su servicio(en realidad le dijo "o te conviertes en mi ayudante o conocerás lo que sucede en la cárcel si se te cae la pastilla de jabón").
Desde entonces ambos han proseguido sus investigaciones(tan misteriosas que ni ellos mismos saben en que consisten) y provocado infinidad de catástrofes de pequeña intensidad.

Y nos queda hablar de Twinky Winky. ¿Qué se puede decir de ella que no hayan comentado ya los poetas? Bastantes cosas, porque no se sabe por que capricho del destino los poetas no han sido muy pródigos en alabar sus bellezas(tal vez porque la niebla pertinaz y el mal olor permanente no son el entorno ideal de los mismos).
Si quisiéramos en pocas palabras comentar que sensaciones producía la ciudad a los visitantes tendríamos que usar palabras como Escalofríos, pánico y una melancolía instantánea de sus lugares de origen.

Pero eso a la ciudad le daba igual, no era una ciudad para los visitantes, sino para sus habitantes(solamente que no para los humanos, sino para las ratas, los mosquitos...).

A pesar de carecer de atractivos(excepto para aquellos turistas que califican de pintorescas las casas viejas llenas de grietas, o los barrios en los que la policía evita entrar, que de todo hay en la viña del señor), sus ciudadanos sentían una extraña(patológica seria mas acertado)fascinación y orgullo por la misma, no en vano decían que algo como ella no se construía en un dia(ni en muchos, generaciones de arquitectos incompetentes, alcaldes corruptos y clientes con un sentido del gusto estrafalario habían colaborado en crear una urbe única en su genero, gracias a los dioses).
Si las ratas no habitaban en miríadas sus alcantarillas no se debía a su limpieza, sino a su inexistencia. Pero algo bueno tenia la ciudad, era una ciudad de un dinamismo y una vida interior exuberante, si uno se quedaba quieto lo más probable es que en un minuto le hubieran robado en 6 idiomas distintos.

Pues bien, en este entrañable lugar(por lo lleno de vísceras que esta), es donde comienzan las aventuras de nuestros dos héroes (si hasta Bill gates es un héroe, ¿por qué no estos dos?). Estad atentos, o sufriréis las consecuencias.

sábado, 23 de octubre de 2010

La barrera

Entre ellos se alzaba una barrera invisible, no por intangible menos real. Les separaba, imposibilitando su acercamiento, el contacto directo, ese sutil toque en la piel que equivale en las relaciones entre hombres y mujeres a la deriva de los continentes.

Sentía que la presencia del muro era responsabilidad propia, y también que con una sola palabra podría abatirlo, pero… ¿Qué palabra era, y cual había sido su delito? ¿ merecía tal castigo?

La miró. Como ausente, ella esperaba. A quien o que no lo sabia, pues su mirada se perdía en el vacío.

Frío.

Una sensación glacial rezumaba de su cuerpo. Y entonces, surgió la duda.

¿Debía intentar derribar la transparente muralla? ¿Quería ella que fuera destruida? ¿Y si no era el el causante de la misma, sino que ella era quien la había levantado como defensa para evitar su conquista? ¿Era hora de cesar en su acometida, levantar el sitio, arriar las banderas y emprender la retirada? ¿Era lícito continuar en su empeño?

Conocía la respuesta, para su desgracia, pero hubiera deseado tener una señal. Aunque… ¿No era la ausencia de señales una señal en si misma?

Notó otra sensación surgir de la nada, creciendo poco a poco, hasta abarcar todo. La duda dio paso a la tristeza, una tristeza apagada y silenciosa, pero no por ello menos dolorosa.

Cuando se pierde algo que no se ha llegado a ganar y no se conoce el motivo, casi duele mas (casi) no encontrar la explicación que el hecho del fracaso.

La volvió a mirar. Quería acercarse, abrazarla, intentar fundir con su cuerpo el hielo de su rostro, revivir sus mejillas, calentar su corazón. En su mente repetía la escena una y otra vez, pero…

Como en las películas, aquello era solo ficción. La línea que separa el coraje del sinsentido era muy tenue. Lo que el podía entender como valor, persistencia, podía no ser mas que una insistencia cansina e inútil. Había que saber cuando parar…lo que hubiera dado por conocer cuando era cuando había que hacerlo.

De repente, saliendo de sus ensueños, se dio cuenta de que una niebla espesa había comenzado a levantarse, engullendo en su seno el paisaje, y a ella.

Impotente, asistió a la paulatina desaparición de su… ¿amada?, tras el blanco manto.

Por un instante, antes del adiós final, se le antojó ver como giraba su rostro enmarcado por la negra cabellera y le miraba fijamente, a el, solo a el.

Y mientras la imagen se fundía en blanco, aun creyó atisbar el brillo de su mirada, la última luz del último faro antes del fin.

martes, 19 de octubre de 2010

Lo que de verdad importa...

Allí abajo, en la oscuridad de la tierra, unas docenas de hombres soñaban con el sol.

Habían pasado semanas, incluso meses. Todo parecía tan lejano…el viento, las nubes, ese cielo infinito que se antojaba imaginario tras tanto tiempo contemplando esa asfixiante cúpula rocosa.

La esperanza, el saber que desde arriba llegaban en su rescate, se mezclaba en sus mentes con la tensión de la espera, el desasosiego permanente de que algo pudiera salir mal, el saberse atrapados, sin salida, solos y en cierto sentido incapaces, ya que nada podían hacer por sus propios medios para lograr su liberación…salvo mantenerse vivos y cuerdos.

Fuera, arriba, en la superficie, en otro mundo, a unos cientos de metros en línea recta, a un universo de distancia para ellos, aguardaba el resto de la humanidad. Y como es inevitable, tratándose de la raza humana, convivían la sincera preocupación con repulsivos intentos de usar el drama en beneficio propio, el trabajo y el esfuerzo de algunos por salvar a los atrapados con el propósito de otros de convertir el rescate en un espectáculo mas…el hombre era al tiempo ángel y demonio, tan capaz de ensuciar todo lo que tocaba como de realizar cualquier hazaña sin esperar nada a cambio…

Y sin embargo, allá en la mina, mas cerca del infierno que del paraíso, el aislamiento, la imposibilidad de hacer otra cosa que soñar, había producido el milagro.

Cuando nada tienes y nada de lo que tienes te sirve realmente de nada, te das cuenta de lo realmente importante. Y no es ese coche grande, ni esa televisión de 40 pulgadas. No, lo que deseas es ver de nuevo esa sonrisa en su cara, el tacto de su mano, el rostro de tus hijos, sentir la brisa en tus mejillas, pisar el suelo y mirar arriba y sentir como tu mirada se pierde sin encontrar el techo, hasta el infinito… Nada de eso se paga con dinero…parece barato, gratuito, y por ello despreciable…solo cuando te faltan te das cuentas de que lo mejor de la vida no se compra en los grandes almacenes, ni en los concesionarios… Al final resulta que no estaba desencaminado aquel filósofo del balón cuando dijo aquello de "Las cosas que tienen valor no tienen precio. Y las cosas que tienen precio no tienen valor".

Esto, el saber que en el fondo nada es demasiado importante, salvo lo que en el corazón mora, es lo que a mi, al menos, me quedara de ese escenario de película (aunque ninguna película pueda lograr ser mas emocionante que la vida real) que durante meses penetró en nuestros hogares desde un pequeño rincón chileno.

Y la próxima vez que sufra por algo que parezca importante (pero no lo sea) se que lo haré un poquito menos…prefiero pensar en cierta sonrisa y en la suavidad de su piel

Posdata: Dude en publicar esto, porque una vez escrito, creo que puede ser considerado oportunista...pero se que al menos no era esa mi intención .Lo que intente es reflejar la sensación que me quedaba en el alma esa noche, cuando pensaba en lo que había sucedido y estaba sucediendo...que lo que deseaba no era una consola en la mano, sino una mano que me consolara...

lunes, 4 de octubre de 2010

El zamporin Maullador

Como algunos de mis "amigos" siempre estan criticando que solo escribo "cosas tristes", os voy a ir dejando en las próximas semanas una serie de relatos cortos de humor absurdo (lo absurdo es porque le llamo humor), con un par de protagonistas que se van repitiendo a lo largo de los mismos. Este que publico hoy esta un poco aparte del resto, os lo dejo para que os hagáis una idea del tono que tienen los mismos. En el próximo, la presentación de los personajes...

