miércoles, 27 de abril de 2011

Gracias por preguntar

Alguien dijo, tiempo atrás, que los pueblos felices no tienen historia.

En este jodido mundo, parece que solo las desgracias venden. La humanidad creció entre tristeza. Solo así puedo entender porque nos es más fácil expresar el dolor que la alegría.

Estoy sentado delante del ordenador, con una sonrisa de idiota cruzando mi cara, y se que seré incapaz de expresar lo que siento. Pero lo intentaré…se lo debo a alguien.

Una de las cosas que te hacen recuperar la fe en la vida es comprobar como un día cualquiera puede convertirse en el más increíble de tu existencia. Sin planificarlo, ni esperarlo, tal vez, incluso, sin merecerlo.

Y si te preguntan que te sucedió durante esas horas (pero… ¿fueron tantas??), ves como no puedes explicarlo con palabras.

Piensas que deberías hablar de viajar entre nubes, de glaciares que se derriten, de pájaros que cantan y soles que iluminan tu rostro. Y sin embargo lo que te viene a la mente es una canción de los Foo Fighters. Y lo extraño es que todo encaja.

Y Compruebas como lo dulce y lo picante, la ternura y el placer, se entretejen sin que sea posible diferenciarlos. Por una vez la fortuna te guiño el ojo. Y piensas aprovecharlo. Ya no darás dos pasos hacia atrás, nunca más. Quizás solo medio, pero siempre hacia adelante.

Y ese picor que sientes cuando no esta sabes que solo se aliviara cuando su boca y la tuya se unan de nuevo. La frescura de su lengua es lo único que puede calmarlo…aunque se trate de una tregua imaginaria, antes de que su calor avive de nuevo tu quemadura.

Y te dices que tuviste suerte, pero en realidad, aun no te haces a la idea.

Cuando llegas al otro lado de esa barrera que creías imposible de traspasar te sorprendes cuando ves como allí te aguardan las mismas incertidumbres. Pero la sensación es diferente. Porque ya sabes que los miedos permanecerán siempre, pero que a partir de ahora darás mas importancia a lo que tiene que llegar que a lo que se quedó en el camino. Y aunque tienes tanto que aprender, estas deseando hacerlo…y no podrías tener mejor maestro.

Y cuando te mira y la miras y vuestros labios, más rápidos que vuestras mentes, sellan de nuevo su promesa, comprendes, por fin, lo que es la felicidad.

Y solo te queda darle las gracias, por preguntar.

jueves, 21 de abril de 2011

La soledad del Arquero

"Tienes demasiado tiempo para pensar, solo, en mitad de la multitud. O te vuelves filósofo, o te alcanza la locura. A veces, ambas cosas”.

De “La soledad del arquero” (L.Yashin)

Es difícil ser único en un mundo estandarizado. Todos, hasta los que pretenden ser diferentes, acaban formando parte de un grupo, una tribu. Si te vistes de negro al completo y dejas que tu cara tome una tonalidad que asustaría incluso a un miembro del KKK, te veras pronto rodeado de otros seres de similar tendencia. Si decides que el pelo pincho es lo que se lleva, acabaras metido en algun after sin saber que hora es ni cuanto tiempo llevas sin dormir, pero eso si, tu coche brillara mas que las estrellas en la noche y serás mas ruidoso que el motor de un Boeing. Tú fliparas, pero mejor nunca sepas lo que la gente te desea cuanto se ve obligada a disfrutar de tu selección musical.

Pero algunos, pocos, si que logramos conservar nuestra independencia entre las masas. Incluso siendo parte de un grupo, apenas lo somos nominalmente. En el momento decisivo estamos solos, somos diferentes, lo sabemos…y nos gusta.

Soy portero. Guardameta, cancerbero, arquero, meta…tantos nombres para una sola figura, aislada, solo en mitad de la multitud.

Si, tienes otros diez compañeros dentro de tu equipo, algunos de ellos incluso muy cercanos (a veces, y con ciertos entrenadores, muchos y aun mas cercanos). Pero…no son como nosotros. De hecho, ni siquiera vestimos igual, estamos marcados, para que nadie pueda evitar reconocernos. El contacto de sus manos con el esférico es pecado, el nuestro, salvador. En el área nadie manda más que yo, soy el rey, el tirano…pero si salgo de ella, es como si entrara en un mundo diferente, más oscuro y cruel, el reverso tenebroso del portero. En cierto sentido cuando nos arriesgamos a trascender la línea blanca que marca la frontera de nuestro reino, nos convertimos en émulos de aquellos exploradores de antaño, que partían hacia lo desconocido…

Somos odiados. Lo sabemos. Si, nuestra afición nos aplaude cuando evitamos un tanto, respira cuando desviamos un tiro, pero…en el fondo de los corazones de todos los hinchas, de cualquier amante del futbol, existe un rincón de profundo resquemor contra nosotros. El futbol es gol, solo se gana si se marca uno más que el contrario… y nosotros, maldecidos por el destino, somos los encargados de negar lo más sagrado de nuestro deporte. Somos como Judas, necesario para que la historia se cumpla, pero no precisamente alabados por nuestro protagonismo.

