domingo, 26 de septiembre de 2010

La amistad (con gotas de fútbol)

El artículo que podéis leer a continuación fue publicado originalmente en el mes de agosto en el blog Café Fútbol. Lo digo, más que nada, por si notáis alguna disparidad en las fechas que aparecen. No es un relato de ficción, sino un reflejo fiel (si mis recuerdos pueden serlo), de lo que sucedió aquellos dias…

Esta crónica o lleva cociéndose un largo periodo, y es al tiempo la respuesta a una petición y un homenaje. Quería recordar aquí a quienes me acompañaron en la conquista del mundial (porque si, en cierta forma siento que yo también lo gané, aunque solo sea por lo que sufrí), y hablar de aquellos momentos que compartimos. Se que no voy a ser capaz de hacerlo de forma que guste a todos ellos, pero al menos, intentalé hacerlo a mi modo, de forma honrada (y si, algo pedante, o al menos cursi, uno no puede evitar caer en el sentimentalismo, que le vamos a hacer).

Un mes ha pasado, y aun en ocasiones sigo creyendo que todo fue un sueño. He visto muchas veces repetido el gol de Iniesta, casi podría decir cuantos toques se dan, que sucede, fotograma a fotograma, durante ese medio minuto que dura la jugada decisiva. Y a pesar de todo, sigue sin parecerme real. España, campeona del mundo de Fútbol…me es imposible asimilar por completo que ambos términos estén en la misma frase, y no sea un error.

Echo la vista atrás, a todo lo vivido entre el 16 de Junio y el 11 de Julio, entre el pitido inicial del España- Suiza y el final del Holanda-España, ambos sonidos procedentes de los mismos labios, los de un Howard Webb que aun debe estar sacando tarjetas en sus pesadillas. Y los recuerdos me parecen difusos, menos claros de lo que me imaginaba.

Todo comenzó con Suiza. Tierra de relojes, bancos, chocolate…y por supuesto, catenaccio.

No vi el partido completo. Solo en casa, la primera parte me la pase escuchándolo por la radio, inquieto. Dominio si, pero seguía el cero a cero. Los fantasmas empezaban a aparecer.

Decidí bajar a ver por la tele la segunda mitad. Y la cosa empeoró, el gol de Suiza, la inoperancia del ataque español…me fui, esperando que lograran al menos un gol, mientras yo sufría en silencio y a ciegas. Pero el marcador no se movió, y el mundial comenzaba de la peor forma posible. No diría que era inimaginable, porque la afición española en general (y yo en particular) tiene imaginación de sobra para ponerse en lo peor, pero si que fue doloroso.

Daban ganas de abandonar, de ignorar el mundial, de hacer como si no importara. Y seguramente así lo hubiera hecho en otros tiempos…

Pero no sucedió. Unos días antes del segundo partido contra Honduras, unos cuantos amigos nos citamos para ver el choque.

Antes de seguir, quiero que se entienda una cosa. Soy del Sevilla, pero no he vivido ninguno de sus éxitos en “directo”. No vi ninguna de sus finales, ni creo que vea ninguna de las que puedan llegar. Así que asistir a un partido en el que un equipo que siento como mio se juegue algo es casi un ejercicio de masoquismo…y hacerlo seis veces seguidas, debe convertirme en una especie de pervertido amante del sufrimiento…

21 de Junio, en casa de Luís.

Describamos el escenario, porque a partir de entonces, la historia, la nuestra y la de la selección, al menos en nuestras mentes, transcurre entre las paredes de ese apartamento.

