jueves, 31 de marzo de 2011

Ebrio me siento sin haber probado la cerveza...

Cuando la beso
Y sus labios se abren
Ebrio me siento
Sin haber probado la cerveza…

Estos versos fueron escritos por un anónimo escriba egipcio hace más de 3000 años.

treinta y tres siglos atrás y a miles de kilómetros de distancia de donde ahora nos hallamos, alguien dejo grabadas para la eternidad unas emociones que aun hoy podemos sentir como nuestras.

Hablaba otro idioma, creía en otros dioses, vivía de otra forma.

Y sin embargo, amaba igual.

Y eso, el ver que el tiempo y los cambios no han podido transformar demasiado lo único que de verdad merece la pena, me alegró el día.

Porque fuimos y seguiríamos siendo humanos sin televisores, teléfonos o Internet, pero sin amor…sin amor no somos nada.

sábado, 26 de marzo de 2011

La mujer que creaba las palabras

Cristina alzó los ojos hacia el sol. Le agradaba recibir su cálido abrazo, que aliviaba los dolores de sus cansados huesos.

Sentada a la puerta de su casa, cualquier viajero que pasara errante por el camino hubiera admirado su sereno porte.

Con ella, el tratamiento de señora no era una simple cortesía, sino una definición.

Ayer se habían marchado aquellos señores tan cultos que mandara la universidad.

Cristina se alegraba de que, al abandonar su hogar, lo hubieran hecho rebosantes de felicidad.
Le gustaba hacer feliz a la gente, y a veces era tan fácil…

Al principio había tenido ciertos remordimientos…

Era la última. Con ella se iría una cultura, un pueblo, una manera de entender el mundo. Tal vez no mejor que otras muchas…pero diferente. De eso se trataba en realidad.

A veces se preguntaba por qué había empezado con aquello…

Cuando murió su hermana, se dio cuenta de su soledad. Ya nunca podría hablar con alguien…al menos en el sentido mas completo del término.

Entonces habían comenzado a llegar los sabios. Para ellos era algo mas que una persona…o un poco menos. No la veían como un ser humano, sino como una especie de libro viviente que al desaparecer se llevaría con el todos sus secretos.

Y ahora, a toda prisa, estaban intentando hacer una copia.

Recelosa al comienzo, Cristina comprendió pronto la grandeza del asunto. Ella, y con ella sus raíces, nunca morirían del todo. Viviría por siempre en los libros, su cuerpo hecho papel, su sangre convertida en tinta.

Esa responsabilidad con la herencia de su gente, al tiempo la abrumaba y la enorgullecía. Le disgustaba pensar que todo lo que ella amaba no fuera suficientemente valorado.

Y un día, comenzó a crear.

Fue Mamihlapinatapai. Recordaba el momento.

Los profesores parecían aburridos, hastiados de su labor, que parecían creer de escaso valor…y entonces, en su mente, surgió aquella palabra.Y cuando les tradujo el significado que había decidido darle, vio la emoción reflejada en sus rostros… Y es que aquello era hermoso, fuera o no verdadero. Mamihlapinatapai…una mirada entre dos personas, cada una de las cuales espera que la otra comience una acción que ambos desean pero que ninguno se anima a iniciar.

Dudo. Cristina no conseguía decidir si aquello era correcto o no. En varias ocasiones estuvo a punto de denunciar su impostura, pero…

Un día, entendió.

Ella era la última hablante. Una lengua no es algo muerto, mientras existan personas que la usen, evoluciona. Si ella, como el punto final en la historia de su idioma, decidía que aquellas palabras eran reales… ¿alguien podía negarle en justicia su derecho?