Pero a veces, muy de vez en cuando, uno de los nuestros, en nombre de todos, se toma cumplida venganza. Un gol de un portero es la paradoja suprema de nuestro deporte, y para mi, personalmente, la confirmación de que nunca se debe perder la esperanza, de que incluso los condenados pueden esperan ser redimidos, aunque sea por un breve segundo.

Es difícil mantenerse totalmente cuerdo viviendo siempre al filo del alambre. Podemos estar parados, como si fuéramos simples espectadores privilegiados, la mayoría del partido, y de repente vernos obligados a desatar toda nuestra agilidad en una jugada aislada. Si, puede que sea imposible parar un balón, pero siempre, por muchos defensas que haya, por muy bien que lo hiciera el delantero y por vendido que estés en la jugada decisiva, la culpa final será solo tuya. Serás culpable, y cada uno de los tantos que reciban serán otras tantas pruebas de tu delito. En cierto modo, es como si cometieras un crimen delante de miles de testigos…no puedes escapar.

Es inevitable entonces que a veces cometamos actos que a ojos de los demás puedan parecer desquiciados. De hecho, seguramente lo serán.

Por algún lado tiene que escaparse esa presión intensa que sentimos. Todo ser humano, incluso nosotros, seres apestados, al margen de la sociedad, debería tener derecho a vivir en paz, a no ser atacado una y otra vez. Si, nuestro trabajo es sucio, cuando lo hacemos bien hacemos infelices a miles de personas, deberíamos sentirnos miserables, malvados…y no lo hacemos. La basura huele mal, pero para que todos vivamos bien, alguien tiene que recogerla. Nosotros, en cierta medida, somos iguales. No nos miréis con odio, apreciad nuestros servicios…comprendednos, solo Intentad comprendednos.

Y si no pensad que tal vez algunos de vuestros hijos, poseído por la locura, puede convertirse en uno de los nuestros…nadie esta libre, nadie, recordadlo…y rogad por nuestra alma.

martes, 12 de abril de 2011

Crónicas de un Freelance (Cosas que no hacer en Sildavia)

Este cuento es una especie de continuación (aunque lo único que los une es el mismo protagonista) de otro que publique hace tiempo, que podéis ver aquí

Nadie que haya visitado Silvadia podrá decir que es un lugar aburrido. Todos Deben haber muerto de tedio hace largo tiempo.

Existen lugares donde la fiesta parece surgir espontáneamente, donde incluso en mitad de la miseria estalla la sonrisa y la alegría, generalmente con grandes cantidades de alcohol sirviendo de lubricante, y sazonado con un toque de violencia y algo de sexo (aunque siempre menos del que se dice, y menos del que se necesita). En otros, más prósperos, civilizados o simplemente con una mentalidad más pacata, se intentan canalizar las ganas de diversión de los sectores mas animados de su población en celebraciones más regladas y con menos peligro de convertirse en orgías colectivas (mas quisieran muchos que existiera realmente ese peligro…). Desde conciertos, obras de teatro, bailes regionales (esa especie de adelanto terrenal de lo que puede ser el infierno) a partidos de futbol.

Los gobernantes Silvadianos han debido descubrir hace largo tiempo la clave perdida de la diversión…y se encargan con todas sus fuerzas de mantenerla oculta.

El problema no es tanto que el alcohol este prohibido o que la única música que se pueda escuchar sea la que tenga mas de 500 años, y fuera escrita por algún monje sordo, ciego y castrado, preferentemente habitante de algún monasterio situado mas allá del circulo polar o en alguna montaña sobre el nivel de las nieves perpetuas. No, ni esto ni el que los trajes típicos (y obligatorios) del país llevaran mas capas de ropa de las necesarias (de las necesarias si uno quería hacer que un viaje a la Antártida se convirtiera en un delicioso paseo por el Sahara) son mas que unas leves notas de la sinfonía global.

