lunes, 21 de marzo de 2011

69

No, lo siento por aquellos de mis lectores salidos (¿hay alguno por ahí que no lo sea?), pero el título puede llevar a cierto engaño (si esto fuera televisión, le llamaríamos publicidad y tan contentos). Se trata de la historia numero sesenta y nueve que publico en este blog, así que el relato de hoy va un poco en homenaje a este simpático número…

Fijaos en la escena. Allá, en mitad de la soledad de un pub repleto (y no, no es una paradoja), una pareja. No en el sentido sentimental, simplemente numeral. Son dos. Y mientras a su alrededor fluye el alcohol y la música corta cualquier intento de conversación, ellos se observan. La dialéctica de las miradas, como la definiría alguien, se desarrolla entre ambos, en un silencio lleno de significado.

De vez en cuando charlan, o eso parece. Si el lenguaje sirve para que los seres humanos puedan comunicarse entre si, este dúo en cuestión esta haciendo un pobre uso del mismo. Hablan, si, pero lo que sale de sus bocas no refleja en absoluto lo que sus mentes están pensando. No revelan nada, ocultan. Es una especie de duelo sin espadas, donde no se trata tanto de acertar al contrario como de evitar que el otro se de cuenta de que alguien le ataca.

En realidad, asistimos a un combate donde el premio no es la bolsa, sino el rival. En el fondo no se diferencia gran cosa del boxeo, aquí también se trata de tumbar al adversario…

Por el momento, se mantienen apartados. Sus manos permanecen unidas a una copa, evitando de ese modo la tentación de usarlas. Cuando en el transcurso de la conversación sus cuerpos casi se rozan, descargas de adrenalina hacen aumentar aun más la tensión. Ellos conversan en vertical, pero sus mentes llevan mucho tiempo pensando en horizontal.

Venid conmigo, acercaos un poco más. Desde aquí podemos oírles. Pero no os preocupéis, no os voy a obligar a escuchar su cháchara insulsa. Os serviré de traductor…porque lo que realmente están diciéndose, es esto:

- ¿y la pregunta es…? – dice ella, casi con malicia.

-¿Qué pregunta? – contesta el, medio sorprendido.

-Esa que pareces querer hacerme cada vez que hablas conmigo, pero que nunca llegas a pronunciar- replica la mujer-

El se detiene unos instantes. Parece meditar. Por fin, responde:

-¿pero… quieres realmente que la pregunte?

-¿y tu, quieres saber la respuesta antes de hacer la pregunta?

-¿Por qué tengo que arriesgarme?

-¿y por qué tienes tanto miedo a hacerlo? ¿Qué temes de verdad, que te responda que no…o que te diga que si?

Dejémosles. Seguirán así toda la noche, y seguramente, muchas madrugadas mas. Las fuerzas son parejas, y difícilmente uno podrá derrotar al otro. Parecen condenados a seguir luchando eternamente, hasta que uno de ellos abandone por cansancio o…hasta que ambos se dejen perder, la única forma de ganar que tienen.

En este juego, no hay arbitro que paré la contienda…porque tampoco hay reglas que seguir.

Posdata: Y para quienes esperaban más sexo...¿no es eso a lo que siempre aspiramos más todos, pero nunca hay el suficiente? Por tanto no es culpa mía, la vida es así...

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