Si dijera que es un típico piso de soltero acomodado, tal vez podría dar lugar a falsas impresiones, dado las connotaciones que a veces ofrece las palabras “piso de soltero”. No, no se trata de uno de esos antros llenos de cascos de cerveza, pósters de mujeres desnudas por las paredes y cucarachas caminando entre las cajas de pizzas vacías. Más bien, todo lo contrario. Esta casi demasiado limpio, en ocasiones dan ganas de entrar con guantes en manos y pies, para no contaminar con nuestra sucia presencia la inmaculada atmósfera del lugar. Y la decoración hace juego al continente, espacios amplios que evitan oprimir, cálidas paredes, suaves cojines en donde hundirte… Es ese tipo de apartamento que haría que una mujer admirara profundamente al propietario del mismo por su buen gusto...para en cuanto pudiera atraparlo en sus redes cambiarlo por completo, en busca de dar un toque femenino, de que al entrar alguien allí no pensara en “El”, sino en “Ellos”. Y yo al menos lo entendería, se nota en exceso el caracter de su ocupante, es, si un piso puede asumir este calificativo, demasiado personal.

Aprovechemos de paso para dar entrada en el articulo a nuestro anfitrión, el primero de los personajes en aparecer en escena. Dotado de una Mente matemática que le hace parecer en ocasiones demasiado cuadriculado (de acuerdo, es directamente un maniático en determinados aspectos, para que engañarnos), el “bonico y misterioso” del grupo es de esos tipos que casi tienen que ir apartando a las chicas como si de una estrella del rock (en su caso del Post grunge decadente) se tratara. Que si, que no es un mito, ese tipo de personas existen, yo puedo dar fe de ello. Que le vamos a hacer, unos nacen con estrella y otros estrellados. Total, en realidad no le hace falta que nadie describa sus méritos, en esos temas no tiene abuela…Si hiciéramos una metáfora futbolística, seria el Cristiano Ronaldo del equipo.

Avancemos en la crónica. Cuatro fuimos los espectadores en ese segundo acto del mundial español. Luis, Pepe, Antoñito y yo. Mentiría si dijera que sufrimos demasiado. La superioridad fue tan absoluta, que las preocupaciones se deslizaron desde el si
íbamos a ganar a como estábamos haciéndolo. Si, aquí es cuando entra en escena el doble pivote, algo casi merecedor de la excomunión (y lo de casi no es por falta de ganas, sino por su ateismo militante que le haría ver dicha condena como algo demasiado leve) para del Bosque, en opinión de Pepin. Para el sobraba alguien en el medio centro, y dado su barcelonismo el damnificado debía ser Xabi Alonso. Dado lo mucho que en general en el grupo se disfruta rebatiendo a Pepe (pertinaz en la defensa de sus principios en sus palabras, dogmático cabezón en las de algunos de sus contertulios, “enrocao” en la de otros) y lo mucho que el se obceca en sus convicciones (por si acaso no le mencionéis a Leonardo Dicaprio), era inevitable que el tema fuera recurrente a lo largo de lo que quedaba del mundial. Al menos en esta ocasión sirvió para hacer más atractivo el transcurso del encuentro. Pepe, en lenguaje futbolístico, seria como Menotti o Cappa, un purista amante del virtuosismo, pero que cree que solo hay un estilo valido para triunfar, que es el suyo. Y si no se gana así, no merece la pena.

25 de Junio. España-Chile. En juego el pase de fase. Solo tres pudimos acudir al evento. Además de Luis y yo, Antoñito, el Marques. Singular mancebo dotado de una contagiosa expresividad y una verborrea definitivamente atrapante (eso si, que nadie le pida que recite lo de “si tu quisieras y de mi dependiera”…), es el único del grupo “atrapado” en las garras de uno de esos temidos individuos del sexo opuesto llamados Novias. Si dejamos de lado que la suya es simpática y muy atractiva, esta claro que todos debemos compadecerle. Su aversión por toda carne de “pluma” (y el conejo esta incluido entre ellas, no me preguntéis por que) y un cierto aire señorial son algunas de los otros rasgos destacables de alguien que en un equipo de fútbol ejercería un papel similar a Capdevila. Y no por sus carreras por la banda, sino por sus bailes con cubatas.

Del partido, poco que decir. Aunque Chile comenzó el choque de forma impecable (salvo por su excesiva dureza), los goles de Iniesta y Villa tranquilizaron el encuentro. La segunda mitad, soporífera (y, a mi parecer, vergonzosa en su ultimo cuarto), fue el momento mas bajo en nuestro seguimiento del mundial. Habíamos cumplido, tocaban los octavos.

