domingo, 13 de marzo de 2011

El instante después del fin

El tren se alejaba, con ella a bordo. El seguía allí, en el andén, en el mismo lugar donde le había besado por última vez.

Si se hubiera tratado de una película, unas letras brillantes aparecerían sobrevolando la escena, para anunciar el final de la misma.

Pero en la realidad, la vida continúa tras el fundido en negro. Allí solo hay un verdadero final, que no permite segundas partes.

Su mirada continuaba fija en la vía, ahora vacía. Sentía que si apartaba la vista, el último lazo que aun les unía se rompería para siempre.

Pero en verdad, todo era inútil. Allí no había habido un hasta luego, sino un nunca mas. Sus ojos le habían confirmado lo que sus labios fueron incapaces de pronunciar. Aquel adiós no tendría continuación.

Debería estar acostumbrado ya. Con la edad uno ya acumula suficientes cicatrices interiores como para poder creer que esta inmunizado en cuestión de sufrimientos. Y sin embargo...esa amargura que le poseía ahora, ese dolor sordo pero intenso, podría sentirla cien veces que las cien veces le parecería distinto, pero igual de doloroso.

Sonó el reloj. Era hora de partir, de cerrar otra página en su vida. Podía seguir lamentándose eternamente, plantado como una estatua junto a los railes, o seguir adelante, como mas tarde o mas temprano le tocaría hacer.

Por fin, se movió. Rompió el embrujo, abandonó la inútil espera. Caminó lentamente, ya no había nada por lo que apresurarse.

Y mientras salía de la estación, el silbido de una sirena le concedió un instante de esperanza.

Un nuevo tren llegaba.

Porque la vida, a diferencia del cine, continua tras los títulos de crédito...

2 comentarios:

  1. Si la vía está ocupada por un tren, no puede entrar otro: hay que dejar partir cada convoy en su momento para que el tráfico no se detenga.

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  2. Es mejor el comentario que el Relato, kem ;-)

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