- no es un sombrero roto, es un zamporin maullador-, dijo Wilmor

- ¿y que carajo es un esorraro maullador?-respondió intrigado Fankunter

- Para que te hagas una idea, piensa en un galgo corriendo tras un conejo de peluche en un canódromo durante 10 horas.

- ¿Y?

- Bueno, no tiene nada que ver, pero imagínate lo flaco que se quedaría el pobre perro. Pues bien, mientras eso hubiera tenido lugar, el Zamporin, que aunque por su aspecto no lo parezca es uno de los más malignos seres de la creación, el zamporin, no hubiera movido un dedo.

- ¿y eso es malo?mas bien indicaría que es o un vago redomado o que no tiene dedos

- No, lo malo es que tras esto mataría al galgo, rompería el conejo de peluche y si hubiera algún niño con un globo cerca se lo estallaría.

- Bueno, bueno, se ve que no has vivido en mi barrio, eso no es tan malo

El zamporin, aburrido por la conversación, alzó la cabeza y miro con sus verdes ojos a Fankunter.

Si, ahora lo comprendía, tenia la misma mirada que un inquisidor en el momento de ordenar que se diera otra vuelta de tuerca en el potro, el segundo después de que el torturado hubiera muerto.

Y lo peor es que lo habría hecho pensando en lo hermoso que sonaría el crujir de los huesos desgarrándose.

-¿por cierto, por que se le llama maullador?

-cuando tiene hambre su estomago emite un sonido similar a un maullido.

-¿un sonido similar a ese que acaba de oírse?

-hum, yo diría que virtualmente idéntico.

-Y si no es indiscreción, ¿de qué se alimentan?

-básicamente de cualquier cosa cercana que no este corriendo a toda velocidad en dirección contraria...(próximamente en sus kioskos)

domingo, 26 de septiembre de 2010

La amistad (con gotas de fútbol)

El artículo que podéis leer a continuación fue publicado originalmente en el mes de agosto en el blog Café Fútbol. Lo digo, más que nada, por si notáis alguna disparidad en las fechas que aparecen. No es un relato de ficción, sino un reflejo fiel (si mis recuerdos pueden serlo), de lo que sucedió aquellos dias…

Esta crónica o lleva cociéndose un largo periodo, y es al tiempo la respuesta a una petición y un homenaje. Quería recordar aquí a quienes me acompañaron en la conquista del mundial (porque si, en cierta forma siento que yo también lo gané, aunque solo sea por lo que sufrí), y hablar de aquellos momentos que compartimos. Se que no voy a ser capaz de hacerlo de forma que guste a todos ellos, pero al menos, intentalé hacerlo a mi modo, de forma honrada (y si, algo pedante, o al menos cursi, uno no puede evitar caer en el sentimentalismo, que le vamos a hacer).

Un mes ha pasado, y aun en ocasiones sigo creyendo que todo fue un sueño. He visto muchas veces repetido el gol de Iniesta, casi podría decir cuantos toques se dan, que sucede, fotograma a fotograma, durante ese medio minuto que dura la jugada decisiva. Y a pesar de todo, sigue sin parecerme real. España, campeona del mundo de Fútbol…me es imposible asimilar por completo que ambos términos estén en la misma frase, y no sea un error.

Echo la vista atrás, a todo lo vivido entre el 16 de Junio y el 11 de Julio, entre el pitido inicial del España- Suiza y el final del Holanda-España, ambos sonidos procedentes de los mismos labios, los de un Howard Webb que aun debe estar sacando tarjetas en sus pesadillas. Y los recuerdos me parecen difusos, menos claros de lo que me imaginaba.

Todo comenzó con Suiza. Tierra de relojes, bancos, chocolate…y por supuesto, catenaccio.

No vi el partido completo. Solo en casa, la primera parte me la pase escuchándolo por la radio, inquieto. Dominio si, pero seguía el cero a cero. Los fantasmas empezaban a aparecer.

Decidí bajar a ver por la tele la segunda mitad. Y la cosa empeoró, el gol de Suiza, la inoperancia del ataque español…me fui, esperando que lograran al menos un gol, mientras yo sufría en silencio y a ciegas. Pero el marcador no se movió, y el mundial comenzaba de la peor forma posible. No diría que era inimaginable, porque la afición española en general (y yo en particular) tiene imaginación de sobra para ponerse en lo peor, pero si que fue doloroso.

Daban ganas de abandonar, de ignorar el mundial, de hacer como si no importara. Y seguramente así lo hubiera hecho en otros tiempos…

Pero no sucedió. Unos días antes del segundo partido contra Honduras, unos cuantos amigos nos citamos para ver el choque.

Antes de seguir, quiero que se entienda una cosa. Soy del Sevilla, pero no he vivido ninguno de sus éxitos en “directo”. No vi ninguna de sus finales, ni creo que vea ninguna de las que puedan llegar. Así que asistir a un partido en el que un equipo que siento como mio se juegue algo es casi un ejercicio de masoquismo…y hacerlo seis veces seguidas, debe convertirme en una especie de pervertido amante del sufrimiento…

21 de Junio, en casa de Luís.

Describamos el escenario, porque a partir de entonces, la historia, la nuestra y la de la selección, al menos en nuestras mentes, transcurre entre las paredes de ese apartamento.

Si dijera que es un típico piso de soltero acomodado, tal vez podría dar lugar a falsas impresiones, dado las connotaciones que a veces ofrece las palabras “piso de soltero”. No, no se trata de uno de esos antros llenos de cascos de cerveza, pósters de mujeres desnudas por las paredes y cucarachas caminando entre las cajas de pizzas vacías. Más bien, todo lo contrario. Esta casi demasiado limpio, en ocasiones dan ganas de entrar con guantes en manos y pies, para no contaminar con nuestra sucia presencia la inmaculada atmósfera del lugar. Y la decoración hace juego al continente, espacios amplios que evitan oprimir, cálidas paredes, suaves cojines en donde hundirte… Es ese tipo de apartamento que haría que una mujer admirara profundamente al propietario del mismo por su buen gusto...para en cuanto pudiera atraparlo en sus redes cambiarlo por completo, en busca de dar un toque femenino, de que al entrar alguien allí no pensara en “El”, sino en “Ellos”. Y yo al menos lo entendería, se nota en exceso el caracter de su ocupante, es, si un piso puede asumir este calificativo, demasiado personal.

Aprovechemos de paso para dar entrada en el articulo a nuestro anfitrión, el primero de los personajes en aparecer en escena. Dotado de una Mente matemática que le hace parecer en ocasiones demasiado cuadriculado (de acuerdo, es directamente un maniático en determinados aspectos, para que engañarnos), el “bonico y misterioso” del grupo es de esos tipos que casi tienen que ir apartando a las chicas como si de una estrella del rock (en su caso del Post grunge decadente) se tratara. Que si, que no es un mito, ese tipo de personas existen, yo puedo dar fe de ello. Que le vamos a hacer, unos nacen con estrella y otros estrellados. Total, en realidad no le hace falta que nadie describa sus méritos, en esos temas no tiene abuela…Si hiciéramos una metáfora futbolística, seria el Cristiano Ronaldo del equipo.