Después llegó Ithipaniaminai. Las palabras no brotaban de la nada, de rincones escondidos de la memoria, iban apareciendo sentimientos, imágenes, recuerdos de juventud. Ithipaniaminaidecir hola cuando quieres decir te quiero…Cuando surgió ella pensó en aquel chico moreno, y en su mirada. No, no eran mentira. No se trataba de un simple engaño para elevar de la mediocridad a su pueblo. Existían, solo estaban esperando el momento de nacer…porque, Cristina lo sabia, Ithipaniaminai estaba ya en los ojos de aquel muchacho…

Y ahora, ellas, estarían vivas para siempre. Y con ellas, Cristina. Cada vez que alguien las leyera, en cada ocasión que una persona las pronunciara, Cristina volvería a estar presente.

Y no pudo evitar, tras ese pensamiento, que una lagrima cayera sobre su mejilla…y entonces nació Liridariecuando las emociones llueven.

Posdata: Este relato, esta basado (de aquella manera), en la historia de Cristina Calderón, que podéis leer en meridianos

lunes, 21 de marzo de 2011

69

No, lo siento por aquellos de mis lectores salidos (¿hay alguno por ahí que no lo sea?), pero el título puede llevar a cierto engaño (si esto fuera televisión, le llamaríamos publicidad y tan contentos). Se trata de la historia numero sesenta y nueve que publico en este blog, así que el relato de hoy va un poco en homenaje a este simpático número…

Fijaos en la escena. Allá, en mitad de la soledad de un pub repleto (y no, no es una paradoja), una pareja. No en el sentido sentimental, simplemente numeral. Son dos. Y mientras a su alrededor fluye el alcohol y la música corta cualquier intento de conversación, ellos se observan. La dialéctica de las miradas, como la definiría alguien, se desarrolla entre ambos, en un silencio lleno de significado.

De vez en cuando charlan, o eso parece. Si el lenguaje sirve para que los seres humanos puedan comunicarse entre si, este dúo en cuestión esta haciendo un pobre uso del mismo. Hablan, si, pero lo que sale de sus bocas no refleja en absoluto lo que sus mentes están pensando. No revelan nada, ocultan. Es una especie de duelo sin espadas, donde no se trata tanto de acertar al contrario como de evitar que el otro se de cuenta de que alguien le ataca.

En realidad, asistimos a un combate donde el premio no es la bolsa, sino el rival. En el fondo no se diferencia gran cosa del boxeo, aquí también se trata de tumbar al adversario…

Por el momento, se mantienen apartados. Sus manos permanecen unidas a una copa, evitando de ese modo la tentación de usarlas. Cuando en el transcurso de la conversación sus cuerpos casi se rozan, descargas de adrenalina hacen aumentar aun más la tensión. Ellos conversan en vertical, pero sus mentes llevan mucho tiempo pensando en horizontal.

Venid conmigo, acercaos un poco más. Desde aquí podemos oírles. Pero no os preocupéis, no os voy a obligar a escuchar su cháchara insulsa. Os serviré de traductor…porque lo que realmente están diciéndose, es esto:

- ¿y la pregunta es…? – dice ella, casi con malicia.

-¿Qué pregunta? – contesta el, medio sorprendido.

-Esa que pareces querer hacerme cada vez que hablas conmigo, pero que nunca llegas a pronunciar- replica la mujer-

El se detiene unos instantes. Parece meditar. Por fin, responde:

-¿pero… quieres realmente que la pregunte?

-¿y tu, quieres saber la respuesta antes de hacer la pregunta?

-¿Por qué tengo que arriesgarme?

-¿y por qué tienes tanto miedo a hacerlo? ¿Qué temes de verdad, que te responda que no…o que te diga que si?

Dejémosles. Seguirán así toda la noche, y seguramente, muchas madrugadas mas. Las fuerzas son parejas, y difícilmente uno podrá derrotar al otro. Parecen condenados a seguir luchando eternamente, hasta que uno de ellos abandone por cansancio o…hasta que ambos se dejen perder, la única forma de ganar que tienen.

En este juego, no hay arbitro que paré la contienda…porque tampoco hay reglas que seguir.

