domingo, 6 de febrero de 2011

Vestida de cielo

- Tienes la mirada sucia.

Me dijiste, mientras sonreías dulcemente, con esa cara de no haber roto un plato nunca, que haría que cualquier hombre destrozara vajillas enteras por enlazar sus labios sobre ella.

- Hace juego con mis pensamientos.

Te respondí. No me engañabas, y sin embargo, lo hacías. Se como eres, se cual es tu disfraz, pero…no puedo evitar ansiar caer atrapado en tu embrujo.

Te diste la vuelta. Mientras yo te observaba desde la puerta, te acercaste a la ventana. Allí, dejaste deslizar la capa que te cubría, que cayó al suelo sin apenas hacer ruido…pero produciendo una honda expansiva que aceleró de golpe mi pulso.

Sola, en mitad de la habitación, únicamente cubría tu cuerpo el pálido reflejo de la luna. Estabas vestida de cielo, dirían los poetas, esa clase de hombre que descubriera hace tiempo que si no eres atractivo tienes que buscarte la vida de algún otro modo si quieres extender tus genes…

No había allí cuerpo perfecto. Ni falta que hacia. Conocía cada una de tus imperfecciones, esas que te hacían una mujer real, y no uno de esos productos mezcla del bisturí del cirujano y la pantalla de ordenador. Me acerqué a ti.

Recorrí con mis dedos tu rostro, viajando a través de las cicatrices que la vida había dejado sobre el. ¿ seria yo quizás el causante de la próxima herida, o la victima de tu venganza? No lo se, pero… ¿Quién no querría perderse entre tus brazos y pasar a ser parte de tus recuerdos? Al menos mi vida ya no habría sido en vano, me dije...

Acaricio tu roja cabellera, mientras te abrazó e inclino tu cabeza sobre mi pecho. Podría estar así cien años, el tiempo en ocasiones haría mejor en detenerse, cuando algo llega a la perfección no hay que ir con prisas.

- Estas caliente- Dijiste, y de nuevo no supe si estabas siendo inocente o fingiendo ese candor.

- A mi lado, ahora, el infierno esta helado- te respondí mientras mis manos seguían trazando palabras sobre tu piel.

- El infierno esta un poco más abajo- replicaste con un tono de voz capaz de derretir la Antártida, mientras me ponías un ejemplo práctico de su situación geográfica a mi costa…y a mi gozo.

Sabía que estaba perdido. En el fondo, incluso cuando dejas que te gane, me derrotas. Atrapado en tu red, mientras yo creo mover los hilos, tú sabes que mueves mis manos.

Vuelvo a mirarte. Allí, detrás de tu sonrisa ingenua y tu mirada cándida, creo reconocer un pozo de malicia, un océano de perversidad que me ahogara…y en lugar de huir, estoy deseando sumergirme en el. No, no será tu culpa cuando todo termine, toda la responsabilidad esta en mi mente, en mi corazón…o en aquella parte de mi cuerpo que me gobierna en estos momentos.

Sensual, te arrojas en la cama, y me esperas mientras dejo atrás todo lo que fui. Antes de unirme a ti, para el resto de la noche, para el resto de mi vida, desconecto la música.

Cuando has alcanzado el cielo, la única banda sonora que necesitas es la voz de tu ángel particular, susurrando, junto a tu oído, palabras de amor.


Ayer, eran algo más de las cuatro y media de la mañana de una de esas noches en la que mi mente decide que no tiene sueño, cuando comenzaron a aparecerme flashes de un relato. Para mi sorpresa, se trataba de un relato erótico. Al principio lo deje ir, intentando arrastrar a mi cerebro al sueño, pero era inútil. Agarré lápiz y papel, y comencé a esbozar, con una idea aquí y otra allí, lo que podría ser el germen de un pequeño cuento. Por fin, saciada su ambición, pude conciliar el sueño. Temeroso de que si no le daba forma esta noche volviera a atormentarme, este es el producto de esos pensamientos trasnochadores…por supuesto, es erótico (muy Light) y no pornográfico, que uno es un caballero…(¿)

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