Martes 29. En esta ocasión, a los tres que repetíamos del anterior encuentro se unía un nuevo contertulio, Sito. Que decir de Sito…sin que nos denuncie por injurias.

Sofisticado (para algunos casi Snob, aunque eso sea mas pose que realidad), si estuviera
sobre un terreno de juego seria una especie de Guti, genial en ocasiones, pero de escasa movilidad el resto del tiempo. Pero, para ser sinceros, el sitio de Sito seria fuera del campo. Y no, no me refiero sentado en el banco de los suplentes, no, su puesto seria el de entrenador, tiene alma de manager. Dotado de un espíritu tenazmente positivo, es un motivador nato. Eso si, para que os hagáis una idea de sus características, seria una especie de cruce entre Lillo y Valdano. En los viajes, si el pusiera la música, seria más sencillo escuchar a Astrud, los Planetas o algún perdido grupo Indie noruego que cualquier hit de los 40.

¿Qué decir del partido? Que la superioridad de la selección española nos fue animando poco a poco, y que el gol de Villa nos pareció algo casi inevitable, un acto de justicia. Nos aguardaban los cuartos, ante un rival que por nombre parecía más sencillo que el conjunto luso…aunque fiar, nos fiábamos muy poco, y menos con los antecedentes hispanos.

Sábado 3 de Julio. España-Paraguay. Cinco somos los participantes en la cita. Luis, Antonio, Pepe , yo y Felipe. Felipe. Gran persona (en lo alto y en lo humano, capaz de recorrerse 50 kilómetros subiendo montes en un día y luego salir de fiesta y resistir más que cualquiera de los demás), es sin embargo un quemasangre de fama mundial. Asistir a un partido de fútbol con el al lado es un continuo runrún de criticas, comentarios derrotistas y nervios en tensión. Lejos de incomodarle su fama, la cultiva con deleite, vive su papel, “mejorándolo” (haciendo un símil balompédico, su puesto en el campo debería ser el de uno de esos defensas pesados a los que encargan hacer un marcaje al hombre, amargando la vida de su oponente). Y si recordáis el choque ante los guaranies, os imaginareis que fue de lo más propicio para que se gustara en su actuación. Y es que al lado de “plácido”, en comparación, enfrentamiento contra nuestros vecinos peninsulares, el de Paraguay fue un partido a cara de perro. Jugando mal, con un rival que supo manejar sus cartas a la perfección, nosotros sufrimos, como mínimo, tanto como nuestra selección, siempre con ese horizonte final de la historia trágica que nos precedía en esta ronda de telón de fondo.

Cuando nos pitaron el penalti en contra tocamos fondo. Parecíamos condenado a repetir el drama…con la parada de Casillas se rompió la maldición, y la esperanza regresó triunfante. Si, el penal que nos obligaron a repetir nos dolió (y mas cuando estábamos ya celebrando el gol), pero tras superar el momento crítico nos habíamos venido arriba. Villa, de nuevo, se encargó de rubricar nuestro destino.

Habíamos llegado a semifinales, nos sentíamos en una nube. Sin embargo, frente a nosotros nos aguardaba la enorme Alemania, que venia de finiquitar las aspiraciones de ingleses y argentinos. Visto el sufrimiento ante Paraguay, llegamos al encuentro algo asustados, al menos en mi caso, sin ver nada claras nuestras posibilidades. En esta ocasión solo faltaba Felipe, pero no del todo, porque el teléfono nos unió con el a lo largo del encuentro.

Y sin embargo, en lugar de asistir a un baño germano, o a una lucha a muerte, pudimos contemplar el mejor partido de la selección española, a una demostración de clase y superioridad inesperada. Jugamos de un modo tan hermoso, que el gol, aunque tardaba, solo parecía cuestión de tiempo, si el fútbol era justo, lo teníamos que meter…y lo hicimos, aunque de una forma sorprendente. Ese cabezazo de Puyol desato las celebraciones y nos unió en un abrazo colectivo, tan largo como sentido.

