jueves, 30 de diciembre de 2010

Desvariando

Nunca llegaras a conocerme, ni siquiera sabrás quien fui.

No recordaras mi cara, mi nombre, mi voz. No te preguntaras como era, a quien amaba, por que sufría, que me hacia derramar lagrimas en silencio o el porque de esa sonrisa prendida en mi rostro.

Y sin embargo, si el destino nos hubiera unido, habrías dado sin dudar tu vida por mí. Y yo te habría imitado, detestado, querido, irritado, te hubiera amargado la existencia…te habría hecho existir. O más bien, tú a mí.

No es cuestión de lamentarse. Hay tanta gente caminando sobre la tierra, que uno no sabe si realmente hubiera merecido la pena…No es por despreciarte, se que eres buena persona, algo demasiado ingenuo, algo demasiado blando. Pero no creo que tus genes fueran precisamente un depósito de genialidad. Seguramente habrías pretendido transmitirme esos valores caducos que te gastabas, honradez, respeto por lo que haces y a los demás, no dañar a nadie sin motivo, lealtad… ¿te sirvieron realmente de algo, alguna vez? ¿Estar en paz con tu conciencia era premio suficiente? Seguramente si yo estoy donde estoy, o mejor dicho, no estoy donde estas, en parte es debido a esos absurdos tabus que te impones…pero no te culpo, casi debo agradecerte tu falta de voluntad.

Nunca tuve demasiadas opciones, así que tampoco albergué ilusiones excesivas. Quien sabe, puede que las cosas hubieran salido bien, o tal vez, como en la mayoría de los casos, simplemente hubieran salido. Ni siquiera apostaré por cuanto hubiera vivido…porque, ¿Cuánto vivís realmente? ¿Llamas vivir a esa eterna repetición de dormir, comer, trabajar? Uno, desde aquí fuera, casi apuesta más por la calidad que por la cantidad. Pero tampoco nos pongamos a discutir por tan poca cosa.

En el fondo, tal vez sea mejor así. Tú allí, yo aquí. Tu enfrentándote al mundo y sobre todo a ti mismo, yo aguardando a que mi tiempo se acabe. Cada día que pasa queda menos, y uno ya se huele el final. Y si, a nadie le amargar un dulce, correrse unas juergas, disfrutar del amor y gozar de la vida…pero visto lo visto, seguramente no compensa perder tanto tiempo por unos pocos instantes de felicidad…o de algo mínimamente parecido, que uno se conforma con poca cosa…Y total, no veo que en tu mano este hacer demasiado por mi.

Pero oye, que en serio, no te culpo. De hecho, hasta te deseo suerte. Rebobinando la cinta de tu existencia (por cierto, menudo tostón, todo sea dicho sin animo de ofender), creo que la vas a necesitar. Si fuera tú probaría hasta con alguna medallita de Santa Rita.

En fin, me quedo algo más tranquilo, dejando las cosas claras. Que te vaya bonito, nos vemos…o no.

Firmado:

Del hijo que nunca fue al padre que nunca tuvo…

No hay comentarios:

Publicar un comentario