jueves, 10 de febrero de 2011

El Affaire Lino

Esto que van a leer a continuación no es un relato de ficción. Se trata, aunque duela admitirlo, de una confesión.

Podemos llamarlo el problema, el caso, el incidente. Pero lo cierto, sea cual sea el nombre que le demos, es que fue un feo asunto.

Hubo un culpable, y alguna victima.

Y el culpable, fui Yo.

No estoy orgulloso de lo que hice, ni pretendo convertir estas líneas en una defensa de mi actuación.

No, digamos que llegó la hora de expiar los pecados, lavar mi conciencia y exponer al mundo el lado oscuro de mi usualmente bondadoso carácter.

Porque todos, incluso los que solemos movernos por el lado iluminado de la sociedad, podemos tener nuestros momentos grises…

Debemos retroceder en el tiempo unos meses, hasta el largo y calido verano del 2010. Cartagena ardía, como siempre en esa época. Nosotros intentábamos aliviar el calor combinando los días de playa con las noches de cerveza. Lo importante era estar siempre mojados, por dentro y por fuera.

Al menos, en el horizonte, un punto de frescor. A finales de Agosto, nos aguardaba Estocolmo. Miles de kilómetros al norte y una docena de grados menos de temperatura.

Llevábamos esperando el viaje mucho tiempo, y se puede decir lo mismo de su planificación. Como casi siempre, el encargado de estudiar el itinerario, lo que visitar, que comer y que beber, era yo.

No, no quiero usar esto de excusa, pero cuando uno tiene el poder, la tentación de usarlo para el mal, es casi inevitable. Y a veces, es imposible evitar no caer en la tentación…

Éramos siete los componentes de la expedición. Gente veterana, que ya había explorado, a riesgo de su integridad física (no conocéis el peligro de las hordas de inglesas borrachas) los antros nocturnos del Dublín invernal. Gente dura, resistente. Pero como en todas las manadas, siempre hay un macho dominante, un espécimen que destaca por su fortaleza, por sus innatas dotes para seguir de fiesta cuando el común de los mortales ya solo piensa en rendirse al sueño. Al lado de el, el resto no éramos más que decadentes candidatos al asilo.

Ese mono jefe, ese portento de la naturaleza capaz de meterse trece pintas de Guinness a lo largo de una de sus jornadas irlandesas y seguir caminando derecho y sin torcer su rumbo (que solía conducir a otra pinta, casi inevitablemente), es Félix. Si, ciertamente no es su verdadero nombre, pero uno no pretende que le demanden por injurias, se con quien me la juego, y se quien saldría perdiendo.

No es difícil describir a Félix. Es de esas personas limpias, integras, con una personalidad agradable, reforzada por su altura y su aspecto juvenil. Una compañía excelente, el típico amigo que todo hombre desea tener. Que sea abogado parece un punto negro en su historial, pero incluso eso es perdonable.

Pero…hay un aspecto del carácter de Félix que nos preocupa a todos. Su exuberancia. Su prodigalidad en el gasto de energía. Su necesidad imperiosa de probar sus límites, sobrepasándolos una y otra vez.

Estamos hablando de una persona capaz de correr cincuenta kilómetros subiendo y bajando montes, para salir de fiesta a continuación y recogerse después que el resto, que lo máximo que había subido ese día era la tapa del Wc. Eso, junto a la idea, persistente en su cerebro, de que un tiempo razonable y suficiente para descansar durante la noche son tres horas (mientras que el trabajo nunca termina realmente para el), causa entre sus amigos una cierta zozobra. Y es que, a ese ritmo, llegar a los 40 sin que te haya dado un infarto casi parece algo que celebrar.

Quiero que se entienda que esto, en buena medida, fue una de los motivos que estaban presentes en mi mente cuando se urdió el plan. Ciertamente, las posibilidades cómicas del proyecto tampoco se me escaparon, y si, sin duda existió un cierto componente maligno, un decir, yo también puedo ser malo…para que negarlo. Pero se trató en resumen, de una suma de factores difícilmente separables que condujeron al resultado final…del cual toca hablar, ahora.

Principios de Junio. Si, una fecha temprana, y de hecho una sorpresa para mi haber comprobado que fue entonces cuando se inicio todo (hubiera jurado que solo se remontaba a principios de agosto), porque aumenta lo premeditado de mi delito. Pero la realidad no se puede cambiar, aunque se quiera, y yo prefiera, esta vez al menos, ser fiel a la verdad.

Por entonces voy, cada pocos días, mandando a los compañeros propuestas de rutas, de sitios que visitar, información sobre precios, para que nos vayamos haciendo una idea de lo que nos vamos a encontrar y escuchar propuestas sobre que hacer.

La mayoría mira poco, pero que no se diga que no trabajo.

Mientras estoy procediendo a la recopilación de datos, un enlace me llama la atención.