Avancemos en la crónica. Cuatro fuimos los espectadores en ese segundo acto del mundial español. Luis, Pepe, Antoñito y yo. Mentiría si dijera que sufrimos demasiado. La superioridad fue tan absoluta, que las preocupaciones se deslizaron desde el si
íbamos a ganar a como estábamos haciéndolo. Si, aquí es cuando entra en escena el doble pivote, algo casi merecedor de la excomunión (y lo de casi no es por falta de ganas, sino por su ateismo militante que le haría ver dicha condena como algo demasiado leve) para del Bosque, en opinión de Pepin. Para el sobraba alguien en el medio centro, y dado su barcelonismo el damnificado debía ser Xabi Alonso. Dado lo mucho que en general en el grupo se disfruta rebatiendo a Pepe (pertinaz en la defensa de sus principios en sus palabras, dogmático cabezón en las de algunos de sus contertulios, “enrocao” en la de otros) y lo mucho que el se obceca en sus convicciones (por si acaso no le mencionéis a Leonardo Dicaprio), era inevitable que el tema fuera recurrente a lo largo de lo que quedaba del mundial. Al menos en esta ocasión sirvió para hacer más atractivo el transcurso del encuentro. Pepe, en lenguaje futbolístico, seria como Menotti o Cappa, un purista amante del virtuosismo, pero que cree que solo hay un estilo valido para triunfar, que es el suyo. Y si no se gana así, no merece la pena.

25 de Junio. España-Chile. En juego el pase de fase. Solo tres pudimos acudir al evento. Además de Luis y yo, Antoñito, el Marques. Singular mancebo dotado de una contagiosa expresividad y una verborrea definitivamente atrapante (eso si, que nadie le pida que recite lo de “si tu quisieras y de mi dependiera”…), es el único del grupo “atrapado” en las garras de uno de esos temidos individuos del sexo opuesto llamados Novias. Si dejamos de lado que la suya es simpática y muy atractiva, esta claro que todos debemos compadecerle. Su aversión por toda carne de “pluma” (y el conejo esta incluido entre ellas, no me preguntéis por que) y un cierto aire señorial son algunas de los otros rasgos destacables de alguien que en un equipo de fútbol ejercería un papel similar a Capdevila. Y no por sus carreras por la banda, sino por sus bailes con cubatas.

Del partido, poco que decir. Aunque Chile comenzó el choque de forma impecable (salvo por su excesiva dureza), los goles de Iniesta y Villa tranquilizaron el encuentro. La segunda mitad, soporífera (y, a mi parecer, vergonzosa en su ultimo cuarto), fue el momento mas bajo en nuestro seguimiento del mundial. Habíamos cumplido, tocaban los octavos.

Martes 29. En esta ocasión, a los tres que repetíamos del anterior encuentro se unía un nuevo contertulio, Sito. Que decir de Sito…sin que nos denuncie por injurias.

Sofisticado (para algunos casi Snob, aunque eso sea mas pose que realidad), si estuviera
sobre un terreno de juego seria una especie de Guti, genial en ocasiones, pero de escasa movilidad el resto del tiempo. Pero, para ser sinceros, el sitio de Sito seria fuera del campo. Y no, no me refiero sentado en el banco de los suplentes, no, su puesto seria el de entrenador, tiene alma de manager. Dotado de un espíritu tenazmente positivo, es un motivador nato. Eso si, para que os hagáis una idea de sus características, seria una especie de cruce entre Lillo y Valdano. En los viajes, si el pusiera la música, seria más sencillo escuchar a Astrud, los Planetas o algún perdido grupo Indie noruego que cualquier hit de los 40.

¿Qué decir del partido? Que la superioridad de la selección española nos fue animando poco a poco, y que el gol de Villa nos pareció algo casi inevitable, un acto de justicia. Nos aguardaban los cuartos, ante un rival que por nombre parecía más sencillo que el conjunto luso…aunque fiar, nos fiábamos muy poco, y menos con los antecedentes hispanos.

Sábado 3 de Julio. España-Paraguay. Cinco somos los participantes en la cita. Luis, Antonio, Pepe , yo y Felipe. Felipe. Gran persona (en lo alto y en lo humano, capaz de recorrerse 50 kilómetros subiendo montes en un día y luego salir de fiesta y resistir más que cualquiera de los demás), es sin embargo un quemasangre de fama mundial. Asistir a un partido de fútbol con el al lado es un continuo runrún de criticas, comentarios derrotistas y nervios en tensión. Lejos de incomodarle su fama, la cultiva con deleite, vive su papel, “mejorándolo” (haciendo un símil balompédico, su puesto en el campo debería ser el de uno de esos defensas pesados a los que encargan hacer un marcaje al hombre, amargando la vida de su oponente). Y si recordáis el choque ante los guaranies, os imaginareis que fue de lo más propicio para que se gustara en su actuación. Y es que al lado de “plácido”, en comparación, enfrentamiento contra nuestros vecinos peninsulares, el de Paraguay fue un partido a cara de perro. Jugando mal, con un rival que supo manejar sus cartas a la perfección, nosotros sufrimos, como mínimo, tanto como nuestra selección, siempre con ese horizonte final de la historia trágica que nos precedía en esta ronda de telón de fondo.

Cuando nos pitaron el penalti en contra tocamos fondo. Parecíamos condenado a repetir el drama…con la parada de Casillas se rompió la maldición, y la esperanza regresó triunfante. Si, el penal que nos obligaron a repetir nos dolió (y mas cuando estábamos ya celebrando el gol), pero tras superar el momento crítico nos habíamos venido arriba. Villa, de nuevo, se encargó de rubricar nuestro destino.

Habíamos llegado a semifinales, nos sentíamos en una nube. Sin embargo, frente a nosotros nos aguardaba la enorme Alemania, que venia de finiquitar las aspiraciones de ingleses y argentinos. Visto el sufrimiento ante Paraguay, llegamos al encuentro algo asustados, al menos en mi caso, sin ver nada claras nuestras posibilidades. En esta ocasión solo faltaba Felipe, pero no del todo, porque el teléfono nos unió con el a lo largo del encuentro.

Y sin embargo, en lugar de asistir a un baño germano, o a una lucha a muerte, pudimos contemplar el mejor partido de la selección española, a una demostración de clase y superioridad inesperada. Jugamos de un modo tan hermoso, que el gol, aunque tardaba, solo parecía cuestión de tiempo, si el fútbol era justo, lo teníamos que meter…y lo hicimos, aunque de una forma sorprendente. Ese cabezazo de Puyol desato las celebraciones y nos unió en un abrazo colectivo, tan largo como sentido.

Lo habíamos hecho, rompíamos la última de las barreras, llegábamos a donde nunca antes se nos vio. Ahora la sensación era mayoritariamente de euforia, si habíamos derrotados a los poderosos alemanes, Holanda, que había practicado un juego mucho menos brillante, podía ser vencido…y sin embargo, yo, como siempre, temía. Lo cual es por otro lado normal, aunque jugáramos contra Luxemburgo yo tendría respeto (o más bien aprensión). A medida que se acercaba la final, esta inquietud se iba convirtiendo en miedo, en pánico a perder una oportunidad que tal vez jamás se volviera a presentar…

Ese domingo, Luis, Pepe, Felipe y yo quedamos para comer, en un restaurante de la bahía de Mazarrón. Allí, degustando una carne a la piedra, charlando de cine (Una de nuestras pasiones compartidas…aunque no compartamos los mismos gustos), yo al menos lograba olvidar por unas horas lo que se avecinaba. Después, un par de horas de baño en la playa, se convertían en el preludio del que iba a convertirse, seguramente, en el partido más importante de nuestras vidas.

Media hora antes del comienzo comenzábamos a reunirnos. Los cuatro del almuerzo, más Sito. Solo faltaba Antoñito, “secuestrado” por sus deberes maritales. He ido describiendo a lo largo del artículo al resto de protagonistas…pero si, falto yo. Soy el raro del grupo (que tan pronto estoy espitoso como al momento siguiente me sumerjo en una especie de mutismo contemplativo), el novato del mismo (los demás se conocen entre si desde hace mucho tiempo, yo soy un agregado mas reciente, de hace un año apenas), una especie de fichaje de ultima hora dentro de un bloque consolidado, que aun se tiene que hacer un hueco entre los veteranos. En ocasiones me sorprendo de que me hayan aceptado con tan buena disposición, pero en el fondo se que aunque sean una panda de impresentables, no son malos chicos.