Ese era el problema real, el conjunto. No es que la sociedad silvadiana estuviera envuelta en una atmosfera asfixiante, opresiva, anclada en un pasado rancio y detestable. No, ese límite se había traspasado hace largo tiempo. Ahora se situaba mas allá, como si después de estar una hora en una sauna, te avisan de que ya es tiempo de dejar atrás el frescor y pasar a algo más calido…

Creo que algunos de ustedes me recordaran. Ya estuve en esta página hace un tiempo, cuando les hable del origen del fútbol en San Mauricio. Desde entonces, he proseguido con mi trabajo de freelance, de mercenario de la pluma sin moral ni ética, más allá de la básica de no aguar un buen whisky. Y aunque los meses pasaron, no puedo negar que al menos en una cosa, Martín nunca cambiara, en cuestiones monetarias, debe descender de escoceses de séptima generación. Que tipo mas rata cuando se trata de recompensar con algo de pasta un buen trabajo…

Pero dejemos de lado a esa especie de usurer…a quien paga (si eso es pagar…), y centrémonos en el tema.

Hace unas semanas, recibí la llamada de una revista de fútbol internacional. Quería encargarme un seguimiento de la casi desconocida la liga Silvadiana, y creían que tras mi periplo Mausito era el hombre perfecto.

En otras palabras, nadie quería ir allí, así que hacia falta buscar un pringado capaz de cualquier cosa por dinero…Yo.

Por supuesto, acepté. Cuando a uno le gustan las bebidas frías, las chicas calientes y los coches rápidos, o es hijo de un millonario, o tiene que buscarse la vida como sea.

Tres días después, aterrizaba en el aeropuerto de Kementary, la capital del país.

Si estuviera escribiendo una guía de viajes, les contaría que esta situada a orillas del rio Kemen, que le da nombre, que su población se acerca a los trescientos mil habitantes, y que cuenta con un hermoso centro histórico.

Pero como ni soy escritor de guías (al menos en estos momentos, uno es polifacético, sobre todo con unos cuantos verdes en la mano), ni esta en mi ánimo colaborar con las autoridades turísticas Silvadianas (entre otras cosas, porque no existen), creo que puedo resumirles lo que es la ciudad con más brevedad: He visitado cementerios con más vida nocturna.

Y diurna. Cuando al principio del texto les hacia una ligera descripción de la vida social de la nación, no me dejaba llevar por la hipérbole. He viajado mucho, he bebido en sitios inmundos, meado en lugares de los que las cucarachas huían asqueadas, incluso he dormido en habitaciones que parecían decoradas por una banda de zombies amantes del cine gore…pero todo eso no se puede comparar con lo que viví en Kementary…

O no viví, porque la sensación que realmente prevalecía a las pocas horas de estar allí, es que la ciudad era una especie de vampiro gigante, y que cada segundo que pasaba, te lo estaba robando, como si te chupara el alma…

Tras registrarme en el hotel (el único de la ciudad donde podían alojarse los visitantes extranjeros), disfruté de la bienvenida gubernamental. Dos agentes vestidos de negro, con trajes sesenteros (no, no es que fueran del estilo de esa década, es que tenían esa edad), bigotes a juego, gafas de sol y sombrero (alguien en el ministerio había visto demasiadas películas de espías, me temo), me informaron de lo que podía hacer (básicamente, nada) y no hacer (podría escribirse una enciclopedia de varios tomos) durante mi estancia. Y para que no se me olvidara, me obsequiaron con un acompañante, que me serviría de guía, intérprete y sombra permanente.

Los siguientes días, como podéis suponer, fue un quiero y no puedo constante. O sea, un quiero una cerveza (verboten¡), quiero un cigarro (verboten¡), quiero un polvo (verb…¿Qué ser un polvo? Verboteeennn¡¡¡¡).

A pesar de todo, hice progresos. La liga Silvadiana esta compuesta por dos divisiones, con una veintena de equipos entre ambas. Los más importantes del país, están todos radicados en la capital, y son extensiones de los distintos órganos de poder del estado.

Podemos mencionar al equipo del ejército (el CSKA), el de la Policía (el Dinamo), el de los sindicatos (El Partizan) y sobre todo, el Non Stop, el club de los obreros de las fábricas de señales de prohibición (principal importación del país, y con un gran mercado interno).

Casualidades de la vida, las últimas ocho ligas se la habían ido repartiendo a partes iguales y de forma armónica entre estos cuatro equipos, siguiendo un orden inamovible.

