jueves, 10 de marzo de 2011

La hipótesis del Chocolate

está riquísimo, te sube el ánimo y es el sustituto perfecto (dicen) del sexo”.

Esta acertada definición, escrita no hace mucho por una filósofa de escaso prestigio, aludiendo a esa especie de conexión entre el cielo y la tierra en forma de alimento que es el chocolate, puede dar pie (si no uno no estaría escribiendo esto) a un cierto debate.

Dando por valido el último punto (¿Quiénes somos para dudar del conocimiento íntimo y profundo sobre la cuestión de la escritora?), unas cuantas preguntas se agolpan en nuestra mente… ¿cuantas tabletas de chocolate se pueden tener en casa dentro de lo decente? ¿En que momento se traspasa la línea de lo aceptable para caer en el puro vicio? ¿Dónde esta la frontera entre darte un gusto de vez en cuando (en forma de tableta) y poder considerarte un fracasado que olvida sus derrotas amorosas cebándose en el negro manjar?

Sigamos dándole vueltas al asunto. A partir de ahora, cuando acudáis a un supermercado, fijaos en la compra de quien esta a vuestro lado. Si veis que se lleva más de dos pastillas…o esta hecho polvo…o eso es lo que le falta.

Y si acudimos a la casa de algún amigo y vemos su despensa atiborrada de tabletas…tal vez seria hora de pensar en presentarle a alguna chica que este soltera…o de regalarle una subscripción al canal playboy.

Y ya que estamos, ¿llegaremos a ver las tabletas de chocolate guardadas en rincones secretos, como si fueran algunas de esas revistas X de los adolescentes de antaño?

Si la teoría se aceptara ¿Cuánto tardarían los típicos reaccionarios temerosos del sexo en pedir que se restringiera el tráfico de tan pecaminosa sustancia? … que encima se vende ahí, en cualquier pasillo, a la vista de los niños… ¿Cómo va ser aceptable que cualquiera pueda salir de un supermercado cargado hasta las cejas de pastillas?

A partir de ahora, cuando os detengáis en busca de vuestra de vuestra dosis de felicidad en onzas, mirad alrededor. Si veis alguna vieja solterona mirándoos con reprobación, ya sabéis a que ateneros…

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