Creo que carece de sentido hablar del partido, del sufrimiento por lo igualado del marcador y la indignación casi continua por los excesos naranjas. Yo, que ya había perdido el apetito, casi también perdí el habla. Alguno de mis amigos, no recuerdo quien, citó en broma a Neruda en: “Me gustas cuando callas porque estás como ausente”. Estaba padeciendo como un perro, no era capaz de reaccionar, permanecí casi todo el tiempo sentado en el suelo, perdido en mis pensamientos, casi siempre pesimistas. Terminaba el partido, llegaba la prorroga, y en el horizonte se atisbaban unos penaltis que aguardaba con horror. A Felipe también se le notaba el nerviosismo, pero mientras yo lo expresaba cerrándome sobre mi mismo, el lo hacia moviéndose a lo largo y ancho de la habitación.

Y llego el minuto 116, y pasamos, como en el marcador, del cero al infinito. No me veo capaz de describir los instantes que siguieron al gol. No esta en mi mano transmitir las sensaciones de alegría compartida, de liberación, de amistad y camaradería, el sabernos al borde de hacer historia, de terminar por fin con décadas de mediocridad, y lo mejor, de estar compartiendo todo estos sentimientos con gente como tu. Solo se que nunca un abrazo fue tan sentido, que esos saltos que pegamos uniendo nuestros brazos nunca serán olvidados. Y si, se que soy un estúpido sentimental, pero que le vamos a hacer. Nunca había vivido un campeonato de esta forma, y sin duda, se disfruta el doble que en soledad. Tenia ganas, muchas ganas de dedicarle un artículo a aquellos con los que viví esos días, se lo merecían. Se que no les hice justicia, pero al menos, lo intenté.

Y para terminar, creo que lo mejor es despedirme citando algo que escribí por entonces…

" Y en el salón de un piso de Cartagena, cinco tipos duros saltaban como monos gritando gol y se abrazaban sin rubor”.

Ojala algún día podamos volver a hacerlo, aunque ya nunca será igual…



Y vale, se que no os gusta Amaral, pero como una de las primeras veces en la que nos reunimos fue en un concierto suyo…pues pega, lo siento :-P.

jueves, 16 de septiembre de 2010

La noche de San Martín

Las Tinieblas se habían apoderado ya de la pequeña aldea cuando se oyeron los primeros tañidos de las campanas y los lamentos de los penitentes.
Con una rapidez asombrosa, se apagaron todas las luces, se acallaron hasta extinguirse las conversaciones e incluso los animales, acobardados, no osaron emitir ruido alguno.
Lentamente la tétrica procesión se iba acercando, cada vez se distinguían con mas nitidez las voces terribles que no cesaban jamás de emitir su lánguida letanía. Sin embargo, de repente, se produjo el silencio, un silencio aun más angustioso que las voces, un silencio que parecía infinito, y que hacia que una mortal ansiedad se apoderara de cada uno de los habitantes. Estaban allí.
Y cuando de improviso, un inhumano alarido desgarró el velo de terror que envolvía los corazones, incluso los más valientes entre los aldeanos cayeron al suelo, con los ojos cerrados y sin apenas atreverse a respirar, como si una invisible fuerza les hubiera arrebatado el alma. Así permanecieron en una espera eterna, como si el tiempo se hubiera detenido para siempre. Pero entonces, como el viento que dispersas las nubes, un grito desgarrador, el grito de una voz femenina que estaba contemplando cara a cara los ojos de la muerte, barrió la niebla de silencio e inicio un discordante y creciente huracán de ruidos, en el que se mezclaban los ladridos de los perros, los llantos humanos y un sin fin de mugidos, cacareos y gruñidos. Y así, la discordante sinfonía se elevó, enloqueciendo las mentes mas lucidas, y hubiera continuado por mucho tiempo si no hubiera tocado la campana de San Martín.
Si, al sonar la campana del monasterio todos los ruidos volvieron a cesar, y cuando comenzaron de nuevos los salmos penitenciales, cada vez en un tono mas bajo a medida que se alejaban, la vida fue volviendo a las casas y a los cuerpos de sus habitantes.
Esta vez le había tocado el turno a la viuda Lua, y sin duda el castigo por sus pecados había comenzado para no terminar hasta el dia del juicio. ¿Quién seria la victima propiciatoria el próximo 11 de noviembre? .Desde que 12 años antes se quemara el monasterio, sin que nadie del pueblo hubiera movido un solo dedo para salvar de una horrible muerte a los monjes, sino que al contrario, con sacrílegas intenciones, los mas osados y descreídos rebuscaran entre las aun calientes cenizas en busca de algo de valor, la noche del 11 de noviembre de cada año, festividad de San Martín y aniversario del incendio, una letal cofradía se acercaba al pueblo en busca del mas pecador de sus pobladores, y hasta que no sonaba la perdida campana de la destruida torre y se retiraba de nuevo a sus ruinosos dominios, nadie tuvo nunca el valor de intentar observar quien formaba parte de la misma, ni de volver a acercarse a los ominosos restos del monasterio que desde el monte Cercano dominaba la vida, y la muerte, de los aldeanos.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Del turismo en Kalifistan

Ezbed contempló las vistas desde Kartayena, una vez más.

Para alguien no versado en el idioma de los nómadas de Kalifistan(lo cual engloba a toda la humanidad menos tres personas, que son los únicos que lo hablan...bueno, solo dos lo hablan, el otro es mudo), el nombre del lugar podía tener resonancias exóticas. Pero para los nómadas, algo menos románticos (para entendernos, en su vida el romanticismo tiene la misma cabida que un ventilador en el polo norte), el nombre indicaba simplemente lo que opinaban del paraje.

Traducido de manera literaria vendría a ser: “el lugar hundido y solitario en las profundidades del desierto de brillante arena donde los dioses no moran”(si lo prefieren literalmente: “agujero de estiercol en mitad de la nada lleno de polvo donde no vive ni dios”, ya decimos que los nómadas Kalifistanies no están demasiado dotados para las metáforas).

Y poco mas se puede comentar del lugar, al menos que intentemos ir un poco mas allá de las metáforas y caigamos en la mentira mas abyecta.

Ahora si, podríamos preguntarnos por que allí, en mitad de la nada mas solitaria, en una depresión minúscula que impedía ver mas allá de la pared del acantilado(eso si no soplaba una de las tormentas de arenas típicas de la zona, que reducía la visión a unos centímetros de los parpados, si uno era lo suficientemente estupido para estar en el exterior y con los ojos abiertos cuando tenían lugar), donde el calor mas horroroso del mediodía solo era igualado por el helado relente de la madrugada, y donde los únicos seres vivos, aparte de los soldados, consistían en cuatro lagartos enloquecidos por la insolación, si, seria lícito preguntarse por que allí existía un puesto de vigilancia donde hacían guardia varios esforzados guerreros del ejercito de su majestad(entre ellos Ezbed, el contemplativo ser del principio de este relato).

En realidad todo tiene su lógica, y todo se debe a esa palabra mágica que tanto furor hace actualmente, turismo.

Hace tres generaciones, cuando el buen y anciano sultán Nikolai perseguía a tiernas jovencitas campesinas de rollizas carnes y sonrojadas mejillas, un avispado visir, cuyo nombre es aun recordado(siento decir que no con cariño y devoción como se merecería, sino en términos mas zoológicos, generalmente unido a la rica fauna del desierto, léase escorpiones, chacales, hienas y escarabajos) por los afortunados soldados destinados en Kartayena, decidió que había que dinamizar las estructuras macroeconómicas del país, aprovechar la coyuntura francamente positiva de la balanza de pagos y lo ventajoso del cambio de divisas (lo cual quería decir que con lo que en Kalifistan podías alimentar a una familia en un día en el exterior te daban un par de pañuelos de papel) y atraer con sus ricos y variados paisajes naturales (Aprovecho para comentar que Kalifistan se componía en 9/10 partes de su territorio de un desierto llenos de rocas y dunas, en una llanura donde la mayor elevación apenas tenia la altura de un hombre) a mas extranjeros que hasta ahora(que básicamente hasta entonces se componían de dos clases de personas, cautivos convertidos en esclavos tras ser capturados por los piratas, principal industria local , o ejércitos conquistadores de paso hacia algún lugar mas interesante, o sea, cualquier otro).