Cualquiera sospecharía algo…si estuviera permitido hacerlo. Por supuesto preguntar sobre el tema hubiera supuesto mi inmediata expulsión del país…lo cual realmente, más que un castigo era una bendición.

Pero a pesar de que se me pasó un par de veces por la cabeza terminar con la agonía de forma rápida, me debía a mis clientes (y a los montecristos que me iba a fumar a su salud).

Así que con el gaznate seco y el cerebro turbio, me concentre en mi labor.

Tras recopilar toda la información posible (no demasiada, en este país la información la repartían a cuentagotas, hasta el numero de emergencias era secreto), me dispuse a disfrutar (chisss, que no nos oigan, usar ese verbo también debe estar verboten) del acontecimiento que realmente me había llevado allí.

No, no era la clausura de la Semana nacional de grupos Folklóricos, que mis anfitriones habían insistido fervorosamente (con una insistencia que rayaba la amenaza y escasa de sutilidad) en que debía visitar. Me negué por supuesto, la idea del suicidio aun no me rondaba por la cabeza, y prefería perder mi tiempo, mis oídos y mi vista en algo más divertido y dinámico, una carrera de caracoles, por ejemplo.

A lo que me refiero, al magno espectáculo que centraba mi interés, era al derbi que ponía fin a la liga.

En el se enfrentaban, en el tétrico marco del estadio Nacional (que por fuera parecía una especie de Matadero publico, impresión que no mejoraba demasiado en su interior), el Non Stop, camiseta a rayas blanquiazules, pantalón azul, contra el Dinamo, con un desquiciado uniforme naranja (amarga, seguro) y azul .

Si las cosas iban como debían ir (y siendo los silvadianos como eran, irían), el partido lo debería ganar el Non Stop…y la liga, el Dinamo, que le tocaba. Empatados a puntos, el equipo policial tenia un mejor goal average.

Me hicieron el honor de situarme en la tribuna principal, muy cerca del palco presidencial. Así pude observar como entraba al mismo, acompañado por los presidentes de ambos club, el máximo mandatario del país, en uniforme de gala.

Poco después, dio comienzo el partido. O al menos, se pitó su inicio, porque lo que es fútbol, apenas se vio. Entre lo malo del juego, y la imposibilidad de hacerlo olvidar con algo de alcohol, se imaginaran que la primera parte pareció durar una eternidad. Mi acompañante sin embargo, no cesaba de proclamar las virtudes del balompié local, y sus valores mas característicos, Trabajo, presión y orden …parecía mas estar hablando de cómo disolver una manifestación que de técnica deportiva…

Al menos, todo tiene un final, y cuando el árbitro pitó el descanso, lancé un sonoro suspiro, que provocó una mirada poco amable de mi guardián.

Quince minutos después, y pese a mis esperanzas, el suplicio volvió a ponerse en marcha.

Al poco, al menos, llegaba el primer gol. El Non Stop sacaba de banda, un defensa cabeceaba el balón fuera del área, y allí lo recogía un fornido delantero blanquiazul (con pinta de boxeador fondón) que de un ajustado chut batía la meta del Dinamo.

Celebración por todo lo bajo (no era cosa de despertar de su siesta al presidente, que estaba roncando a gusto) en las gradas.

Al rato, vino el segundo. Saque largo del portero, lo recoge solo uno de los carrileros que en veloz carrera llega al área, donde da el pase de la muerte a un compañero.

Dos a cero…y casi todo sentenciado…o eso pensábamos.

Pero…a falta de un cuarto de hora para el final, el presidente se despierta. Seguramente con algo de ardor de estomago, solicita una manzanilla. Se la llevan con premura, pero entonces, distraído, el representante del Dinamo se levanta, tropieza con el camarero, y la infusión va a parar sobre el traje de Gala de la máxima autoridad…

Con un gesto, todo cambia. Los miembros de la guardia presidencial acompañan al camarero y al dirigente del Dinamo, fuera del palco. Mientras, alguien debe haber avisado de lo sucedido a los del césped…y empieza lo bueno.

A falta de nueve minutos, llega el tercero, el Non Stop saca una falta desde medio campo…que recoge, libre de marca (mas libre a medida que la pelota se le acercaba), un compañero al borde del área.

El tipo pierde mas tiempo celebrando el gol, de lo que tardan sus compañeros en lograr el cuarto, tras un “pase” de un rival del Dinamo, al que, como al resto de los jugadores del equipo, parecen habérsele dormido las piernas.