Estocolmo, la capital gay de Escandinavia”. Así rezaba el titulo del mismo. En ese momento, se me encendió una lucecita, y un diablillo sin escrúpulos se me colocó sobre el hombro.

Accedí a la pagina, y allí estaba el. El Lino.

En ese instante, el crimen estaba ya cometido. Mentalmente, al menos, yo ya era culpable, aunque nada hubiera sido hecho aun. Pero todo tiene un comienzo, y el cruel destino de Félix comenzó a fraguarse justo entonces.

Escribí un nuevo correo. Pero esta vez, eran cinco y no seis los destinatarios. Guardó el mail, y casi me avergüenza releerlo ahora, después de todo aquello…pero uno debe asumir sus errores, y cargar con sus efectos en la conciencia. El contenido del mensaje, era este, enviado un 12 de Junio, sábado, a las 2 y 22 de la tarde:

Bueno, aquí tenéis unas guías interesantes sobre Estocolmo (vease una de esas guias). Es la capital gay de Escandinavia. Pero no, este mensaje que os envío tiene más que ver con Félix. Como veis no se lo estoy enviando a el. Lo que os propongo es que de alguna manera seamos capaces de hacerle desear ir a alguno de esos antros de perversión moral:

"Södermalm y Gamla Stan (casco antiguo) son los dos principales centros de vida nocturna gay en Estocolmo. En Gamla Stan encontrarás en la Torget, un favorito de todos los géneros, con temas diferentes cada noche. En Södermalm que también encontrará, por ejemplo, el club gay Side Track.
Sin embargo, en Södermalm es la fiesta de té domingo en el barco de vapor Patricia. Y si desea descansar sus pies luego de bailar, puede ir al piso superior donde se pueden admirar las luces de Estocolmo. O por qué no intentar el Club G donde todos los viernes y sábado hay fiesta, o el Club Lino orientada, al oeste de Gamla Stan, con cuatro bares, tres pistas de baile y una terraza al aire libre grande."

Así que yo intentare inculcarle la idea de que el Club Lino es la caña, cuando os proponga ir (que espero que lo haga) no le digáis que no por ser gay, por si acaso eh?, buscaros otra excusa si eso. Me lo imagino por la calle, preguntando por la dirección...”

Tal vez todo hubiera acabado aquí, como seguramente merecía, como una mas de mis propuestas caídas en el olvido.

Lamentablemente alguien me respondió, calificando la idea de algo así como “genialidad maquiavélica”. Y esa noche, o la siguiente, hable con Félix a través del ordenador. Si, cara a cara seguramente no hubiera sido capaz de semejante tropelía, pero aquí, oculto mi rostro, procedí con una abyección digna del peor criminal. Le hable del lino, de sus pistas, sus bares, de lo animado del local…olvidando mencionar ciertos factores que condicionaban sus muchos dones. Y Félix, todo bondad, todo fe en mi, procedió a grabar ese nombre en uno de los inabarcables ficheros de su mente.

Faltaban aun más de dos meses para el viaje. Dos meses que mantuve el engaño, dos meses de creación de expectativas por su parte, de descarado regodeo por parte mía y de mis cómplices pensando en lo que podría suceder

Paso el mundial, cuando fuimos campeones, y ni entonces fuimos capaces de revelarle la verdad. Es duro ver el grado de malignidad que podían albergar nuestros corazones, lo cierto de la doctrina de uno de nuestros ideólogos cuando hablaba del enfoque darwinista de la amistad…pensábamos que todo era muy divertido, y de lo que nos podríamos reír con las reacciones de Félix…sin pensar en el dolor que podíamos causar, en esa fe de niño quebrantada…Yo creo que para entonces ya estaba arrepentido en parte, pero…nada hice, sino callar y seguir el juego.

Por fin, llegó el día de nuestra partida. Segunda mitad de agosto. Salida en medio del agobiante achicharramiento del sureste español, llegada al frescor de la noche escandinava.
Ese día tocaba descansar, para comenzar temprano la siguiente jornada. Y bien que hicimos, porque al día siguiente tuvimos la fortuna de comprobar que los obreros suecos se toman en serio su trabajo, cuando a las siete de la mañana comenzamos a escuchar golpes junto a la ventana de la habitación. A un pueblo así de trabajador, te dan ganas de alabarlo cuando estas lejos, pero en ese momento nos salían otras palabras por la boca.