Lo habíamos hecho, rompíamos la última de las barreras, llegábamos a donde nunca antes se nos vio. Ahora la sensación era mayoritariamente de euforia, si habíamos derrotados a los poderosos alemanes, Holanda, que había practicado un juego mucho menos brillante, podía ser vencido…y sin embargo, yo, como siempre, temía. Lo cual es por otro lado normal, aunque jugáramos contra Luxemburgo yo tendría respeto (o más bien aprensión). A medida que se acercaba la final, esta inquietud se iba convirtiendo en miedo, en pánico a perder una oportunidad que tal vez jamás se volviera a presentar…

Ese domingo, Luis, Pepe, Felipe y yo quedamos para comer, en un restaurante de la bahía de Mazarrón. Allí, degustando una carne a la piedra, charlando de cine (Una de nuestras pasiones compartidas…aunque no compartamos los mismos gustos), yo al menos lograba olvidar por unas horas lo que se avecinaba. Después, un par de horas de baño en la playa, se convertían en el preludio del que iba a convertirse, seguramente, en el partido más importante de nuestras vidas.

Media hora antes del comienzo comenzábamos a reunirnos. Los cuatro del almuerzo, más Sito. Solo faltaba Antoñito, “secuestrado” por sus deberes maritales. He ido describiendo a lo largo del artículo al resto de protagonistas…pero si, falto yo. Soy el raro del grupo (que tan pronto estoy espitoso como al momento siguiente me sumerjo en una especie de mutismo contemplativo), el novato del mismo (los demás se conocen entre si desde hace mucho tiempo, yo soy un agregado mas reciente, de hace un año apenas), una especie de fichaje de ultima hora dentro de un bloque consolidado, que aun se tiene que hacer un hueco entre los veteranos. En ocasiones me sorprendo de que me hayan aceptado con tan buena disposición, pero en el fondo se que aunque sean una panda de impresentables, no son malos chicos.

Creo que carece de sentido hablar del partido, del sufrimiento por lo igualado del marcador y la indignación casi continua por los excesos naranjas. Yo, que ya había perdido el apetito, casi también perdí el habla. Alguno de mis amigos, no recuerdo quien, citó en broma a Neruda en: “Me gustas cuando callas porque estás como ausente”. Estaba padeciendo como un perro, no era capaz de reaccionar, permanecí casi todo el tiempo sentado en el suelo, perdido en mis pensamientos, casi siempre pesimistas. Terminaba el partido, llegaba la prorroga, y en el horizonte se atisbaban unos penaltis que aguardaba con horror. A Felipe también se le notaba el nerviosismo, pero mientras yo lo expresaba cerrándome sobre mi mismo, el lo hacia moviéndose a lo largo y ancho de la habitación.

Y llego el minuto 116, y pasamos, como en el marcador, del cero al infinito. No me veo capaz de describir los instantes que siguieron al gol. No esta en mi mano transmitir las sensaciones de alegría compartida, de liberación, de amistad y camaradería, el sabernos al borde de hacer historia, de terminar por fin con décadas de mediocridad, y lo mejor, de estar compartiendo todo estos sentimientos con gente como tu. Solo se que nunca un abrazo fue tan sentido, que esos saltos que pegamos uniendo nuestros brazos nunca serán olvidados. Y si, se que soy un estúpido sentimental, pero que le vamos a hacer. Nunca había vivido un campeonato de esta forma, y sin duda, se disfruta el doble que en soledad. Tenia ganas, muchas ganas de dedicarle un artículo a aquellos con los que viví esos días, se lo merecían. Se que no les hice justicia, pero al menos, lo intenté.

Y para terminar, creo que lo mejor es despedirme citando algo que escribí por entonces…

" Y en el salón de un piso de Cartagena, cinco tipos duros saltaban como monos gritando gol y se abrazaban sin rubor”.

