lunes, 10 de mayo de 2010

El último hombre vivo

“Todo empezó hacia el 2012, aunque por entonces, como casi siempre, nadie se dio cuenta.

Las investigaciones de los cuatro de Princeton sobre la memoria humana, su descubrimiento de que era posible almacenarla como si se tratara de otro simple archivo informático fue, si, una noticia muy comentada. Pero de poco habría servido (la memoria se podía archivar, pero no descifrarse ni leerse, era en cierto sentido como guardar un libro escrito en un idioma indescifrable) si no se hubieran producido al tiempo otra serie de avances que, unidos, transformaron el mundo (y la sociedad) como ninguna otra revolución de la historia.

Los trabajos sobre la clonación desembocaron en la creación de los primeros miembros orgánicos artificiales, desde allí era casi inevitable, a pesar de todas las reticencias religiosas y éticas, que alguien llegara algún día a la copia total de un cuerpo humano…

El proceso era imparable. Espoleados por el sentimiento de estar mas cerca que nunca de llegar a cumplir el sueño eterno del hombre, vencer a la muerte, los científicos se embarcaron en una carrera de descubrimientos continuos, todos dirigidos hacia el gran final.

Ni los ataques de los fundamentalistas, ni las objeciones morales y los intentos (torpes y débiles) de ciertos sectores políticos de detener la marea pudieron frenar las investigaciones. La masa, ante la posibilidad de obtener la inmortalidad (o algo en cierto modo parecido) estaba dispuesta a romper cualquier barrera…y a cualquiera que pretendiera establecerla.

Fueron años de locura, pero no de una locura que condujera a tomar riesgos, sino todo lo contrario. Como cuando una guerra esta a punto de terminar, nadie quería figurar como la ultima baja de la misma. Una especie de miedo a todo, una psicosis colectiva que impregnaba cada uno de los gestos y acciones de la sociedad se extendió por el mundo…

Y llego el 2043, y con el, según algunos, el nacimiento de una nueva especie, el homo eternus. El momento en el que fue posible introducir la memoria almacenada de un individuo en uno de los cuerpos artificiales y que este asumiera desde ese instante la personalidad completa archivada del anterior fue sin duda el más importante de la historia de la humanidad. El hombre se había liberado de la tiranía del cuerpo, la verdadera esencia del mismo, su mente, nunca seria destruida, podría fenecer la carne, pero esta, como se veía ahora, no era mas que materia corrupta…reemplazable. Ahora, tras millones de años de evolución, el hombre había dado el salto decisivo…ya no hacían falta Dioses, el hombre se había transformado en uno…”

Del ensayo “La humanidad eterna” de Louis Wingwith

…El tiempo se acababa, por un instante vio en su mente la imagen, mil veces repetida, de los últimos granos de arena cayendo al vacío infinito.

Sabía que iba a morir y que con su muerte el círculo se habría completado. Y no tenía miedo, y ni siquiera turbaba su mente el insano pensamiento de que en su mano estaba dar la vuelta al reloj, de que la arena siguiera fluyendo nuevamente.

Le habían tachado de estúpido, algunos incluso pretendieron probar que estaba loco, intentando obligarle a que desistiera de su propósito. Pero nadie, ni individuos aislados ni leyes o gobiernos pudo detenerle ni doblegar su voluntad.

No, no se trataba de una pretendida superioridad moral, ni de un intento (mortal) de llamar la atención. Ni siquiera deseaba ser ejemplo de nada ni de nadie. Esto era algo solo entre el y su conciencia, sabia que podía equivocarse, y que a diferencia del resto de sus congéneres ese error seria definitivo, sin solución…pero se trataría de un error suyo, de una decisión tomada desde la libertad, esa que nos hace verdaderamente hombres y que estaba a punto de desaparecer de la sociedad actual, victima inevitable de los nuevos tiempos…

Si nadie moría, si nada de lo que se hiciera significaba realmente un riesgo, si todo no era mas que un juego sin final, con vidas infinitas… ¿Qué quedaba realmente del libre albedrío, que de mirar al futuro con temor, pero también con esperanza, que de legar a las nuevas generaciones la sabiduría (y también la ignorancia), en suma, de ofrecerles el mundo para una vez cumplido nuestro tiempo retirarnos y pasar el testigo al siguiente relevista?

Ya nadie moría…pero tampoco nadie nacía. En previsión de evitar la superpoblación (inevitable desde el momento en el que nadie abandonaba el barco pero seguía subiendo gente al mismo), se aplico la Esterilización masiva a todo miembro de la sociedad…una sociedad soberbia, que se creía con el derecho a ser la ultima generación humana viviente, a partir de entonces, siempre serian los mismos los que manejaran los controles…y ningún genio nacería para renovar la sangre, ningún verdadero humano, mezcla de carne y mente, sabedor de su limitaciones pero al tiempo capaz de luchar por vencerlas, volvería a pisar la tierra. Si, tal vez habíamos ganado el cielo…pero habíamos perdido el alma.

No, el no se sumaria a ese nuevo mundo. Si ellos lo habían querido así, que se lo quedaran.

El prefería desaparecer de escena, sin ni siquiera salir a dar un ultimo saludo, sin esperar aplauso alguno por su actuación, pero orgulloso de sus logros, y mas aun, de sus fallos.

Con el desaparecían todos sus recuerdos, y con ellos la memoria de un ayer que nunca volvería, y de unos seres que nadie mas amaría. Y era justo, así había sido siempre, hombres mejores que el perecieron, devorados por las sombras de la muerte…pero ninguno mas, ni bueno ni malo, ni grande ni mediocre, inscribiría su nombre tras el suyo en la lista, hasta entonces infinita, de la parca.

Ya era la hora, la sentía llegar. Dejo vagar por ultima vez la mente, mientras las imágenes de una vida, plena, satisfactoria y, sobre todo, finita, desfilaban ante el.

Y cuando el aliento postrero se le escapaba, llevándose con el su alma (¿inmortal? Quien sabia), no pudo evitar soñar con aquel juego que de niño tanto le fascinaba. Y se sintió como un portero plantado en mitad del área, acosado por la delantera enemiga. Y vio como uno de sus rivales lanzaba un tiro fuerte y ajustado, y supo que por mucho que se estirara, jamás podría detener ese balón…

Y la pelota, entró.

Posdata: Este cuento esta basado en una idea original de mi amigo Luís, birlada vilmente ( tras unas jugosas conversaciones sobre ciencia ficción). Así que a el va dedicado.

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