Posdata: Y para quienes esperaban más sexo...¿no es eso a lo que siempre aspiramos más todos, pero nunca hay el suficiente? Por tanto no es culpa mía, la vida es así...

miércoles, 16 de marzo de 2011

La toalla

Un hombre puede cambiar de trabajo, de ideología, incluso de mujer. Pero hay una cosa que jamás podrá modificar.

Su equipo de Fútbol.

Hace tiempo, le pregunté a varios amigos porque eran de su equipo. Unos aducían motivos de cercanía, otros familiares, se hablaba de escudos, nombres, colores, historia, de que determinados jugadores lucieran su camiseta…

Un sin fin de posibilidades para una de esas elecciones que son para toda la vida, porque cuando se ama de verdad a unos colores, el idilio solo termina en la tumba.
A veces, cuando mis amigos me preguntan porque soy del Sevilla, y entre menciones al origen ecijano de mis padres, suelo comentar medio en broma, medio en serio, que el motivo principal es una toalla…

No una toalla cualquiera, sino uno de mis primeros recuerdos infantiles, de esa época cuando comienzas a almacenar en el cerebro una serie de datos inútiles que, treinta años después, te saltan a la mente, sin motivo aparente y de improviso, para dejarte sumido en una agridulce y melancólica sensación, trasladándote por unos instantes a esos tiempos donde no existían hipotecas, suegras ni jefes vociferantes, y donde tu máxima preocupación era poder permanecer despierto algo mas de tiempo, como la gente mayor a la que tanto envidiabas porque podían hacer lo que quisieran , y mientras te acostabas a desgana, pensaba lo feliz que serias cuando crecieras, siendo dueño de tu propia vida, sin que nadie te mandara…

Y es que en mi mente, mi niñez esta secada con una toalla blanca y roja, con un escudo del Sevilla en el centro.

Hace unos años, supongo que inmerso en uno de esos ataques de Peter Pan que a veces me dan, de no querer crecer ni asumir que la juventud ya caminó sus últimos pasos junto a mi, y esta a punto de desearme suerte y seguir su propio camino(y si, en mi oficio me tratan de joven continuamente, pero trabajando con el Imserso, y teniendo en cuenta que para ellos toda persona de menos de 60 lo es, no es un gran consuelo), estaba hojeando viejos álbumes de fotos, repasando mi infancia entre instantáneas de cumpleaños, navidades y vacaciones, cuando de repente, descubrí algo que no esperaba encontrar, uno de esos hallazgos que te alegran el día y te hacen poner sonrisa de idiota, mientras una lagrima intenta, la muy cobarde, escapar por tus mejillas.

Porque, aquella toalla, maldita toalla, culpable de tantos sinsabores, amargos domingos y desilusiones infinitas, aquella que me hizo ver el mundo con ojos de perdedor y cinismo de realista bien informado, aquella que creía perdida para siempre, como esos criminales que desaparecen sin dejar rastro tras cometer alguna de sus fechorías, volvió de repente de aquel perdido rincón de la memoria donde permanecía, cogiendo polvo, para mostrarse de nuevo ante mis ojos.

Y también ante los vuestros.



Ese niño de abundante mofletes y cara de pardillo es el que esto suscribe, y esa que sostengo, a modo de mortaja cubriendo mi infantil cuerpo, la inmortal, maldita y, por que no decirlo, amada Toalla. Yo soy lo que soy por ella, y así a de ser…

Que esto sirva de advertencia a padres incautos, nada de dejar en manos de seres inmaduros objetos de potencial peligro, fijaos a donde puede llevarlos...

domingo, 13 de marzo de 2011

El instante después del fin

El tren se alejaba, con ella a bordo. El seguía allí, en el andén, en el mismo lugar donde le había besado por última vez.

Si se hubiera tratado de una película, unas letras brillantes aparecerían sobrevolando la escena, para anunciar el final de la misma.

Pero en la realidad, la vida continúa tras el fundido en negro. Allí solo hay un verdadero final, que no permite segundas partes.