Ojala algún día podamos volver a hacerlo, aunque ya nunca será igual…



Y vale, se que no os gusta Amaral, pero como una de las primeras veces en la que nos reunimos fue en un concierto suyo…pues pega, lo siento :-P.

jueves, 16 de septiembre de 2010

La noche de San Martín

Las Tinieblas se habían apoderado ya de la pequeña aldea cuando se oyeron los primeros tañidos de las campanas y los lamentos de los penitentes.
Con una rapidez asombrosa, se apagaron todas las luces, se acallaron hasta extinguirse las conversaciones e incluso los animales, acobardados, no osaron emitir ruido alguno.
Lentamente la tétrica procesión se iba acercando, cada vez se distinguían con mas nitidez las voces terribles que no cesaban jamás de emitir su lánguida letanía. Sin embargo, de repente, se produjo el silencio, un silencio aun más angustioso que las voces, un silencio que parecía infinito, y que hacia que una mortal ansiedad se apoderara de cada uno de los habitantes. Estaban allí.
Y cuando de improviso, un inhumano alarido desgarró el velo de terror que envolvía los corazones, incluso los más valientes entre los aldeanos cayeron al suelo, con los ojos cerrados y sin apenas atreverse a respirar, como si una invisible fuerza les hubiera arrebatado el alma. Así permanecieron en una espera eterna, como si el tiempo se hubiera detenido para siempre. Pero entonces, como el viento que dispersas las nubes, un grito desgarrador, el grito de una voz femenina que estaba contemplando cara a cara los ojos de la muerte, barrió la niebla de silencio e inicio un discordante y creciente huracán de ruidos, en el que se mezclaban los ladridos de los perros, los llantos humanos y un sin fin de mugidos, cacareos y gruñidos. Y así, la discordante sinfonía se elevó, enloqueciendo las mentes mas lucidas, y hubiera continuado por mucho tiempo si no hubiera tocado la campana de San Martín.
Si, al sonar la campana del monasterio todos los ruidos volvieron a cesar, y cuando comenzaron de nuevos los salmos penitenciales, cada vez en un tono mas bajo a medida que se alejaban, la vida fue volviendo a las casas y a los cuerpos de sus habitantes.
Esta vez le había tocado el turno a la viuda Lua, y sin duda el castigo por sus pecados había comenzado para no terminar hasta el dia del juicio. ¿Quién seria la victima propiciatoria el próximo 11 de noviembre? .Desde que 12 años antes se quemara el monasterio, sin que nadie del pueblo hubiera movido un solo dedo para salvar de una horrible muerte a los monjes, sino que al contrario, con sacrílegas intenciones, los mas osados y descreídos rebuscaran entre las aun calientes cenizas en busca de algo de valor, la noche del 11 de noviembre de cada año, festividad de San Martín y aniversario del incendio, una letal cofradía se acercaba al pueblo en busca del mas pecador de sus pobladores, y hasta que no sonaba la perdida campana de la destruida torre y se retiraba de nuevo a sus ruinosos dominios, nadie tuvo nunca el valor de intentar observar quien formaba parte de la misma, ni de volver a acercarse a los ominosos restos del monasterio que desde el monte Cercano dominaba la vida, y la muerte, de los aldeanos.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Del turismo en Kalifistan

Ezbed contempló las vistas desde Kartayena, una vez más.

Para alguien no versado en el idioma de los nómadas de Kalifistan(lo cual engloba a toda la humanidad menos tres personas, que son los únicos que lo hablan...bueno, solo dos lo hablan, el otro es mudo), el nombre del lugar podía tener resonancias exóticas. Pero para los nómadas, algo menos románticos (para entendernos, en su vida el romanticismo tiene la misma cabida que un ventilador en el polo norte), el nombre indicaba simplemente lo que opinaban del paraje.

Traducido de manera literaria vendría a ser: “el lugar hundido y solitario en las profundidades del desierto de brillante arena donde los dioses no moran”(si lo prefieren literalmente: “agujero de estiercol en mitad de la nada lleno de polvo donde no vive ni dios”, ya decimos que los nómadas Kalifistanies no están demasiado dotados para las metáforas).