Nuevo saque de centro, nueva “perdida” de balón y…un defensa del Dinamo, ni el sabe como (ni sobre todo, por que), detiene el contraataque…apenas sabe lo que hace con el esférico, hasta que por suerte uno de sus rivales se le acerca, arrebatándole el mismo.

Era el quinto. El sexto, con recochineo. Con un “slalom” desde su campo, sorteando a lo Messi, pero sin tarascadas, a todo el que le sale (mejor dicho, se quita) al paso, el nueve logra la media docena.

El séptimo llega tras “jugada” por la banda izquierda.

El octavo, mirando mas no caer en el fuera de juego (total, uno duda que el trencilla fuera a pitarlo) que otra cosa. El noveno, con un par de amagos de los defensores y un pasillo por el centro.

El décimo, metiéndose hasta el salón, no fuera a fallar el tiro.

El ultimo, llegó tras un despeje del portero (mas bien habría que decir que el delantero dio en el muñeco)… ¿su última parada?

Mientras los incrédulos aficionados del Non Stop celebraban el título, se escuchó una descarga de fusilería. Fuegos artificiales…si allí gastaran de eso. Si tuviera que apostar, el comité de despedida de un par de tipos que yo se me…

Huelga decir que nada mas terminar el encuentro fui acompañado amablemente al hotel, para al día siguiente (en realidad, a mitad de la madrugada), ser conducido al aeropuerto.

Una lástima, me perdí el certamen popular de la canción Silvadiana…no creo que pueda perdonármelo en la vida.

Ah, por supuesto, y tras devolver a mi cuerpo los fluidos necesarios (una semana sin alcohol en las venas y nicotina en la garganta…no se como pude sobrevivir), envié el informe a la revista…claro esta, que algo modificado, debido a ciertas sugerencias que me hicieron cordialmente mis anfitriones sildavianos…bueno, les dejo, tengo que ver al cambio cuantos dólares son dos millones de Dinares…

-Si, el banco central, es sobre el Dinar silvadio ¿Que, golpe de estado, revolución, devaluación de la moneda, hiperinflación, que lo use para Que???

Posdata: Este relato nació a partir de un partido jugado en Brasil hace no tanto, la realidad siempre es capaz de sorprenderte un poco más…

jueves, 7 de abril de 2011

El aleteo de la Mariposa

Hay personas que pasan por la vida sin hacer nada importante. De hecho, así sucede con la mayoría de la gente.

Otros, sobresalen por encima de la mediocridad, convirtiéndose en genios, héroes…o monstruos. Son los menos, la excepción en un mundo uniforme.

Pero…hay casos especiales, gente corriente que una vez en la vida participa, aunque sea de forma colateral, casi clandestina, en el gran juego…incluso sin darse cuenta de ello.

Juan Rojo entra dentro de este último grupo. Poco se puede decir de el, salvo que hay poco que contar. Sin duda vivió instantes intensos, pero para la historia, ninguno de ellos tuvo importancia alguna (no, ni ese presunto “polvo del siglo” que había echado con aquella guiri en Torremolinos y del que tanto se vanagloriaba con asiduidad quedará en los anales de la eternidad).

Y sin embargo…aquella cálida mañana de Junio del 2010, tan aparentemente anodina, Juan participó como actor de un drama que si se plasmó en la historia. Para su desgracia, o tal vez, por suerte, jamás lo supo.

En realidad su intervención fue como la de esa mariposa africana que al agitar sus alas provocará que la lluvia caiga sobre Nueva York…o puede que en Londres, o que no sea lluvia, sino que luzca el sol. La cosa es que la culpa es de la mariposa, eso seguro (¿o era una avispa?).

Eran las 10 y media. Juan se encontraba ya trabajando en la piscina, revisando el recinto antes de abrir, junto con una compañera. Entre broma y broma, ordenaban sillas y colocaban sombrillas.

De repente, vio algo en el suelo. Un móvil.

- Mira lo que encontré-, dijo, mostrándole el aparato (nos referimos al telefono...) a su amiga.
- Vaya, alguna inglesa despistada debe habérselo dejarlo.
- Yes, of course-, exclamó el con un exagerado y teatral acento ingles.

Sonó el móvil. Juan no sabia si cogerlo, mientras Elizabeth, su compañera, escogía ese momento para ponerse a hacerle cosquillas.

Finalmente respondió, mientras le decía a su amiga:
- Elizabeth, stop-, continuando la broma anterior.
- Oh, no, kiss me, boy- dijo ella, siguiendo con el juego.