Así que, emprendedor como era, mandó a los sabios mas sabios del país a recorrerlo de parte a parte, buscando maravillas que mostrar a los forasteros, que sin duda vendrían en masa, como moscas atraídas por la miel... Daud, que así se llamaba el Visir, aguardó pacientemente en su modesto palacio de cien habitaciones, apenas entretenido por los lamentos de los condenados mientras eran despellejados, o los aullidos de los empalados en su agonía, o el siseo mortal del hacha del verdugo (sin duda en cuanto a modos de torturar y ejecutar, Kafilistan era el lugar mas variado del mundo) en su descenso final hacia el cuello de su victima.

Tras un mes de espera, ninguno de los sabios había regresado. El visir, preocupado, hizo indagaciones sobre su paradero (lo cual equivale a decir que movilizó a cientos de sus secuaces mientras el seguía, melancólicamente, escuchando los melodiosos estertores de los torturados).

Los resultados de las pesquisas le causaron ciertas dudas sobre el futuro de su plan. De los diez sabios que envió, cuatro habían sido asesinados para robarles(el que mas lejos consiguió llegar antes de tal percance apenas se había alejado a un día a caballo de la ciudad, y dos de ellos ni siquiera habían salido de la misma), otros tres habían sido capturados vivos y vendidos como esclavos, dos mas al parecer habían muerto de sed y hambre en el desierto(eso es lo que le dijeron al visir, pero era rotundamente falso, lo que realmente les mató fueron los mordiscos de las fieras), y el único que seguía vivo y libre se había vuelto loco por el sol, y predicaba a favor de una extraña y ridícula teoría llamada democracia.

El visir, afligido por la suerte del mismo, ordeno que le dieran muerte de forma compasiva, ya que no podían salvar su mente, al menos si su alma.

Cualquier otro hombre menos tenaz (y con mayor aprecio a la vida de sus súbditos, pero no se llega a Visir con semejantes remilgos) hubiera desistido de su propósito, pero Daud no. Así que decidió que los diez sabios siguientes, partieran a su vez, pero esta vez acompañado cada uno por una compañía de robustos guardias. Y aunque varios de los sabios mostraron dudas sobre su capacitación para la misión, una breve referencia a la colección de instrumentos de tortura de la escuela de suplicios(sede del mas importante colegio de torturadores del planeta, y orgullo de los Kalifistanies) les convenció rotundamente de que era su deber para la patria el emprender el camino.

Su viaje fue muy distinto al de sus antecesores (distinto para ellos, ahora los que morían a mansalva eran los ladrones y esclavistas), y pudieron recorrer a placer el país, sin otro impedimento que las tormentas de arena, el agua pútrida de los escasos pozos, el sol abrasador y las noches heladas.

Pero...y en toda esta desgraciada historia parece que tiene que existir siempre un pero, lo que faltaba en tan pacifica excursión, eran los lugares de interés. Porque si, el desierto no dejaba de transmitir un cierto sabor a soledad y amplitud(a pesar de la numerosa compañía), pero (si, aquí esta el pero) la monotonía del mismo impedía delimitar la existencia de lugar alguno de interés, al menos que se aplicara el mismo a todo el desierto en su conjunto, lo cual hubiera sido estirar en exceso el termino lugar.

En esos momentos, los sabios, confusos hasta entonces y atemorizados ante la posibilidad de una muerte cruel como la de sus compañeros, tuvieron una revelación. Y cayeron en un temor mas profundo y mortal, al darse cuenta de que si retornaban a palacio con tan escuetas nuevas, el visir, no precisamente conocido por su benevolencia, les daría a todos la oportunidad de disfrutar de una estancia con gastos pagados de duración indeterminada en sus mazmorras.

Espoleados por tal certeza, hicieron frenéticos esfuerzos por hallar, en toda la extensión de Kalifistan, cualquier rincón perdido que, por mínimo que fuera, tuviera algún rasgo distintivo al común denominador de sol, arena y rocas.

Y de pronto, de la nada parecieron surgir pintorescos sitios, el punto mas alto del país (la Roca del elefante, llamada así porque tenia la misma altura que alcanzan los montones de boñigas que dichos paquidermos arrojan en sus deposiciones), las ruinas de un pueblo de los antiguos pobladores de las arenas(los pobladores ahora extintos, tras el paso de una de las compañías de soldados por el pueblo, de ahí las ruinas), o, y aquí por fin entra en la historia Karteyena, el punto mas bajo del país.

Provistos de tan abundantes recursos turísticos, a los que había que unir los existentes, y aquí no se dejaban llevar por el amor a su ciudad, en la capital , Morolabad(la nombrada escuela de suplicios, los distintos lugares de publica ejecución distribuidos generosamente a lo largo de calles y plazas, las tumbas y cementerios de todo los estilos y niveles económicos que abarrotaban los subterráneos, el mercado de esclavos, los celebres burdeles rojos, donde podían matarte en diez idiomas y pegarte una infección en treinta...si, la ciudad estaba plagada de prodigios, y sus habitantes se sabían afortunados con vivir allí...lo cual es lógico, dado que lo mas normal era morir allí) los sabios regresaron ufanos a la metrópoli, y presentaron los resultados ante el visir.

Este, en pleno ataque de gota debido a ciertos pequeños excesos alimenticios en sus últimos banquetes( el presumía que no debía haber mezclado el elefante relleno de buey con el oso al aroma de mofeta, sobre todo tras la ballena en salsa de delfines), no estaba demasiado de humor en esos momentos, así que sin mirar apenas los documentos, firmó una orden para hacer proteger todos los lugares turísticos por una pequeña guardia permanente, hecho lo cual hizo despedir a los eruditos con la mano extendida(las de los guardias, a base de sopapos) y siguió rumiando su dolor, solo, entre los 200 miembros de su corte.

Y aquí, por uno de esos guiños del destino que cambian la historia con tanta frecuencia, se produjo una situación inesperada, que provocó que, por un lado se le quitara el dolor, de manera permanente, y por el otro que fuera la última decisión de su mandato.

El viejo sultán murió esa misma noche, victima de un suelo(al que fue arrojado desde un tercer piso por un marido cornudo poco agradecido por la real cornamenta), y, como no tenia descendencia directa, la corona paso a una lejana heredera, la princesa Anandryne, cuyo primer gesto en el trono fue ascender al visir, colgado del extremo de una cuerda, eso si.

La sultana paso a la historia de Kafilistan como Ana la sanguinaria(no por su extrema crueldad, que en una población como Morolabad no seria demasiado novedoso, sino por su gusto descomunal por las morcillas) y poco mas de ella se cuenta(algo normal, porque el castigo para los que hacían correr rumores en su reinado era cortarles la lengua, en primera instancia, si seguían hablando, cosa alto difícil, se les castraba, castigo, no se sabe muy bien porque, que era de real agrado) ,mas...a pesar de la deserción del visir, la nueva soberana no hizo desaparecer a su vez las resoluciones tomadas por el mismo, que prosiguieron su largo curso burocrático por los enrevesados callejones de la cancilleria real... hasta que un día, varias décadas después(despacio pero seguro, era el lema de la administración Kalifistana, al menos que existiera un jugoso donativo de por medio claro) se publico un edicto por el que se establecían una serie de pequeños puestos de vigilancia que protegerían las principales riquezas turísticas del reino.

Y así fue como desde hace uno lustros, Kartayena vio como su tranquilidad eterna quedaba interrumpida con la presencia de la numerosa soldadesca.

El que en 17 años ni un solo viajero hubiera osado acercarse a jodido hoyo de mierda (el nombre que ahora la guarnición le daba de manera oficiosa al lugar) no disuadió a las autoridades en sus propósitos, paciencia era el lema nacional de los kalifistanies (la versión completa decía mas bien “con paciencia y saliva el elefante se la metió a la hormiga”). No era cosa de estropear una buena idea porque la realidad se obstinara en su contra, ya se enteraría esa maldita realidad cuando la pillaran…

Debemos despedirnos ya de Kartayena y sus habitantes. Ezbed, el solitario soldado que abría este relato, seguía mirando ciegamente hacia el acantilado, aunque mentalmente estaba a muchas leguas de allí, como casi siempre, tenia tantos pájaros en la cabeza que se le había puesto forma de nido, decía su madre.

