viernes, 23 de abril de 2010

Digno fín


Las bombas estallaban por doquier en el horizonte, con sus bellos y mortales hongos abriéndose hacia el cielo con majestuosa maldad. Sin embargo, mientras acariciaba a su gato Puchi( estúpido nombre, una de las herencias amargas que su difunta mujer le había dejado, junto con el cubrecamas de papa Noel y la botella de anís del mono), y por primera vez en su vida, no sentía miedo.

Ya no tenía que pensar mas en el futuro, en el diario tormento de levantarse, vestirse, trabajar, desnudarse, acostarse y así eternamente durante los últimos veinte años. No tendría que estrechar mas manos de gente a la que despreciaba y que le despreciaban, no tendría que sonreír hipócritamente a ningún cliente majadero y desde luego no tendría que sufrir mas al inútil de su jefe, al que dia tras dia había llegado a apreciar en su justa medida(o sea, mejor que a una diarrea crónica y peor que a una cucaracha).

Sin embargo, había algo, una mínima mota de inquietud en su mente que aun le preocupaba.

¿Qué diría, que haría justo antes de fenecer? No, en modo alguno le asustaba el hecho de morir, es mas, una de las ideas que le reconfortaban mas durante el castigo continuo que fue su matrimonio era la esperanza en una muerte rápida y sin dolor (curiosamente justo lo contrario que lo que le deseaba a su amada esposa).

Pero para una persona como él, a la que la vida le pasaba delante de sus narices como un autobús con las puertas cerradas, la idea de morir como vivió le desagradaba extremadamente.

Él quería, al menos en ese postrero momento, mostrar una dignidad que hiciera honor a sus apellidos (nunca alguien apellidado Galán Valiente mostró menos de ambas características).

Se detuvo a meditar, confiando en que aún disponía aun de unos minutos para pensar, antes de que la siguiente bomba cayera lo suficientemente cerca.

Tal vez seria bueno citar a alguien famoso, estilo Napoleón o Cesar, aunque el Veni Vini Dici no le parecía demasiado apropiado en ese momento.

O si no, declamar alguna elegía al mundo, despidiéndose con poesía de los dones de la naturaleza.

Mejor aun, podría...en ese instante, llegó.

Sin llamar la atención, creciendo en su interior de forma ruin y sibilina, estalló de repente en un delirio de dolor que le hizo agarrarse él estomago.

Sí, justo entonces, tenía un apretón.

Intento resistir con valentía, con tremendo esfuerzo, gesto desencajado y sudor frio en el rostro.
Pero fue inútil. Velozmente se dirigió hacia el lavabo, y allí se sentó desesperado en el mal llamado trono.
Intento terminar deprisa, pero sus intestinos se negaban a obedecerle. Luchó y luchó, pero sin éxito, hasta que su organismo no consideró llegado el momento, nada salió de esa inútil batalla.

Mientras se limpiaba apresuradamente, llegó el estruendo. Le quedaban 3 segundos de vida. ¿qué haría? 2, 1.......

Tiró de la cadena.

5 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. jajajaja me ha encantado , muy buena. Esta parte de humor mezcla de negro, escatológico o yo que se qué, me encanta !
    P.D. : He quitado el comentario anterior porque me faltaban algunos acentos

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  3. Jajajaja ... al menos se quedó a gusto en el último segundo jajjajaja.
    Por cierto, tengo una conocida a la que todo el mundo llama Puchi y no es broma. Lo que no sé es si tendrá una botella de anís del mono en casa jejeje.
    Un saludo

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  4. Ah, yo pensaba que el estruendo sería otra cosa xd

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