sábado, 17 de abril de 2010

No hay guerras hermosas

John odiaba el caqui, horrible color que le hacia parecer todo el día como manchado de barro. Y a esa basta tela con la que confeccionaban los uniformes, apta solo para fabricar sacos.
Echaba de menos los hermosos días de antes de la guerra, en la que los uniformes lucían espléndidos, con sus casacas rojas y tocados con hermosos salacots, y no con ese estúpido casco de acero, burda imitación de los yelmos del medievo. ¿Qué diría Lady Maryam si lo viera de esta guisa? ¿Qué pensarían sus compañeros de Eton?, Daba gracias al altísimo por ahorrarle esa humillación. Pero no acababan ahi los cambios que esta maldita guerra estaba causando en el antiguamente marcial y noble ejercito británico. En vez de caballeros educados en Oxford, los nuevos oficiales eran simples contables, profesores e incluso, que deshonra, tenderos. Y lo más triste de todo, su regimiento, el 1º de lanceros de Glouscestershire, ¡ estaba combatiendo a pie¡. Los generales hablaban de que la caballería tenia sus días contados,¡ menuda sandez¡.

De repente se oyó un silbato lejano.

La señal. Poco después se oyó otro , y más tarde otro, cada vez más cercano. El regimiento se ponía en marcha. Le toco su turno a John. Tras tocar el instrumento, subió la escalerilla y salió de la trinchera. A los lados sintió la presencia de los hombres de su compañía, silenciosos, ceñudos, buenos soldados ingleses. Comenzaron a marchar entre la espesa humareda, fruto del bombardeo preliminar. Poco a poco iban contemplando los cráteres producidos por las bombas, cada vez más abundantes, hasta que , como por sorpresa, llegaron al talud de la vía. Les habían comunicado que las posiciones enemigas se encontraban a doscientas yardas una vez sobrepasada la línea férrea. Con suma precisión, John espero a que su reloj marcara las 7:15, y entonces en el momento que soplaba de nuevo el silbato, esta vez de forma mas prolongada, el sonido ensordecedor de cientos, miles de voces masculinas,se elevo al mismo tiempo. Los hombres ascendieron gritando, y gritando continuaron mientras descendían por el otro lado. Y continuaron gritando mientras corrían enloquecidos entre los cráteres, alambradas y cadáveres.

Pero esos gritos eran ya en su mayor parte de dolor y sufrimiento. La neblina se había disipado ya a este lado del talud, y las ametralladoras alemanas, brillantes y letalmente hermosas, recorrían las líneas de asaltantes, trazando a su paso rojos renglones de muerte. John corrió con su revolver en la mano, Animando a sus hombres, hasta que el destino le hizo ser el objetivo de una de las ráfagas. Mientras caía, divisó como algunos de sus hombres conseguían llegar hasta la primera trinchera, acabando con los defensores.¡ Bravo muchachos, una gran victoria para el Imperio ¡

Mientras la conciencia y la sangre le iban abandonando a la par, y sin saber por que motivo, El capitán John Smith pensaba en elefantes, en grises elefantes de grandes colmillos. Ah, tal vez era por la conversación que había sorprendido esta mañana entre dos curtidos veteranos:

- Estos novatos son carne de cañón, no duraran ni dos días
- Tienes razón, no han visto el elefante, ni creo que lo lleguen a ver

¿A que elefante se referían? ¿Cómo podían tener elefantes los alemanes? Debía ser alguna clave secreta. Antes de perder por completo el sentido, y entre las nubes que se formaban en sus pupilas, miro a su alrededor. No pudo ver nada mas que cadáveres, docenas de cuerpos caquis, caídos en posiciones imposibles, enredados entre las alambradas, muertos, todos muertos. Pero lo que más terror le causo a John, algo que se le quedo grabado mientras convalecía en el hospital, e incluso cuando años después despertaba estremecido de madrugada a causa de una pesadilla, eran los ojos. Ojos vacíos, sin vida, que no comprendían el porque de su muerte, ojos acusadores, ojos que le miraban interrogándole, ojos a los que oía hablar sin voz, con gritos de silencio.

Parte del día 12 de Abril de 1915

- En el día de ayer, tropas británicas recuperaron mas de quinientas yardas de terreno, conquistando varias líneas de trincheras enemigas a lo largo de dos millas de frente, y causando grandes bajas entres los alemanes, a costa de moderadas perdidas en nuestro bando. Se conceden por este motivo la Cruz Victoria al valor, a titulo póstumo, a los ..........

Este es un poco mi homenaje a Sin novedad en el frente, una de las novelas que más me impactaron, que recomiendo a cualquiera con un mínimo de sensibilidad

4 comentarios:

  1. Quizás haya que ponerse manos a la obra y leer ese libro. Muy bien descrito el pasaje, como siempre, me encanta. Dentro de dos historias más no sabré muy bien que decirte.

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  2. Hazlo Anica, es un libro que merece la pena, aunque te deja con una sensación de vacío casi total...

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  3. Yo tampoco he leío el libro pero si sus hojas están tan bien escritas como tus palabras, el libro debe ser maravilloso. Aunque leyendo el comentario de arriba, si acabas con un vacío casi total será mejor que lo apunte en el puesto siguiente en mi lista de libros que me quedan por leer.
    Un saludo

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  4. Msa, hay 3 o 4 libros(tal vez alguno mas) que me han dejado con una sensación muy extraña, la de haber terminado de leer una obra maestra, capaz de transmitirme emociones a flor de piel, pero saber que nunca mas volvere a leerlos, porque es como si me hubieran robado parte de la esperanza en el futuro. 1984, sin novedad en el frente, rebelión en la granja...entran dentro de ese tipo.

    Sinuhe el egipcio, que es posiblemente el libro mas bello que he leido jamas, aunque se acerca a estos en cuanto a desesperanza, sin embargo es distinto, ese si que se que en algún momento, dentro de unos años, volvere a recorrer sus lineas, en busca de algo...

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