Y poco mas se puede comentar del lugar, al menos que intentemos ir un poco mas allá de las metáforas y caigamos en la mentira mas abyecta.

Ahora si, podríamos preguntarnos por que allí, en mitad de la nada mas solitaria, en una depresión minúscula que impedía ver mas allá de la pared del acantilado(eso si no soplaba una de las tormentas de arenas típicas de la zona, que reducía la visión a unos centímetros de los parpados, si uno era lo suficientemente estupido para estar en el exterior y con los ojos abiertos cuando tenían lugar), donde el calor mas horroroso del mediodía solo era igualado por el helado relente de la madrugada, y donde los únicos seres vivos, aparte de los soldados, consistían en cuatro lagartos enloquecidos por la insolación, si, seria lícito preguntarse por que allí existía un puesto de vigilancia donde hacían guardia varios esforzados guerreros del ejercito de su majestad(entre ellos Ezbed, el contemplativo ser del principio de este relato).

En realidad todo tiene su lógica, y todo se debe a esa palabra mágica que tanto furor hace actualmente, turismo.

Hace tres generaciones, cuando el buen y anciano sultán Nikolai perseguía a tiernas jovencitas campesinas de rollizas carnes y sonrojadas mejillas, un avispado visir, cuyo nombre es aun recordado(siento decir que no con cariño y devoción como se merecería, sino en términos mas zoológicos, generalmente unido a la rica fauna del desierto, léase escorpiones, chacales, hienas y escarabajos) por los afortunados soldados destinados en Kartayena, decidió que había que dinamizar las estructuras macroeconómicas del país, aprovechar la coyuntura francamente positiva de la balanza de pagos y lo ventajoso del cambio de divisas (lo cual quería decir que con lo que en Kalifistan podías alimentar a una familia en un día en el exterior te daban un par de pañuelos de papel) y atraer con sus ricos y variados paisajes naturales (Aprovecho para comentar que Kalifistan se componía en 9/10 partes de su territorio de un desierto llenos de rocas y dunas, en una llanura donde la mayor elevación apenas tenia la altura de un hombre) a mas extranjeros que hasta ahora(que básicamente hasta entonces se componían de dos clases de personas, cautivos convertidos en esclavos tras ser capturados por los piratas, principal industria local , o ejércitos conquistadores de paso hacia algún lugar mas interesante, o sea, cualquier otro).

Así que, emprendedor como era, mandó a los sabios mas sabios del país a recorrerlo de parte a parte, buscando maravillas que mostrar a los forasteros, que sin duda vendrían en masa, como moscas atraídas por la miel... Daud, que así se llamaba el Visir, aguardó pacientemente en su modesto palacio de cien habitaciones, apenas entretenido por los lamentos de los condenados mientras eran despellejados, o los aullidos de los empalados en su agonía, o el siseo mortal del hacha del verdugo (sin duda en cuanto a modos de torturar y ejecutar, Kafilistan era el lugar mas variado del mundo) en su descenso final hacia el cuello de su victima.

Tras un mes de espera, ninguno de los sabios había regresado. El visir, preocupado, hizo indagaciones sobre su paradero (lo cual equivale a decir que movilizó a cientos de sus secuaces mientras el seguía, melancólicamente, escuchando los melodiosos estertores de los torturados).

Los resultados de las pesquisas le causaron ciertas dudas sobre el futuro de su plan. De los diez sabios que envió, cuatro habían sido asesinados para robarles(el que mas lejos consiguió llegar antes de tal percance apenas se había alejado a un día a caballo de la ciudad, y dos de ellos ni siquiera habían salido de la misma), otros tres habían sido capturados vivos y vendidos como esclavos, dos mas al parecer habían muerto de sed y hambre en el desierto(eso es lo que le dijeron al visir, pero era rotundamente falso, lo que realmente les mató fueron los mordiscos de las fieras), y el único que seguía vivo y libre se había vuelto loco por el sol, y predicaba a favor de una extraña y ridícula teoría llamada democracia.

El visir, afligido por la suerte del mismo, ordeno que le dieran muerte de forma compasiva, ya que no podían salvar su mente, al menos si su alma.