Su mirada continuaba fija en la vía, ahora vacía. Sentía que si apartaba la vista, el último lazo que aun les unía se rompería para siempre.

Pero en verdad, todo era inútil. Allí no había habido un hasta luego, sino un nunca mas. Sus ojos le habían confirmado lo que sus labios fueron incapaces de pronunciar. Aquel adiós no tendría continuación.

Debería estar acostumbrado ya. Con la edad uno ya acumula suficientes cicatrices interiores como para poder creer que esta inmunizado en cuestión de sufrimientos. Y sin embargo...esa amargura que le poseía ahora, ese dolor sordo pero intenso, podría sentirla cien veces que las cien veces le parecería distinto, pero igual de doloroso.

Sonó el reloj. Era hora de partir, de cerrar otra página en su vida. Podía seguir lamentándose eternamente, plantado como una estatua junto a los railes, o seguir adelante, como mas tarde o mas temprano le tocaría hacer.

Por fin, se movió. Rompió el embrujo, abandonó la inútil espera. Caminó lentamente, ya no había nada por lo que apresurarse.

Y mientras salía de la estación, el silbido de una sirena le concedió un instante de esperanza.

Un nuevo tren llegaba.

Porque la vida, a diferencia del cine, continua tras los títulos de crédito...

jueves, 10 de marzo de 2011

La hipótesis del Chocolate

está riquísimo, te sube el ánimo y es el sustituto perfecto (dicen) del sexo”.

Esta acertada definición, escrita no hace mucho por una filósofa de escaso prestigio, aludiendo a esa especie de conexión entre el cielo y la tierra en forma de alimento que es el chocolate, puede dar pie (si no uno no estaría escribiendo esto) a un cierto debate.

Dando por valido el último punto (¿Quiénes somos para dudar del conocimiento íntimo y profundo sobre la cuestión de la escritora?), unas cuantas preguntas se agolpan en nuestra mente… ¿cuantas tabletas de chocolate se pueden tener en casa dentro de lo decente? ¿En que momento se traspasa la línea de lo aceptable para caer en el puro vicio? ¿Dónde esta la frontera entre darte un gusto de vez en cuando (en forma de tableta) y poder considerarte un fracasado que olvida sus derrotas amorosas cebándose en el negro manjar?

Sigamos dándole vueltas al asunto. A partir de ahora, cuando acudáis a un supermercado, fijaos en la compra de quien esta a vuestro lado. Si veis que se lleva más de dos pastillas…o esta hecho polvo…o eso es lo que le falta.

Y si acudimos a la casa de algún amigo y vemos su despensa atiborrada de tabletas…tal vez seria hora de pensar en presentarle a alguna chica que este soltera…o de regalarle una subscripción al canal playboy.

Y ya que estamos, ¿llegaremos a ver las tabletas de chocolate guardadas en rincones secretos, como si fueran algunas de esas revistas X de los adolescentes de antaño?

Si la teoría se aceptara ¿Cuánto tardarían los típicos reaccionarios temerosos del sexo en pedir que se restringiera el tráfico de tan pecaminosa sustancia? … que encima se vende ahí, en cualquier pasillo, a la vista de los niños… ¿Cómo va ser aceptable que cualquiera pueda salir de un supermercado cargado hasta las cejas de pastillas?

A partir de ahora, cuando os detengáis en busca de vuestra de vuestra dosis de felicidad en onzas, mirad alrededor. Si veis alguna vieja solterona mirándoos con reprobación, ya sabéis a que ateneros…

lunes, 7 de marzo de 2011

Flotando en la oscuridad

Flotas.

Te rodea la oscuridad, pero no tienes miedo. De hecho, te sientes protegida, más de lo que volverás a estar jamás.

Quisieras permanecer de esta manera, ingrávida y cálida, el resto de tu existencia.

Y así, feliz, te duermes.

Sueñas.