Meditaba observando al horizonte(que como hemos dicho, en Kartayena era bastante limitado), mientras hacia guardia(nunca, a pesar de lo mucho que había meditado, había encontrado sentido a guardar algo como Kartayena, ¿qué iban a hacer, llevarse el agujero, taparlo?¿y quien era lo suficientemente estupido para interesarse por este maldito agujero?) en su turno de vigilancia, vestido con el uniforme habitual en dicho puesto, algo mas distendido que el normal en lugares mas civilizados y frescos(uniforme que consistía en esos instantes, en un taparrabo que casi dejaba adivinar ciertos contornos, y un pañuelo que le cubría la testa, protegiéndolo de los rayos solares). Y hoy tenían suerte, era un día mas agradable y refrescante que de costumbre, apenas debían estar a 39 grados, calculaba aliviado.

Ayer, tras meses de aburrimiento, había sucedido por fin algo que recordar. Una patrulla había atrapado a dos de los nómadas de Kalifistan, sorprendidos en flagrante delito (que era como eufemísticamente se conocía en el país a las relaciones del tipo soplanucas-comealmohadas). Con su ejecución inmediata, la población de los nómadas del desierto se había reducido a una sola unidad…el mudo.

Desde que conoció la noticia, Ezbed le seguía dando vueltas a la cabeza, ¿si el único hablante que quedaba de un idioma era mudo, se le podía llamar ya lengua muerta?

martes, 31 de agosto de 2010

Al Paredón

Carguen.Apunten. ¡¡fuego¡¡…

Cinco cuerpos más cayeron a tierra atravesados por las balas. Uno de
Ellos pataleó aun espasmódicamente durante el tiempo que tardó el oficial en darle el tiro de gracia.

Los siguientes de la fila fueron arrastrados sin contemplaciones,
Sollozando y gimiendo.

A la izquierda, en el lugar donde se arrojaban a los muertos, los montones iban alcanzando un tamaño considerable, a pesar de que una hora antes unas carretas se habían llevado los cadáveres de los que habían sido ejecutados anteriormente.

Pum. La nueva descarga abatió a otros cinco. Los soldados estaban cada vez mas cansados, llevaban toda la mañana con su labor, el olor a pólvora y sangre inundando todo el lugar. Sin embargo era algo que tenia que hacerse, las cárceles estaban llenas, la comida era escasa, y esos revolucionarios no hacían más que estorbar.

En la fila, los más devotos rezaban fervorosamente, los más cobardes
Lloraban o vomitaban y los más fuertes de espíritu fumaban impasiblemente su último cigarrillo, mirando despreciativamente a sus enemigos.

Esto hacia Rubén Rodríguez, con caladas largas y cadenciosas, como si
En cada una de ellas se le fuera un trozo de vida, lo que en esas
Circunstancias no dejaba de ser la cruda realidad.

Observaba a los soldados en su labor con ojos de experto. Muchos curas
Y terratenientes habían conocidos sus habilidades como miembro del
Pelotón de fusilamiento, antes de que lo capturaran aquella noche, mientras disfrutaba de los favores de la india Juana.

“Puercos federales, ni fusilar saben hacer bien”, dijo, sin dirigirse a nadie en particular, al ver como un pobre desgraciado, alcanzado pero no de muerte, intentaba escapar desesperadamente arrastrándose por el suelo, mientras los soldados(cada vez mas borrachos por el tequila que se tomaban tras cada descarga), no acertaban a rematarle.

Por fin le toco su turno. Lentamente, apartando con despecho el brazo
Del federal que intentaba meterle prisa, se dirigió hacia el paredón con una dignidad que produjo la admiración de amigos y enemigos.

“Los mejicanos puede que no sepamos vivir, pero a morir no nos gana
Nadie”, le dijo al periodista gringo que estaba realizando un
Reportaje sobre la revolución(aunque pasando más tiempo en la taberna y en la casa de putas de doña Merceditas que en el campo de batalla, lleno de polvo, piojos y un calor horroroso…y eso cuando uno sabia donde estaba).

Al ver que los soldados apenas podían mantener el equilibrio lo
Suficiente como para sostener sus fusiles le dijo irritado al teniente “¿es que no puede mantener a sus soldados sobrios aunque sea solo diez cochinos minutos?”, a lo que el teniente, abochornado, solo pudo responder bajando la mirada.

Preparados, apunten, fuego….

Alrededor de Rubén sus cuatros compañeros se deslizaron hacia el suelo, muertos. A el no le rozó ni una bala, al parecer ninguno de los
Soldados había osado dispararle.

Esto le puso aun más furioso. “chinguen a su madre pendejos, es que ni uno solo de ustedes tiene coraje suficiente, huevones”.

Estas palabras encendieron al pelotón, que apuntó de nuevo
,descargando sus armas.
Lamentablemente, se les había agotado la munición.

Enrojecido y con una palabra de disculpa en los labios, en teniente se
Acercó con su revolver para acabar el mismo la tarea. Lamentablemente,
Ese fue el momento escogido por un cartucho de dinamita que pasaba por allí (arrojada por un revolucionario aguafiestas) para estallar detrás
Suya, arrojando sus brazos encima del periodista(sus brazos, porque del
Resto del cuerpo no quedo nada).

Entre el humo y la confusión reinante Rubén se hizo con un fusil y con
Rápidos movimientos acabó con los escasos soldados que quedaban en pie, en un precario equilibrio etílico.

Preparados, apunten, fuego…

Rubén Rodríguez daba las órdenes con precisión, mientras retorcía metódicamente las puntas de su bigote, ni uno solo de los
Condenados necesitaba un tiro de gracia. Eficientes, sus hombres,
Descarga tras descarga, derribaban los grupos de soldados federales con certera letalidad.

Así si, se dijo, así se hacen las cosas, una cosa es morir a manos de
Una panda de inútiles borrachos, y otra de este modo, profesionalmente, desde luego no se podrán quejar.

domingo, 22 de agosto de 2010

La lucha

¿No puedo, no puedes? ¿Solo es un sueño, un imposible que nunca sucederá? ¿No merece la pena ni intentarlo, hay que conocer los propios límites? ¿No hay nada que hacer, todo esta escrito? ¿No valgo nada, siempre hay alguien mejor que yo, que tu, que el?

Y un carajo.

Espera, creo que no me explique bien, te lo digo de otra manera.

Y un carajo.

Ya esta bien de autocompadecerte, de estar no hundido en la mediocridad, sino de chapotear en ella, ya vale de decir que no antes de que te pregunten. Ya esta bien de cerrar los ojos ante el peligro, como si por no verlo dejara de existir. Se puede perder, pero para perder hay que jugar. Si ni siquiera juegas nunca perderás, cierto. Lo tuyo será mucho peor. Ni siquiera serás un perdedor, no, serás un patético cobarde. Un perdedor merece un respeto, un cobarde, solo el desprecio.

Te crees que si no te enfrentas a nada, estarás a salvo. Pero no entiendes que jamás, nadie, podrá salvarte de ti mismo. No hay otro enemigo peor. Alguien que te odie te podrá pegar, insultar, tratarte como a un perro. Pero será el otro. En cambio, ese insidioso demonio que tienes en tu interior no es otro, eres tú. Y sus miserias, sus “consejos”, su patética existencia son tuyas. Conócete a ti mismo. Y una vez lo hagas, patéate. Destroza a ese cabrón que esta amargando tu vida, impide que siga ejerciendo ese influjo maligno sobre ti. Solo tú puedes vencerle. Pero para hacerlo, para empezar a hacerlo, debes quererlo. Y eso, eso, solo esta en tu mano.

No, no te voy a decir que es sencillo, te mentiría. Nadie dijo que lo fuera. ¿pero… es que porque algo no sea sencillo, hay que dejar de probarlo? ¿ hay que rendirse antes de empezar solo porque haya que esforzarse?