Cualquier otro hombre menos tenaz (y con mayor aprecio a la vida de sus súbditos, pero no se llega a Visir con semejantes remilgos) hubiera desistido de su propósito, pero Daud no. Así que decidió que los diez sabios siguientes, partieran a su vez, pero esta vez acompañado cada uno por una compañía de robustos guardias. Y aunque varios de los sabios mostraron dudas sobre su capacitación para la misión, una breve referencia a la colección de instrumentos de tortura de la escuela de suplicios(sede del mas importante colegio de torturadores del planeta, y orgullo de los Kalifistanies) les convenció rotundamente de que era su deber para la patria el emprender el camino.

Su viaje fue muy distinto al de sus antecesores (distinto para ellos, ahora los que morían a mansalva eran los ladrones y esclavistas), y pudieron recorrer a placer el país, sin otro impedimento que las tormentas de arena, el agua pútrida de los escasos pozos, el sol abrasador y las noches heladas.

Pero...y en toda esta desgraciada historia parece que tiene que existir siempre un pero, lo que faltaba en tan pacifica excursión, eran los lugares de interés. Porque si, el desierto no dejaba de transmitir un cierto sabor a soledad y amplitud(a pesar de la numerosa compañía), pero (si, aquí esta el pero) la monotonía del mismo impedía delimitar la existencia de lugar alguno de interés, al menos que se aplicara el mismo a todo el desierto en su conjunto, lo cual hubiera sido estirar en exceso el termino lugar.

En esos momentos, los sabios, confusos hasta entonces y atemorizados ante la posibilidad de una muerte cruel como la de sus compañeros, tuvieron una revelación. Y cayeron en un temor mas profundo y mortal, al darse cuenta de que si retornaban a palacio con tan escuetas nuevas, el visir, no precisamente conocido por su benevolencia, les daría a todos la oportunidad de disfrutar de una estancia con gastos pagados de duración indeterminada en sus mazmorras.

Espoleados por tal certeza, hicieron frenéticos esfuerzos por hallar, en toda la extensión de Kalifistan, cualquier rincón perdido que, por mínimo que fuera, tuviera algún rasgo distintivo al común denominador de sol, arena y rocas.

Y de pronto, de la nada parecieron surgir pintorescos sitios, el punto mas alto del país (la Roca del elefante, llamada así porque tenia la misma altura que alcanzan los montones de boñigas que dichos paquidermos arrojan en sus deposiciones), las ruinas de un pueblo de los antiguos pobladores de las arenas(los pobladores ahora extintos, tras el paso de una de las compañías de soldados por el pueblo, de ahí las ruinas), o, y aquí por fin entra en la historia Karteyena, el punto mas bajo del país.

Provistos de tan abundantes recursos turísticos, a los que había que unir los existentes, y aquí no se dejaban llevar por el amor a su ciudad, en la capital , Morolabad(la nombrada escuela de suplicios, los distintos lugares de publica ejecución distribuidos generosamente a lo largo de calles y plazas, las tumbas y cementerios de todo los estilos y niveles económicos que abarrotaban los subterráneos, el mercado de esclavos, los celebres burdeles rojos, donde podían matarte en diez idiomas y pegarte una infección en treinta...si, la ciudad estaba plagada de prodigios, y sus habitantes se sabían afortunados con vivir allí...lo cual es lógico, dado que lo mas normal era morir allí) los sabios regresaron ufanos a la metrópoli, y presentaron los resultados ante el visir.

Este, en pleno ataque de gota debido a ciertos pequeños excesos alimenticios en sus últimos banquetes( el presumía que no debía haber mezclado el elefante relleno de buey con el oso al aroma de mofeta, sobre todo tras la ballena en salsa de delfines), no estaba demasiado de humor en esos momentos, así que sin mirar apenas los documentos, firmó una orden para hacer proteger todos los lugares turísticos por una pequeña guardia permanente, hecho lo cual hizo despedir a los eruditos con la mano extendida(las de los guardias, a base de sopapos) y siguió rumiando su dolor, solo, entre los 200 miembros de su corte.