Andamos lo que no esta escrito, desgastando unos centímetros las suelas de nuestras botas. Pero a la noche…mientras la mayoría hizo una salida rápida y luego fue en busca del descanso (Todo sea dicho, Estocolmo, en comparación con la noche Dublinesa es un jodido convento…y de clausura), el amigo Félix, como no, siguió en acción, acompañado del también incombustible Txema. Txema…que sin saberlo, ni el ni nosotros, se iba a convertir en otra de las victimas del affaire Lino. Y es que, a pesar de recibir el correo, no se molestó en leerlo. Así que, junto con Félix, se dedicaron el resto de la noche a encontrar donde estaba el mencionado local…sin suerte. El que las preguntas fueran dirigidas preferentemente a bellas señoritas del sexo opuesto, y el que la respuesta de ellas fueran una negación ignorante o, peor aun, una mirada extrañada y una huida rápida, no inmutó en exceso a los exploradores. Ya lo encontrarían…

Segundo día. Casi más largo aun que el anterior (tantas horas de sol dan para mucho). Visitamos el ayuntamiento, para mi gusto un monumento al exceso y al gusto kitsch, y luego la joya de la corona, el museo Vasa. Es imposible expresar con palabras lo que se siente cuando entras ahí dentro y ves ese inmenso navío, rescatado del mar, el tiempo y el olvido tras trescientos años. Impresiona, pero esa palabra no hace justicia real a las sensaciones que causa.

Pero…llegó la noche. Esa tarde, buscando por Internet, le había conseguido a Félix la dirección del Lino. Así que era entonces o nunca.

Fuimos a una cervecería. Yo ya me estaba acostumbrando a esa birra ligera, con escasa graduación alcohólica que pasa por cerveza local. Sentados allí, comenzamos a dialogar sobre el Lino, todos hablando muy bien del sitio. Si alguien se hubiera decidido en ese momento a acompañarle, Félix se hubiera metido de cabeza allí…pero ninguno quería llegar tan lejos. Solo queríamos, miserables de nosotros, que el que llegara tan lejos fuera el.

Pero entonces se escuchó una voz, la de Txema, que pronunció las palabras que marcaban el fin de la farsa:

“¿Joe, ese sitio no será un bar gay no? “ (No es textualmente lo que dijo, pero si una idea aproximada de lo que quiso decir).

Félix nos miró entonces con su mirada trasparente e ingenua diciendo:

“¿no será verdad,no? “ (Tampoco es textual, pero…uno no estaba con el blog de notas apuntando…debería).

Aun se hubiera podido salvar algo, pero…con lo que me había costado mantener tanto tiempo el secreto, en lugar de reaccionar negando todo, creo que solo pude acusar a Txema con un leve: “pero para que lo dices”, a lo que el respondió “¿pero entonces es que si?

Quiero que os imaginéis la escena. Un grupo de españoles, en una mesa de una cervecería irlandesa en Estocolmo. Dos de ellos, algo amoscados, el resto, riendo a lágrima viva. Y es que contemplar los rostros de ambos y lo que nos decían (“claro, así todas las tías nos miraban raro y se marchaban”), mientras nosotros imaginábamos lo que les había pasado el día de antes…conducía inevitablemente a la carcajada. Si, yo ya estaba arrepentido (si alguien no se merecía lo que le habíamos hecho, sin duda era Félix), pero realmente no lo estaba demostrando mucho…es difícil creer en la bondad de carácter del otro, cuando ese otro se esta partiendo la caja a un metro tuya.

Pero hubo un momento en el que vi la luz. Cuando Félix me miro, se dio la vuelta y dejo claro que ya no hablaba más conmigo, y que no se esperaba eso de mi…si, entonces, comprendí la gravedad de mi acción. Había traicionado a un amigo, había hecho tambalear su fe en mí y en la amistad.
Ser malo puede ser divertido, pero si tienes consciencia, al final, el crimen paga.
Desde entonces espero ser merecedor alguna vez de su perdón, y vago en pena en busca de una penitencia que desaloje de mi alma el pecado.

Porque lo peor de todo es que en el fondo, cada vez que recuerdo todo aquello, en lugar de fijarme en lo que debieron sufrir mis amigos, sigo riéndome a carcajadas de la sorpresa de sus rostros aquella noche, en la taberna irlandesa de Estocolmo.

De eso, y de que la única escandinava con la que hubieran tenido opciones de ligar fuera una de esas suecas de las películas de Alfredo Landa, que les recibió en un bar al grito de “Españoles” (omito por pudor lo sucedido después, con unos besos inolvidables...lamentablemente inolvidables).Entiéndase que cuando digo sueca de las de Landa es que por edad hubiera podido haber participado en esas películas .Haciendo de madurita. En los 60. Y si, a ella, también le preguntaron por el Lino…

Posdata: Y no, no mentía al principio, esto es, casi íntegramente, una descripción fideligna de un hecho auténtico. ¿se nota mi arrepentimiento, no?

1 comentario:

  1. el del enfoque darwinista10 de febrero de 2011, 8:50

    ... es que eres muy burro... yo creo que a "Félix" le bastaron dos conceptos (el billar y la cuerda) para bajar el ritmo...

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