Levanta la cabeza, mira a los ojos y camina. Y tropieza, y cáete. Pero vuelve a levantarte, y sigue caminando. No te equivoques, lo malo no es caer, lo malo es quedarse en tierra. Nadie esta libre de cometer errores, pero lo que te hace grande es aprender de ellos y proseguir el camino, no como si no hubieran ocurrido, o arrepintiéndote continuamente de ellos, martirizando tu cerebro una y otra vez con la misma caída, como si lo hubieras hecho 100 veces. No, sintiendo que has ganado en experiencia, y que no volverás a caer en la misma trampa.

Puedes pedir ayuda. Es mas, debes. Puedes hablar, puedes escuchar, puedes oír consejos, recomendaciones, teorías. Algunas merecerán la pena, otras tantas, no. Pero en el fondo, y tú lo sabes, al final del todo, en la lucha decisiva, estarás solo. Tu destino esta en tus manos… ¿a que da miedo?

jueves, 19 de agosto de 2010

Guerra eterna

Fuego, humo, gritos...

-Rápido, traed la bomba, moveos, moveos

Los hombres formaban sombras chinescas en la blanca pared de la casa derribada, iluminados por las llamas del incendio.

Frenéticamente, los miembros de la brigada de rescate retiraban los escombros aun ardientes, en busca de algún superviviente.

-No hay nada que hacer, mi teniente, todos muertos, han sido los gases-, comento apesadumbrado el sargento Lope.

Otro bombardeo, y otra sangrante lista de muertos que sumar. La ciudad medio en ruinas, sus habitantes, los que no habían huido aun, viviendo y muriendo en mitad de las mismas o en los oscuros túneles.

El teniente se quitó la mascara, secándose el sudor que le provocaba el ardiente incendio. En ese momento uno de los soldados, envuelto en el traje ignífugo, salió del derruido edificio con algo en los brazos, el cadáver de una niñita de apenas un par de años, con una cara de muñequita en la que asomaba un gesto de estupor.

La misma edad que mi hija, y muerta, para siempre, asesinada por alguien que jamás le vería el rostro ni sabría lo que hizo, alguien que tal vez tuviera otras hijas iguales, pensó con rabia el teniente, mientras en su ennegrecido rostro nacía una mueca airada.

-Estúpida guerra, malditos políticos- musitó para si mismo, como una vana protesta ante tanto sufrimiento sin sentido.

-Mi teniente, las sirenas, están sonando las sirenas-, oyó de repente que le decían mientras le agitaban con suavidad la manga de la guerrera.

Al darse la vuelta vió al sargento Lope, que esperaba, atento al sonido que vendría del cielo, su respuesta.

-Al refugio, reúna a los hombres y volvamos al refugio

El sargento se retiró con rapidez mientras dirigía breves ordenes a los soldados. Buen hombre, pensó el teniente, lastima lo de su mujer, pero en estos tiempos, se dijo amargamente,¿ quien no tiene que lamentar la perdida de algún ser querido? Los muertos, le respondió cínicamente esa parte de su cerebro que hacia que las noches se convirtieran en interminables horas de vela.

Lentamente, después de una ultima mirada al horizonte de ruinas en que se había convertido su ciudad, se retiro hacia los pasadizos.

Que ironía, rió con resignación, 2000 años después los cristianos vuelven a usar las catacumbas,en esta Roma eterna. Aunque si los libios continuaban mucho tiempo mas esta campaña de aniquilación poco quedaría de la misma, aparte de mas restos que sumar a los del foro.

Mientras bajaba por las estrechas escaleras se detuvo por un instante delante de una pequeña tumba, de un humilde y devoto cristiano. Observo la tosca cruz labrada en la piedra, y la inscripción apenas legible de la misma.

Y a pesar de no ser creyente, rezo, una oración sin palabras, solo pensamientos en busca de una liberación, fuera espiritual o no.

2000 años antes, un olvidado legionario había efectuado la misma acción.
Eran otros tiempos y otras guerras.

Pero la gente era igual, todo había avanzado mucho, pero el cuerpo humano seguía siendo tan frágil ante el filo de la espada como ante la bala de un fusil. Y mortal.

viernes, 13 de agosto de 2010

Falsa Moral

Las gotas del aguacero golpean de nuevo las milenarias almenas del Alcazar. El puente romano ve pasar bajos sus arcos a un Guadalquivir crecido y turbio, observado desde lo alto por el impasible San Rafael.

Mientras el autobús, detenido por el abundante trafico, reanuda su marcha y abandonamos Córdoba, mi mente vuela en esos momentos hacia un día muy parecido a este, lluvioso y melancólico, impregnado de esa belleza que solo puede existir cuando la ciudad donde el cielo llora cuenta con piedras que temblaban ya bajo el calzado romano o las babuchas de Tariq.

Ese día, cuando aun mi mundo era joven y despreocupado (o eso me parece ahora, ya que el recuerdo tiende a hacer del pasado un periodo mejor de lo que en realidad fue), mi abuela me contó una historia, sucedida en su lejana infancia:

Cuando era muy pequeña, vivía junto a unos vecinos con varias hijas, mayores que yo. Estos vecinos eran gente de bien, de los que se hacían hermanos de las cofradías de Semana santa, de misa diaria y traje con corbata. Una de las hijas, una joven de unos 17 o 18 años, empezó a engordar de repente. Con el tiempo dejo de salir a la calle, ya que al parecer se encontraba muy enferma.
Una mañana muy temprano o muy tarde, no recuerdo bien, alguien abandonó la casa con sigilo, dejando una caja en la basura. Pocos días después volvió a reaparecer la pobre chica, ojerosa y pálida, al parecer ya mas recuperada. Todo esto seria normal, si no fuera porque por esa época alguien encontró en el vertedero de Ecija, dentro de una caja, el cadáver de un niño recién nacido".

Esas palabras se me quedaron grabadas, para siempre, como si las hubieran impreso con un hierro ardiente en mi interior, y a veces surgen, como fantasmas de un pasado que no acaba de desaparecer.

Posdata: Lo mas triste de todo este relato es que no es ficción, la historia es real, tal vez un poco adornada, pero cierta en lo básico. Debió suceder, conociendo la edad de mi abuela, en los primeros años 30, en la pequeña ciudad Sevillana de Ecija. El relato (que no es tal) lo escribí hace unos años, cuando estuve trabajando de guía de ruta, en un viaje de Córdoba a la Manga. Ese día debía tener el alma gris, como el cielo que cubría la mezquita.

domingo, 8 de agosto de 2010

Corazón roto

Esto es un cuento. Aclaro esto desde el principio, para evitar malentendidos. No hay nada demasiado real en el, afortunadamente. Esta escrito en octubre del año pasado (aquí podéis leer la versión original), pero decidí cambiar toda la parte final. Espero que os guste.


“No hay un nosotros.Hay un yo, tal vez un tu, y nada mas.

Si no entiendes eso, si no quieres entenderlo…no quiero hacerte daño, pero tampoco mentirte. Y engañarte a ti mismo, imaginar lo que no puedes conseguir en la realidad, inventarte un mundo paralelo donde lo que ansias se cumpla…no es la mejor opción, aunque pueda parecértelo. Un sueño no es más que humo, y nunca podrás abrazarlo.

Afróntalo, hay un mundo enorme ahí fuera, mas allá de mi recuerdo…aunque si no eres capaz de penetrar en el, no espere que el entre a buscarte. Camina, compórtate como un hombre, aunque sea por una vez en la vida.

Alguien, algún griego seguramente, de esos que se pasaban el día rascándose la barriga, o haciendo que alguno de sus esclavos se la rascara, dijo algo así como “El carácter de un hombre es su destino”.

En tu caso, seria un triste destino, un quiero y no puedo, un mirar partir las naves, quedándote siempre en el puerto…hasta que ya no encuentres barcos que zarpen, y todo lo que conociste desaparezca.