En tu mente escuchas esa voz que te acompaña desde siempre, aunque ese siempre sea tan cercano. Aunque no reconozcas las palabras que pronuncia, si las sientes. Transmite amor, y oírla te hace sentir bien.

Sonidos. Tu mundo esta lleno de ellos. Y ahora aun más. Más voces, diferentes.

Y de repente, la negrura en la que vives, da paso a algo que no conocías. Luz. Tus ojos se cierran para protegerse de ese resplandor cegador. Y al tiempo, frío, un frío como nunca has percibido.

Algo te agarra y te mueve. Te alejan del único hogar que habías conocido, te han arrebatado la seguridad y el calor.

Jamás te has sentido tan mal, tan sola, tan indefensa…

Te falta el oxigeno, tienes que llorar. Algo dentro de ti comienza a funcionar, respiras de nuevo.

Te manipulan. Vas pasando de mano en mano, mientras notas como te frotan todo el cuerpo.

Estas aterrorizada. No sabes que esta pasando, no sabes a donde conduce todo esto.

Y entonces, te colocan sobre una superficie suave, y la voz, esa voz que sabes que nunca permitiría que nada te dañara, te habla. Y te tranquilizas, porque entiendes que aunque todo ha cambiado, sigues estando protegida…

Despiertas.

Y ves que continuas estando en el mismo lugar, nadando en mitad de las tinieblas. Solo fue una pesadilla. la felicidad se apodera de ti, aliviada.

Y allí fuera, una sonrisa se abre en la cara de tu madre

miércoles, 2 de marzo de 2011

Parando el tiempo

Detenerse.

En ocasiones, lo más difícil de todo…Cuando Enfocas la vida como si fuera una competición en la que, si te paras, los competidores te adelantaran sin compasión.

Solo miras hacia delante, centrando la vista en el siguiente objetivo…sin disfrutar jamás de lo conseguido, sin entender que, al menos en esta carrera, el éxito no esta en llegar primero a la meta…

Tiempo. Eso que a veces se antoja infinito, y en otros momentos te parece que se escurre entre tus dedos. Eso que crees perder cuando te detienes, y que en realidad pierdes mientras corres.

Echa la vista atrás, 15, 20, 30 años… ¿Qué es lo que te viene a la mente? ¿Algunas de esas cosas que por entonces creías tan vitales o diminutos detalles que parecían estar condenados a perderse en el olvido, por insignificantes? ¿Por qué te acuerdas de ese olor, de esa escena, de ese minúsculo fragmento del ayer que en ese instante no significó nada? Tal vez porque representaron mucho más de lo que crees.

Y quizás, si eres lo que eres, tiene más que ver con esos retazos de pequeñas tristezas y mínimas alegrías que con el resultado de cualquier examen.

Vivir la vida. Una frase que parece tan obvia, y sin embargo esta tan llena de matices. Porque no es igual dejarla pasar que vivirla, y porque mientras lo hacemos la vida nos va cambiando. Y al tiempo que dejamos partes de nosotros en el pasado, las conservamos en la memoria. Pero no las elegimos. Nuestro cerebro decide por nosotros.

Nunca sabremos que quedara grabado y que desaparecerá. Y esto, que es frustrante, no deja de ser maravilloso. Cuando no sabes lo que realmente será importante en un futuro, se trata de disfrutar de todo como si fuera lo más excitante, lo mas valioso.

Porque en ocasiones, así será.

Y por eso pocas cosas nos alegran mas que esos días en los que nos despertamos sin expectativas y en los que suceden cosas…ni siquiera grandes cosas, basta a veces una conversación, un giro inesperado, una sonrisa que no esperabas…la verdadera felicidad esta hecha de pequeños ladrillos, no de grandes bloques.

Tómate un respiro. No se trata de dejar de avanzar, de abandonar la carrera, sino de entender que lo importante no es cuando se llega a la meta... sino de lo que aprendiste mientras corrías.