Y aquí, por uno de esos guiños del destino que cambian la historia con tanta frecuencia, se produjo una situación inesperada, que provocó que, por un lado se le quitara el dolor, de manera permanente, y por el otro que fuera la última decisión de su mandato.

El viejo sultán murió esa misma noche, victima de un suelo(al que fue arrojado desde un tercer piso por un marido cornudo poco agradecido por la real cornamenta), y, como no tenia descendencia directa, la corona paso a una lejana heredera, la princesa Anandryne, cuyo primer gesto en el trono fue ascender al visir, colgado del extremo de una cuerda, eso si.

La sultana paso a la historia de Kafilistan como Ana la sanguinaria(no por su extrema crueldad, que en una población como Morolabad no seria demasiado novedoso, sino por su gusto descomunal por las morcillas) y poco mas de ella se cuenta(algo normal, porque el castigo para los que hacían correr rumores en su reinado era cortarles la lengua, en primera instancia, si seguían hablando, cosa alto difícil, se les castraba, castigo, no se sabe muy bien porque, que era de real agrado) ,mas...a pesar de la deserción del visir, la nueva soberana no hizo desaparecer a su vez las resoluciones tomadas por el mismo, que prosiguieron su largo curso burocrático por los enrevesados callejones de la cancilleria real... hasta que un día, varias décadas después(despacio pero seguro, era el lema de la administración Kalifistana, al menos que existiera un jugoso donativo de por medio claro) se publico un edicto por el que se establecían una serie de pequeños puestos de vigilancia que protegerían las principales riquezas turísticas del reino.

Y así fue como desde hace uno lustros, Kartayena vio como su tranquilidad eterna quedaba interrumpida con la presencia de la numerosa soldadesca.

El que en 17 años ni un solo viajero hubiera osado acercarse a jodido hoyo de mierda (el nombre que ahora la guarnición le daba de manera oficiosa al lugar) no disuadió a las autoridades en sus propósitos, paciencia era el lema nacional de los kalifistanies (la versión completa decía mas bien “con paciencia y saliva el elefante se la metió a la hormiga”). No era cosa de estropear una buena idea porque la realidad se obstinara en su contra, ya se enteraría esa maldita realidad cuando la pillaran…

Debemos despedirnos ya de Kartayena y sus habitantes. Ezbed, el solitario soldado que abría este relato, seguía mirando ciegamente hacia el acantilado, aunque mentalmente estaba a muchas leguas de allí, como casi siempre, tenia tantos pájaros en la cabeza que se le había puesto forma de nido, decía su madre.

Meditaba observando al horizonte(que como hemos dicho, en Kartayena era bastante limitado), mientras hacia guardia(nunca, a pesar de lo mucho que había meditado, había encontrado sentido a guardar algo como Kartayena, ¿qué iban a hacer, llevarse el agujero, taparlo?¿y quien era lo suficientemente estupido para interesarse por este maldito agujero?) en su turno de vigilancia, vestido con el uniforme habitual en dicho puesto, algo mas distendido que el normal en lugares mas civilizados y frescos(uniforme que consistía en esos instantes, en un taparrabo que casi dejaba adivinar ciertos contornos, y un pañuelo que le cubría la testa, protegiéndolo de los rayos solares). Y hoy tenían suerte, era un día mas agradable y refrescante que de costumbre, apenas debían estar a 39 grados, calculaba aliviado.

Ayer, tras meses de aburrimiento, había sucedido por fin algo que recordar. Una patrulla había atrapado a dos de los nómadas de Kalifistan, sorprendidos en flagrante delito (que era como eufemísticamente se conocía en el país a las relaciones del tipo soplanucas-comealmohadas). Con su ejecución inmediata, la población de los nómadas del desierto se había reducido a una sola unidad…el mudo.

Desde que conoció la noticia, Ezbed le seguía dando vueltas a la cabeza, ¿si el único hablante que quedaba de un idioma era mudo, se le podía llamar ya lengua muerta?