Pero la gente cambia, aunque te parezca imposible. Avanza, aunque sea despacio, sigue, aunque creas que no puedes, habla, aunque quieras callar. Conmigo no tienes nada que hacer…pero quien sabe, tal vez detrás de ese muro inmenso en el que vives encerrado, construido ladrillo a ladrillo con tus propios miedos, alguien te aguarda, sin saberlo.

No te dejo, porque nunca llegamos a estar juntos, no te abandono, porque nunca te encontré, solo me marchó, siguiendo mi camino…que no es el tuyo.

Adiós, que te vaya bonito, y que encuentres lo que buscas…cuando sepas lo que es”.

Con la sensación de que alguien le había arrancado el corazón, lo había hecho botar como un balón y luego vuelto a meter en su interior, del revés, Daniel dejo a un lado la carta. Hay veces en la vida en que uno sabe que lo que en esos momentos esta aconteciendo no caerá en el olvido, sino que perdurara, para ser revivido, una y otra vez. En ocasiones se trata de algo hermoso, épico, o simplemente tan lleno de alegría que no parece real. Pero…por desgracia, en muchas otras, se trata de autenticas puñaladas, de esas que no te hacen sangrar, pero que te matan por dentro. Esta era de esas…con mayúsculas, con ensañamiento.

No había nada que hacer. En realidad, como le quedo claro tras la lectura, nunca lo había habido. Y ni siquiera, se dijo, iluminado de repente como un Saulo camino de Damasco, le podía hacer un solo reproche a ella…porque lo que le había escrito era, simple, pura y llanamente, la mas descarnada verdad. Ella nunca le engaño, el se bastó para hacerlo.

Y también sabía, que era el fin. Fuera como fuera, su vida, había terminado. No estaría muerto, pero tampoco realmente vivo. Sin alma, el tiempo pasaría, acercándole cada vez mas a su destino anhelado. No podía afrontar el mañana, pero tendría que hacerlo, porque tampoco se atrevería a quitarse de en medio…a partir de hoy, nada le ataba al mundo, y solo la muerte podía acabar con su sufrimiento. Cuanto antes llegara, mejor, por una vez la parca encontraría un cliente complacido por su presencia, deseoso de estrechar sus huesudas manos.
…………………………………………………….

Pasaron cinco años. Y un día. Como una condena. Peor que una condena, porque al menos la prisión es algo físico, pueden retener el cuerpo, pero la mente es libre…en el caso de Daniel, su prisión era interior, y nada ni nadie podía liberarle. Y además, tenia el mas cruel carcelero que puede tener alguien…uno mismo.

Es difícil describir como una vida se puede convertir en una tragedia permanente, y mas difícil aun explicar como es posible seguir adelante, cuando cada segundo que pasa, es un alfiler ardiente que se clava en la piel. Y si es complicado entender esto, cuando hablamos de un segundo, una hora, un día, una semana, un mes…ampliar el horizonte a cinco años extiende sobre nosotros, simples espectadores del drama, una sombra insondable. Pero lo que para nosotros es una sombra, para quien la vive es el firmamento al completo, una sensación de estar atrapado en un cotidiano y eterno horror que esta en todas partes, porque lo llevas dentro.

Era un 10 de mayo. Otro día mas, similar a los miles que como losas iban cayendo sobre el. Tras el trabajo (apenas una pequeña hoguera de amargura diaria, un mínimo añadido a su infierno personal), regreso a casa, solo, como siempre, y solo tomo su última cena. Porque hoy, por fin, iba a ser la noche final. Se había pasado el año pensando de que manera terminar. Ese pensamiento, adsorbente, le había mantenido entretenido durante horas, imaginando las cien formas distintas de pasar al otro barrio. Descartadas la mayoría, porque aun sin tenerle miedo a la muerte (¿miedo, como iba a tener miedo a su única esperanza?), si que tenia pánico al dolor y la sangre, y tampoco (y eso le honraba) deseaba causar mal alguno a nadie ajeno, se había decidido por las pastillas. Unas cuantas mas de la cuenta y…esperaba que por una vez, fuera capaz de hacer algo, de terminar de decidirse, de atreverse a poner en practica su idea…aunque fuera, paradójicamente, lo ultimo que fuera a hacer. Y sin embargo…seguía, absurdamente, se decía, teniendo una desazón en la mente. No, esta vez no era miedo…era la sensación de que no debía convertirse en la mano del destino, que nadie tenia derecho a quitarse su propia existencia, que no había nada de valiente en suicidarse, sino que al contrario, era la cobardía suprema…esto era lo único que realmente le había retenido durante todo este tiempo…

Pero esta vez…

Eran las once menos veinte. Paseó su mirada por la habitación, despidiéndose con la vista de los objetos que le habían acompañado en su martirio. Nada le decía la televisión, ni los cuadros. Las fotografías en cambio le unían a su destino, igual que el se acercaba a la muerte, en ellas permanecían atrapadas, para siempre, las imágenes de gente que ya no estaban. Eran una especie de ventana al pasado, de hechizo tecnológico.

Sin saber por que, detuvo su recorrido en la estantería. Los libros, antaño compañeros fieles en su soledad, permanecían allí, durmiendo hace largo tiempo, sin ser molestados en su reposo.

Se levantó, acercándose a ellos.

Si, tal vez, tal vez…seria hermoso, un gesto postrero de elegancia, despedirse de la vida tras poner fin a una de esas historias atrapadas en muros de cartón, esa especie de botella con genio dentro que es un buen libro.

Cogió las pastillas y un vaso de agua. Las dejo sobre la mesilla, y volvió junto al mueble. ¿Cuál escogería? Lo mejor seria que el destino, ese maldito y cruel jugador que tanto daño le había hecho, se encargara de acabar su obra. Cerró los ojos, alargó la mano, y extrajo al elegido. Aun a oscuras, abrió el volumen por la página final.

Despegó los parpados, y se dispuso a leer su epitafio, el último párrafo del libro, que decía así:

“Porque yo, Sinuhe, soy un hombre, y como tal he vivido en todos los que han existido antes que yo, y viviré en todos los que existan después de mi. Viviré en las risas y en las lágrimas de los hombres, en sus pesares y sus temores, en su bondad y en su maldad, en su debilidad y su fuerza. Como hombre, viviré eternamente en el hombre, y por esta razón no necesito ofrendas sobre mi tumba, ni inmortalidad para mi nombre. He aquí lo que ha escrito Sinuhe el Egipcio, que vivió solitario todos los días de su vida”.

Y después de mucho, mucho tiempo, una lagrima escapo de sus pupilas, descendiendo por su mejilla. Y tras ella, otra y otra, hasta que un torrente empañó sus ojos, nublando su vista, y al tiempo, limpiando su mente.

Y en ese momento supo que no, que no todo estaba muerto en su interior, ni tenía derecho a abandonar a mitad del camino. Hoy no iba a ser el final, tal vez solo el final del principio. Tal vez…

sábado, 7 de agosto de 2010

Y la miras

Y la miras. Solo eso. Eso es todo. Eso es TODO. ¿Es que cualquier otra cosa importa, en realidad? Esos segundos que tus ojos permanecen fijos en su rostro, en su piel, en su pelo, en Ella, te parecen eternos, Son eternos. Incluso cuando apartas la mirada, sigues viéndola, embrujado por su encanto, su imagen continua ahí, incluso cuando tus parpados caen, intentando huir.


Hablas, habla, hablan. Y aunque escuchas, las palabras se pierden en tus oídos tan rápido como entran. Tu cerebro se encarga de poner la banda sonora a la película de tu vida, donde el protagonista nunca besa a la heroína. ¿Es un drama o una comedia? Tal vez nada más que una farsa.


Si te dices que te suena esa escena es porque tal vez ya hayas visto el film. ¿Por qué uno se empeña en repetir una y otra vez el mismo rollo, llorando siempre por culpa del mismo triste final? Puede que todas las películas románticas sean iguales…pero tú siempre ves la misma. Por mucho que lo hagas, nada va a cambiar, y los títulos de crédito siempre estarán ahí…y tu nombre no aparecerá jamás. ¿No crees que algo falla, no piensas que existe otra posibilidad, una opción diferente?

¿Por qué no cambiar de cinta?