Al otro lado, solo silencio. Cuando Juan iba a decir algo, su anónimo interlocutor, colgó.

-¿Quién era?- preguntó Eli.
-Ni idea, aquí aparece que un tal…Rob. En fin, vamos a dejar esto en recepción, por si lo reclaman.

Un par de horas después, en mitad del trajín cotidiano, Juan ya había olvidado la llamada, y nunca volvió a recordarla. Es triste pensar que el momento más importante de la vida de una persona pueda pasarle tan desapercibido. Incluso aun, es mas triste pensar que dicho momento sea una mísera llamada telefónica…pero así es la vida, y así de puñetero es el destino.

Mientras tanto, a miles de kilómetros, en Sudáfrica, alguien tenía el corazón roto. Había llamado a su chica, buscando la reconciliación, y la encontraba en plena faena con el imbecil de ese tal Johnny…fuera quien fuera ese desgraciado. Ya no merecía la pena seguir, el mundo estaba lleno de chicas, se dijo…pero ninguna era Elizabeth, le replico otro sector de su mente, con ganas de bronca.

Se pasó todo el día divagando distraído, herido en su amor propio. Cuando salio al campo, intentó centrarse en lo que estaba haciendo, pero fue inútil.
Y lo inevitable, llegó. Poco antes del descanso, el lanzamiento lejano de Dempsey, aparentemente sin peligro, le convertía en un hombre marcado, carne de periódico y objeto de odio para muchos compatriotas.



Si, el fútbol es muy jodido en ocasiones…y más si eres portero. Y sobre todo, en los últimos tiempos, si eres portero inglés.

Pero ahora debemos partir de regreso a Europa. No, el hecho de que los Estados Unidos lograran empatar con Inglaterra merced a la pifia de Robert Green, no es tampoco gran cosa dentro del interminable fluir del tiempo. Ni siquiera se mencionó después de unas semanas. Pero si que trajo consecuencias.

En York, Michael Red, que estaba viendo el partido, cambió de opinión. Su hijo recién nacido iba a llamarse Robert, en honor a su abuelo materno, pero…ese fallo había sido sin duda una señal, se negaba a ponerle el mismo nombre de ese inútil a su retoño…No, era cosa de buscar otro mejor. Y curiosamente, su mujer estuvo de acuerdo.

Cuando 45 años después John red se convertía en primer ministro del reino unido, nadie recordaba ya a Green, pero un anciano Juan Rojo no dejó de fijarse en el curioso parecido de su nombre y el del político…si el supiera…quien fue aquella guiri de Torremolinos.

domingo, 3 de abril de 2011

Ver o mirar, oír o escuchar

Despertad.

No hablo de abrir los ojos, hablo de usarlos. Vivimos tan perdidos en nuestros mundos privados, agobiados por temores propios y problemas ajenos que la mayoría del tiempo permanecemos ciegos y sordos ante los que no rodea. Vemos, pero no miramos, oímos, pero no escuchamos.

Por eso, en las escasas ocasiones en la que liberamos la mente y nos permitimos el lujo de usar nuestros sentidos, casi parece que hagamos magia.

¿en cuántas ocasiones nos hemos detenido a escuchar una canción que había sonado cien veces antes en nuestros oídos, sin prestarle atención, y de repente sentimos que estaba escrita para nosotros, que su letra habla de ti? El problema, cierto, es cuando te das cuenta de que la canción era de Camilo Sexto

Camina por la calle, y haz un ejercicio mental. No tengas prisas, no pienses en llegar a parte alguna, simplemente abre de verdad los ojos, y por una vez, mira. Descubrirás cosas que jamás habías observado, matices que transforman los lugares que creías conocer. No crees en lo invisible, y sin embargo el mundo esta lleno de cosas que para ti lo son , aunque estén ahí.

Con la gente pasa igual. Puedes ignorar a una persona, apenas darte cuenta de su existencia, verla una vez tras otra sin inmutarte, sin dirigirle la palabra, y de repente descubrir que siempre estuvo ahí . Te das cuenta de que tenías el paraíso al lado, mientras mirabas hacia el infinito todo el tiempo.

Y te llamas idiota, y te alegras de haberte quitado la venda de los ojos. Y por fin, por una vez, dejas de ver y empiezas a mirar.

Y descubres la belleza en su rostro, la música en sus palabras, el cielo en su mirada.

Y entonces puedes volver a cerrar los ojos, porque lo que tienes que mirar ya no esta ahi fuera, sino dentro de tu corazón.